La historia de los Juegos Olímpicos: De Atenas a Río de Janeiro
Convencionalmente se piensa que las noticias sobre deportes interesan mayoritariamente al público masculino, sin embargo los Juegos Olímpicos concitan la atención de todo el público, de manera transversal, porque constituye un conjunto de simbolismos que van desde lo histórico y heroico a lo inclusivo e integrador, en una combinación de elementos que genera mucha expectativa, en hombres y mujeres, a nivel mundial. Adicionalmente, y a diferencia del deporte corporativo de nuestros tiempos, las Olimpiadas aun conservan esa aura de autenticidad y vergüenza deportiva asociada a valores como las buenas prácticas, la identidad de las naciones, la disciplina y el trabajo en equipo del que carecen, por ejemplo, los campeonatos mundiales o interclubes de fútbol, atravesados por millonarios contratos de publicidad, auspiciadores y personajes que, además de jugadores, coquetean todo el tiempo con las pasarelas y las revistas de espectáculos. Y no es que las Olimpiadas postmodernas (que podríamos ubicar a partir de Los Angeles 1984, estén libres de esos temas, sino que han logrado integrar esa naturaleza épica, casi mística -recordemos que el Olimpo es el hogar de los dioses de la antigua Grecia- con toda la espectacularidad de los tiempos actuales, con super preoducciones audiovisuales y grandes despliegues técnicos y deportivos para hacer de estas justas deportivas unas experiencias convocantes e inolvidables. A solo unas horas del inicio de Río 2016, repasemos algunos datos interesantes sobre la historia de los Juegos Olímpicos.
Este viernes 5 de agosto se inician los XXXI Juegos Olímpicos de la Era Moderna, en Río de Janeiro, la segunda ciudad más poblada del Brasil, que recibirá a más de 10,000 atletas de los cinco continentes. Durante 16 días, hasta el 21 de agosto, millones de espectadores -entre público asistente a las diferentes sedes y coliseos destinados a cada una de las 28 disciplinas programadas y televidentes alrededor del mundo- disfrutarán de la emoción del triunfo y la angustia de quienes ven cómo las preciadas medallas se alejan de sus posibilidades; y tendrán la oportunidad de ver de cerca a los mejores atletas del momento, en deportes poco comunes como el atletismo, la gimnasia, la equitación, el ciclismo y muchas otras.
La historia de esta competencia se ubica hace siglos atrás, en los llamados Juegos Olímpicos de la Antigüedad, que se realizaron en la Grecia ancestral durante cuatro siglos, entre los años 776 y 393 antes de Cristo. El término “olimpiada” surge como una medida de tiempo, en concreto, cuatro años. Cada olimpiada -es decir, cada cuatro años- se declaraba entre los pueblos de Grecia la paz olímpica para que los atletas atravesaran sus ciudades para competir ante Zeus en búsqueda del honor y la gloria, representada por una corona de laurel. Las disciplinas estaban divididas en 3 grupos: atléticas (carreras, saltos), luchas e hípicas (carreras de carruajes), además del Pentatlón o competencia múltiple de cinco disciplinas: salto, lanzamiento de disco, jabalina, velocidad y lucha que era, según Aristóteles, ganada por los “hombres perfectos”. A diferencia de las Olimpiadas modernas, en estas solo competían hombres libres, e incluso habían competencias musicales.
Las Olimpiadas tal y como las conocemos actualmente -los Juegos Olímpicos de la Era Moderna-, comenzaron a fines del siglo 19, exactamente en el año 1896, y se hicieron precisamente en Atenas, la capital de Grecia, a instancias de un profesor de historia francés de nombre Pierre Freddy, más conocido como el Barón de Coubertin. Conservando el nombre de Olimpiadas o Juegos Olímpicos, el certamen deportivo se convirtió con el tiempo en uno de los eventos más esperados y populares del mundo, construyendo su propia simbología y códigos de gran significación emocional que, al conjugarse con la competencia deportiva en sí misma, es generada de gran emoción y expectativa, además de ser motivo de integración de razas y credos distintos bajo un solo objetivo: la gloria del triunfo y el juego limpio, la solidaridad y el espíritu humanista que rodea a las competencias limpias ejecutadas por deportistas jóvenes, disciplinados y altamente calificados.
Las Olimpiadas siempre han generado noticias de interés extradeportivo: Por ejemplo, en los XI Juegos Olímpicos de Berlín (Alemania), de 1936, hubo múltiples controversias por la actitud de Adolfo Hitler, líder alemán de aquellos convulsionados años, quien se negó a estrechar la mano de Jesse Owens, atleta norteamericano negro que había ganado en tres importantes pruebas. En esa misma Olimpiada, la selección peruana de fútbol fue también víctima de una controversia al ser anulado su triunfo frente a la selección de Austria.
Salvo durante las épocas de las dos Guerras Mundiales -1916, 1940 y 1944- en que fueron suspendidos, los Juegos Olímpicos se han dado ininterrumpidamente cada cuatro años, y la preparación para su organización y cobertura mediática se han ido sofisticando con los años. En 1972, durante los XX Juegos Olímpicos de Munich (Alemania), se produjo una masacre en la que murieron un total de 17 personas entre terroristas palestinos, rehenes israelíes y policías alemanes. En las XXII Olimpiadas de Moscú (Rusia), en 1980, se produjo un boicot liderado por los Estados Unidos al que se plegaron más de 60 países. Para las siguientes, Los Angeles (Estados Unidos) 1984, el bloque soviético con excepción de Rumania, hicieron lo mismo, negándose a asistir a los juegos. En total fueron 26 países los que tomaron esta actitud.
Las Olimpiadas modernas tienen diversos símbolos como, por ejemplo:
El Fuego Olímpico: Lo más representativo de las Olimpiadas es la llama o fuego olímpico, que se mantiene encendido en una enorme antorcha llamada “pebetero”. El pebetero es un recipiente de la antigüedad que se usaba para quemar esencias aromáticas, perfumes como el incienso y para ritos ceremoniales religiosos. De hecho, es el único símbolo que se mantiene desde las Olimpiadas de la Grecia ancestral, pues el fuego se encendía en antorchas en el templo de Zeus durante los días de competencia. Desde 1936, esta antorcha es trasladada por los distintos países que participan de los juegos. En las versiones más recientes, el recorrido de la antorcha olímpica es cubierto por los medios virtuales con gran expectativa y, por lo general, es llevada en cada país por una personalidad del deporte. En la ceremonia de inauguración, se enciende el fuego olímpico y permanece vivo hasta el último día, en que se extingue marcando el final de los juegos.
La Bandera Olímpica: Fue creada por el Barón de Coubertin y estrenada en los VII Juegos Olímpicos realizados en 1920 en la ciudad de Amberes (Bélgica). Esta bandera es un verdadero símbolo de integración mundial, pues está compuesta de cinco anillos de colores diferentes, que representan a cada uno de los cinco continentes: azul representa a Europa, amarillo a Asia, negro a África, verde a Australia y rojo a América, sobre un fondo blanco. El círculo, según la teoría psicoanalítica de Carl Jung, representa la continuidad del ser humano. Esta bandera, universalmente conocida, es izada en la ceremonia de inauguración y permanece flameando en lo alto durante los días de competencia en todos los coliseos y escenarios donde se llevan a cabo los juegos.
Las Medallas Olímpicas: Desde los III Juegos Olímpicos de St. Louis (Estados Unidos) de 1904, se premia a los 3 primeros lugares con medallas de oro, plata y bronce, respectivamente. La entrega de estas medallas representa el premio al esfuerzo, destreza y talento de los deportistas en cada disciplina y se realiza en una ceremonia especial, en un podio de tres niveles. Actualmente se estila entregar diplomas y ramos de flores, además de entonarse los himnos nacionales de los países medalleros.
La Maratón: La prueba máxima de resistencia física en la que los competidores recorren 42 kilómetros. Es una de las competencias que -junto al lanzamiento de disco, jabalina, salto de longitud, carreras y lucha grecorromana- provienen de la era ancestral. Se dice que su origen se ubica en el año 490 antes de Cristo, tras la batalla de Maratón. Filípides, un soldado de Esparta recorrió corriendo, tras batallar el día entero, entre 35 y 42 kilómetros de distancia entre Atenas y Esparta para dar aviso a las tropas. Al llegar, exhausto, gritó “victoria!” y murió. La carrera es la competencia final de las Olimpiadas modernas, y la entrada del maratonista al estadio principal de los juegos es uno de los momentos cruciales de esas dos semanas. La primera maratón de mujeres se instauró en los XXIII Juegos Olímpicos de Los Angeles 1984).
El espíritu de los JJ.OO esta cifrada en el amateurismo, el coraje, la fuerza, resistencia e inteligencia sumada a la táctica y la estrategia como parte de la competencia donde se apela al respeto a las reglas de cada deporte que tiene como fin supremo al famoso “Fair PLay” juego limpio y al apotegma olímpico del “Citius, Altius, fortius…” más rápido, más alto, más fuerte…que tiene relievancia en nuestros niños y jovenes a lo largo y ancho de nuestro querido Perú.
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