Día de la Secretaria: Celebrando a las verdaderas jefas de cada oficina
Este jueves 26 se celebra el Día de la Secretaria. Millones de mujeres en el mundo -y algunos hombres- dedican su vida al trabajo de secretaria/o de empresarios, políticos, deportistas, personajes públicos, artistas exitosos o sencillamente hacen funcionar toda clase de oficinas, desde las más encopetadas y gerenciales hasta las más operativas o de campo. Y todas ellas son, en sus respectivos ámbitos, las profesionales más importantes porque manejan toda la información al detalle: fechas y horas de reuniones, números de teléfonos, direcciones electrónicas y direcciones reales. Si la secretaria falta una semana al trabajo, la oficina se convierte en un caos. Esa anónima importancia merece desde hace ya varios años, que se les celebre un día como reflejo del agradecimiento que se les debería brindar todo el tiempo. En esta nota, historias interesantes de secretarias importantes en distintos ámbitos y épocas.
Freda Kelly tiene actualmente 72 años. Debería ser famosa y millonaria, puesto que fue la secretaria personal de The Beatles entre 1961 y 1971, durante once largos e intensos años. En esa década ella recibió y clasificó las miles de cartas que fans enamoradas de todo el mundo les escribían a John, Paul, George y Ringo; mantenía al día la agenda de Brian Epstein, el ocupadísimo manager del grupo hasta su prematuro fallecimiento en 1967 y del productor musical y quinto Beatle, George Martin, fallecido a los 90 años de edad el 2016. Sin embargo, Kelly disfruta en su dignísima tercera edad de un anonimato que, de vez en cuando se rompe, como cuando se estrenó Good ol’ Freda (2013), un documental en el que ella cuenta cómo vivió esos años de vértigo contestando llamadas, tomando notas, ahuyentando periodistas y hasta haciendo las veces de confidente de estos cuatro músicos ingleses que alborotaron la cultura popular en los años sesenta.
La historia de las secretarias está estrechamente relacionada a uno de los inventos más extraordinarios del siglo 19: la máquina de escribir. En 1868 el inventor norteamericano Cristopher Latham Sholes patentó la primera máquina de escribir, cuyo prototipo había sido inventado, a su vez, por el inglés Henry Mill. La hija de Sholes, Lillian, es considerada la primera secretaria de la historia, debido a que fue ella la que se dedicó a comercializar y popularizar su uso, en conjunto con una de las hijas de Eliphalet Remington, el fabricante de armas que produjo los primeros lotes de máquinas de escribir y cuyo apellido se convirtió en identificación de estas primeras herramientas de tipografía mecánica.
El trabajo de una secretaria es vital para el desenvolvimiento ordenado y eficiente de toda oficina, grande o pequeña y, actualmente, debido a la diversificación de las actividades económicas, sociales y políticas que ha experimentado el mundo moderno, una secretaria ha trascendido la función de “tipear las cartas que les dicta el jefe” y se ha convertido en experta organizadora de eventos, planificadora de agendas de diversos tenores e importancias. Con todo ello, una de las principales características de las secretarias sigue siendo precisamente lo relacionado con la discreción.
Sin embargo, el trabajo de las secretarias y su importancia en el mundo real es mucho más amplio y diverso que el de la simple señorita que termina enamorándose de su jefe. Hay oficinas que, literalmente dependen de la secretaria y las más eficientes pueden pasar vidas enteras en el cargo, por la extremada confianza y conocimiento que llegan a adquirir de las actividades de la empresa en general y de su jefe en específico. Por ello, cada 26 de abril -fecha que se instituyó en 1952 en EE.UU. por iniciativa de la Asociación Nacional de las Secretarias, y que en nuestro país comenzó a celebrarse recién desde 1980- las empresas agasajan a sus secretarias, desde las que trabajan con altos ejecutivos hasta las de jefes de mando medio, para agradecerles su abnegación, compromiso institucional y lealtad a prueba de balas.
La historia nos ha dejado también casos extraordinarios de secretarias. Por ejemplo tenemos a Gertraud Humps-Junge, más conocida como “Traudl”, la legendaria secretaria de Adolfo Hitler entre 1942 y 1945, que conoció de cerca al Führer, a quien consideraba un “buen jefe y una figura paterna”. Tras el suicidio de Hitler, Traudl fue arrestada e interrogada, para luego ser liberada al no ser autora de ningún crimen. O Helen Gandy, que fue la única secretaria que tuvo Edgar J. Hoover, jefe máximo del FBI, entre los años 1918 y 1972, es decir durante 54 años. Tras la muerte de Hoover ella se encargó de desaparecer todos sus archivos personales. Hoover la consideraba “indispensable”. En nuestro país quizás la secretaria más (tristemente) célebre sea Matilde Pinchi Pinchi, quien fue la persona de mayor confianza de Vladimiro Montesinos durante 2 años, entre 1998 y 2000, tiempo en el que vio desfilar y hasta entregó ella personalmente dineros oscuros en la sala del SIN, y que cuyas confesiones como colaboradora eficaz fueron fundamentales para desenredar la madeja de los delitos contra el Estado peruano cometidos en esa época por el asesor de Alberto Fujimori.
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