¿Cómo se celebra el carnaval en el Perú y en el mundo?

carnavalDesde nuestra tradicional Fiesta de la Candelaria en Puno hasta el desenfreno del Mardi Gras en los Estados Unidos; desde el extravagante y descontrolado Carnaval de Río de Janeiro, en Brasil, hasta los coloridos bailes de máscaras en Venecia, en Italia; hay una enorme cantidad de formas de celebrar el carnaval, esta fiesta popular que se desarrolla, generalmente, los tres días previos al inicio de la Cuaresma, época de reflexión desde el punto de vista religioso. Repasemos un poco cómo se celebra el carnaval en distintas partes del mundo y, por supuesto, en nuestro país, con las variaciones y costumbres propias de cada localidad pero que poseen un mismo hilo conductor: la plena disposición del ciudadano de a pie a dar rienda suelta a la diversión, aprovechando la oportunidad de liberar ataduras sin restricciones de ninguna clase, para ser bufonesco, libertino, burlón y transgresor, cosas que luego tendrá que reprimir para recibir, en estado de arrepentimiento y gracia, la Pascua de Resurrección. Contradicciones aparte, el carnaval en el mundo tiene manifestaciones muy interesantes, que repasaremos enseguida:

CARNAVALES EN EL PERÚ Y EN EL MUNDO

En la actualidad, cuando hablamos de «carnaval» lo primero que se nos viene a la mente, en términos de noticia internacional, es lo que ocurre en Río de Janeiro, Brasil, cuya versión de carnaval ha superado cualquier tipo de medida en desenfreno, descontrol y promiscuidad, con abierta orientación al estímulo de una sexualidad desordenada que promueve incluso «negocios» de naturaleza criminal como la prostitución infantil, el comercio de drogas, etc., que incluso han puesto en segundo plano al enorme trabajo de las escuelas de samba, tradicionales instituciones civiles en que familias completas elaboran, durante todo el año, impresionantes carros alegóricos, vestuarios y desfiles con cánticos de naturaleza pagana en que se resaltan aspectos de la celebración y sus localidades. El calor predominante en esta zona del mundo hace que la mescolanza entre tradiciones y vicios modernos sea vista como «normal» cuando en realidad se trata de una patética distorsión de esta fiesta urbana.

En Europa, por ejemplo, existen países como Alemania, Bélgica y España que mantienen el sentido de lo carnavalesco sin caer en estas malas interpretaciones, o en todo caso, evitando que sean lo más importante de sus festividades, como puede verse en las coloridas comparsas que desfilan por las calles de ciudades como Colonia, Binch o Santa Cruz de Tenerife, respectivamente. Y aunque prácticamente cada importante ciudad española tiene sus propias costumbres al momento de celebrar el carnaval, es en Italia donde se vive uno de los carnavales más simpáticos y artísticos del mundo, específicamente en la ciudad de Venecia, en que se celebra desde el siglo 13 con las sorprendentes máscaras y antifaces venecianos, obras de artesanía popular que hoy son valorizadas en cientos de dóalres según su antigüedad y complejidad. Cada máscara representa a personajes arquetípicos de la sociedad y la política y los coloridos y extravagantes trajes son uno de los principales atractivos turísticos de Venecia en esta época del año.

En los Estados Unidos es muy conocida la fiesta del Mardi Gras, en New Orleans, una de las ciudadaes más importantes del estado de Louisiana, ubicada al sur del gigante norteamericano. «Mardi Gras» significa en francés «martes graso» o «martes de grasa», en referencia al martes anterior al miércoles de ceniza, en el que el pueblo se entrega a los placeres de la comida y la carne, antes de la época cuaresmal, en la que se obliga a la abstinencia. Actualmente el nombre sirve para referirse a toda la época, que se caracteriza por desfachatados desfiles y conciertos de jazz. Los desfiles se producen a diario, durante dos semanas antes del martes final y, como en Brasil, se ha convertido en una de las aglomeraciones de gente más descontroladas de la era moderna, con carta abierta para cometer toda clase de excesos y perversidades, en nombre de la tradición. Aunque las medidas de seguridad y normas de conducta fueron reforzadas, especialmente después del Huracán Katrina, que destruyó gran parte de la ciudad en el 2005, hoy Mardi Gras (y el día anterior o Lundi Gras) sigue siendo una parada definitiva para miles de turistas de todo el mundo, que sale a las calles en coloridos disfraces, máscaras y collares.

En Latinoamérica, el país de mayor tradición carnavalesca es México, con manifestaciones muy conocidas como el de carnaval de Veracruz, que tiene una duración de 9 días y es considerado el más alegre del mundo. Los desfiles recorren la avenida más larga de la capital y los disfraces muestran motivos que combinan las culturas mexicana, española y africana. También es muy popular el carnaval en diversas ciudades de Argentina, como Buenos Aires y Rosario, en que la gente disfruta al ritmo de la murga y el candombe, del mismo modo que en Uruguay. Colombia es otro de los países de esta región con costumbres carnavalescas de amplia convocatoria y despliegue artístico, entre las cuales destaca el Carnaval de Negros y Blancos (en la ciudad de Pasto), el Carnaval de Barranquilla y el Carnaval del Diablo o Riosucio, los tres han sido considerados Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.

En el Perú los carnavales se celebran de diversas formas, pero es en provincias donde se conserva más el espíritu carnavalesco original, con desfiles, comparsas y canciones representativas en cada región de costa norte, sierra y selva. En torno a la figura del Ño (contracción de «señor») Carnavalón -equivalente al Rey Momo brasileño- se organizan fiestas, bailes y homenajes que culminan con el entierro de este icónico personaje, que representa el espíritu de juerga y desenfreno que pasa al retiro al iniciar la Cuaresma. Aunque cada zona del país tiene sus propias manifestaciones musicales, gastronómicas y simbólicas, hay elementos comunes como el cortamonte -conocido como «cilulo» en el norte, «yunza» en el centro, y «umisha» en la selva- que consiste en subir regalos a la copa de un árbol, el cual es derribado por los pobladores quienes se lanzan para llevarse los presentes. En Ica, por ejemplo, el carnaval termina con el entierro del violín, como señal de que la fiesta terminó. Los carnavales más conocidos en el interior son los de Puno, Ayacucho, Arequipa y Cajamarca, además de la conocida pieza de huayno Pollera Roja (Puca Polleracha), que se canta y baila en Apurímac.

Para finalizar, en Lima el carnaval siempre ha tenido problemas por las tendencias de desorden público y violencia que han marcado sus principales costumbres. A pesar de que Lima es una de las capitales más asociadas al catolicismo, para la época previa a la Cuaresma se ha caracterizado por una preferencia por lo superficial, cosa que aun se mantiene en nuestros días. Los juegos con agua, talco, betún degeneraron progresivamente en los barrios populares, mientras que las fiestas de élite social contribuían a la división entre ricos y pobres, que finalmente condujo a una relajación absoluta del espíritu carnavalesco, asociado desde su origen histórico a la burla frente a la autoridad y la noción de igualdad resultante de esta libertad para hacer todo lo que uno quisiera en esos tres días previos al miércoles de ceniza. Una de las tradiciones limeñas más recordadas del carnaval en el siglo 20 son las fiestas de disfraces en la plazuela de Barranco, con desfiles, carros alegóricos, elección de reinas (una costumbre que también se sigue en provincias) y bailes de disfraces al ritmo del mambo y el boogaloo. Todo ello fue prohibido en 1959 por el gobierno de Manuel Prado. Desde entonces, la superficialidad, el comercio y el descuido son comunes en carnavales limeños, con poco espacio para la sana diversión y el trasfondo simbólico original de esta conocida fiesta previa a la Semana Santa.

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