Arguedas y Ribeyro: Dos escritores inolvidables
Esta semana recordamos a dos de las figuras más importantes de nuestra literatura. José María Arguedas y Julio Ramón Ribeyro representan aspectos que definen, desde distintos puntos de vista y procedencias geográficas, aspectos fundamentales de nuestra identidad que se entrelazan de manera natural, sobre la base de un tema común: la sensibilidad social, la preocupación por la injusticia y la marginación. Pero sobre todo, ambos narradores que aparentan ser diferentes por su relación con grupos socioeconómicos dispares, son profundamente parecidos por su inmenso talento y su actitud desapegada al reconocimiento público, la adulación y la recompensa.
Hace 50 y 25 años, respectivamente, fallecieron José María Arguedas y Julio Ramón Ribeyro, dos de nuestros escritores más importantes, fundamentales para entender la literatura del Perú no solo como manifestación artística sino como hecho de afirmación social y fuente amplia de elementos que configuran nuestra variopinta identidad.
Arguedas, autor de novelas básicas del movimiento de reivindicación indigenista de las décadas de los años cincuenta y sesenta (que incluyó también a pintores, poetas y músicos) como Los ríos profundos (1958) o Todas las sangres (1964), falleció un 2 de diciembre de 1969. Cuatro días antes, harto de lidiar con sus profundas depresiones, se había disparado en una sala de la Universidad Agraria de La Molina, donde trabajaba.
Por su parte Ribeyro, considerado el mejor cuentista peruano, fue uno de los pilares de la llamada “Generación del ‘50”, un movimiento al que también pertenecen otros grandes escritores como Alfredo Bryce Echenique y Mario Vargas Llosa. Como ellos, Ribeyro desplegó sus preocupaciones por la Lima sumergida en los años dictatoriales de Manuel A. Odría, pero destacó por su visión aguda y dedicada a levantar historias de personajes marginales, ofreciendo un ángulo mucho más vibrante y agudo que el cosmopolitismo afrancesado de Bryce o el humor negro de Vargas Llosa. Aquejado por el cáncer, falleció un 4 de diciembre del año 1994.
Ambos narradores tienen, a pesar de sus aparentes diferencias, muchas cosas en común. Aun cuando Arguedas tuvo una infancia extremadamente disfuncional –fue prácticamente negado por su madrastra quien lo dejaba al cuidado de la servidumbre; y Ribeyro provino de una familia limeña de clase media, los dos expresan en sus relatos una sensibilidad muy elevada, capaz de acercarse al alma del pobre, del fracasado, del que siempre fue puesto de lado por la oficialidad, para darle una voz potente y personal.
Los cuentos de Ribeyro –Los gallinazos sin plumas (1955) o Solo para fumadores (1987) poseen un encanto muy especial por su lenguaje creativo y ágil, que permite identificarse con estos personajes golpeados por el infortunio pero siempre en clave de humor inteligente y popular. Por su parte, las novelas y relatos cortos de Arguedas contienen las claves para entender la postración en que ha vivido el indio peruano durante décadas.
Mientras que Arguedas dedicó gran parte de su trabajo como científico social a rescatar las expresiones artísticas, lingüísticas y musicales de las poblaciones andinas, en una serie de estudios antropológicos que incluso superan, en volumen, su producción literaria; Ribeyro nos entregó, en su último periodo creativo, ensayos cargados de reflexiones profundas que van de lo autobiográfico a la crónica periodística con afanes de recetario para sobrevivir –Dichos de Luder (1989), La tentación del fracaso (1992-1995)- que hoy son considerados clásicos de la narrativa peruana contemporánea.
Ambos le huyeron a la adulación superficial y produjeron sus libros sin saber que serían, con el tiempo, inolvidables. Ambos ganaron prestigio en la última etapa de sus vidas e incluso después de haber fallecido, con legiones de admiradores entre universitarios, maestros y jóvenes estudiantes que, incluso hoy que los niveles de lectura son tan bajos, buscan saber más de ellos y los ven como figuras inspiradoras en un medio tan hostil hacia la cultura como el nuestro.
El mejor homenaje y estrategia de difusión que podemos desplegar para conservar vivo el legado de estos grandes escritores nacionales es leer sus páginas, compartirlas con nuestros alumnos y aprovechar la exquisita fuente de información y conocimientos sobre nosotros mismos que ellos contienen.
Felicitaciones , muy buen comentario de tremendos escritores pruanos.
Muchas gracias por su comentario. Y gracias también por revisar nuestros artículos y contenidos…
La invitamos también a visitar nuestro blog de recursos educativos Baúl del Docente. Compártalo con sus colegas y participe de nuestros sorteos…
https://bauldocente.pe/
Saludos,