1 de Mayo: Día del Trabajador
A principios de este año, el recientemente fallecido periodista y escritor César Lévano La Rosa (1926-2019) presentó un importante libro que todo trabajador peruano debería leer: Las ocho horas. La historia real de una conquista exclusivamente obrera (Sinco Editores). Esta obra cobra aún más importancia si tenemos en cuenta que, este 2019, se cumplieron 100 años de la aprobación de la ley que establecía, por primera vez y de manera oficial, la jornada laboral de ocho horas, dos décadas después de los hechos de sangre que, en Chicago, dieron inicio a este movimiento laboral. Esta semana conmemoramos el Día del Trabajador –más conocido como Día del Trabajo- para recordar a estos mártires y también para reflexionar sobre cómo se vive este tema en el Perú.
Este miércoles 1 de mayo se conmemora el Día del Trabajador, hoy conocido como Día del Trabajo, una buena ocasión para reflexionar sobre este derecho fundamental al cual no todos tienen acceso de manera adecuada y digna. En tiempos en que la política ha perdido credibilidad entre la ciudadanía, el Día del Trabajo es una conmemoración aceptada transversalmente por todos los sectores e ideologías, en nombre del feriado, un día en el que –paradójicamente- no vamos a trabajar. La existencia misma del Día del Trabajo se originó en una intensa lucha por el reconocimiento de derechos que hoy pasa desapercibida. ¿Quieres saber más acerca de la historia del Día del Trabajo? Te invitamos a leer esta nota:
El Día del Trabajo está relacionado con el movimiento socialista de trabajadores a nivel mundial. La ejecución de un grupo de cinco trabajadores que abogaban por la consecución de las ocho horas laborales diarias (estos obreros pertenecían a un sindicato en los Estados Unidos de Norteamérica), dio origen a la celebración que se realiza, en muchos países, el 1 de mayo.
La huelga, llevada a cabo por estos trabajadores, tuvo lugar el 1 de mayo de 1886 y alcanzó su momento más violento el 4 de mayo en la denominada revuelta de Haymarket Square (Chicago). En dicha revuelta, alguien que nunca pudo ser identificado, lanzó una bomba a la policía, que estaba utilizando métodos represivos para controlar a los manifestantes de una marcha que, hasta ese momento, había sido pacífica.
Los sucesos de Chicago permitieron que la jornada laboral de ocho horas diarias empezara a ser tomada en cuenta por los empleadores alrededor del mundo. En el mismo año 1886, el presidente norteamericano Andrew Johnson, promulgó una ley que establecía que ningún trabajador debía laborar más de ocho horas diarias.
Irónicamente, cuando finalmente se obtuvo la jornada laboral que no excediera las ocho horas, la celebración del Día del Trabajo no se institucionalizó dentro del calendario de los Estados Unidos, que actualmente celebra el Labor’s day o Día del Trabajo, el primer lunes de septiembre. En 1954, la iglesia se unió a la celebración de los trabajadores de Chicago y el Papa instauró el día de San José Obrero, conocido hoy en día como el Día del Trabajo.
La consecución de las ocho horas de trabajo diario marcó todo un hito para la consolidación del movimiento obrero internacional, porque por primera vez los trabajadores tuvieron la impresión de que sus demandas eran escuchadas y que el poder que podían ejercer sobre sus empleadores finalmente conseguía resultados importantes.
Con el reconocimiento del 1 de mayo como Día Internacional del Trabajador, se reivindicó la lucha de los iniciadores de una gesta que elevó y resaltó la dignidad de quienes mediante el ejercicio de una profesión u oficio sustentan a sus respectivas familias.
Según datos recientes (Gestión, marzo 2018), “la Población Económicamente Activa (PEA) está compuesta por todas aquellas personas mayores de 14 años de edad, que están dispuestas a trabajar. Perú tiene 31 millones de habitantes. De ese total, aproximadamente la mitad, es decir, 16 millones, pertenecen a la PEA. De los 16 millones, el 42% se encuentra subempleado por ingresos, lo que significa que la persona tiene un empleo, pero obtiene al mes menos que un ingreso mínimo referencial, que en enero de 2018 ascendió a 961 soles”.
Este dato nos pone delante de una innegable realidad: la situación laboral de nuestro país es un problema por resolver. Si pensamos en los niveles de subempleo, desempleo, informalidad, trabajo infantil, inestabilidad, multiplicidad de regímenes laborales tanto en sector público como privado, mayor cantidad de personas buscando trabajo que plazas disponibles, abismales diferencias entre la oferta de Lima Metropolitana, frente a las oportunidades en las capitales de regiones, poblados alejados de la costa, sierra y selva, etc., resulta evidente que, a 100 años de esta importante conquista social, las cosas están lejos de ir bien a nivel nacional.
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