Vacaciones útiles: ¿Todavía existen?
Hace dos o tres décadas, los períodos de vacaciones parecían más largos de lo que parecen ser en la actualidad. Desde mediados de diciembre, los alumnos -y nosotros, los maestros- comenzaban a olvidarse de las obligaciones del año lectivo y no volvían a pensar en ellas hasta fines de marzo. Eran tres meses completos para estimular la vida en familia, descansar y tener, en suma, oportunidades para crecer en el aprendizaje pero no a partir de cuadernos y tareas, sino de juegos y relaciones interpersonales. En medio de eso, los programas de vacaciones útiles servían como equilibrio para las vacaciones, para que -de una manera lúdica, entretenida- la comunidad estudiantil no perdiera contacto de manera total con su formación.
Así, hablar de vacaciones útiles era hablar de deportes, actividades artísticas y grupales. Hoy las cosas han cambiado en muchos aspectos de la educación y eso también ha modificado la idea de lo que se puede hacer en vacaciones.
Una semana antes de la Navidad se difundió una noticia en diversos medios televisivos, en la que hablaban de los problemas que van a experimentar los padres de familia para encontrar cupos de matrícula para sus hijos en el 2020. ¿Ni siquiera han comenzado las vacaciones de este año y ya estamos pensando en las matrículas del próximo?
Este hecho que aparentemente sería demostración de una profunda preocupación por el futuro de la educación para los más jóvenes, esconde en realidad uno de los más graves problemas de nuestro sistema educativo: la demanda de espacios en instituciones educativas públicas y privadas excede a la oferta de colegios y escuelas aptas para recibir a una población infantil en permanente crecimiento, por lo que los calendarios y las planificaciones terminan alterándose de forma tan dramática que afectan, de forma inevitable, el desempeño tanto de maestros como de alumnos.
Ver cómo los padres pugnan por conseguir un lugar para el próximo año antes de haber disfrutado de las vacaciones -las cuales también son importantes para el proceso de aprendizaje del niño o adolescente pues estimula la creatividad, la libertad, el descanso positivo- es una nueva fuente de estrés emocional asociado a la educación. En ese sentido, cabe preguntarse si todavía existe el concepto de "vacaciones útiles", tan extendido en décadas pasadas.
Durante las vacaciones útiles, los alumnos tienen la inmejorable posibilidad de ejercitarse, estimular su mente a través de actividades creativas e interactuar con sus pares en contextos diferentes al de la rígida agenda programada en clase. Asimismo, permite reforzar aquellas áreas de conocimiento en las que aun tienen problemas determinados alumnos, pero sin dejar de lado que son durante el periodo vacaciones que se realizan estas clases, con horarios y salones distintos.
En la actualidad, varios colegios aun ofrecen programas de vacaciones útiles que incluyen deportes como natación, fútbol, o artes marciales; así como la prácticas de artes -pintura, teatro, música- pero vale la pena preguntarse si, en estos tiempos en que la educación moderna se promueve como una combinación entre aspectos formales curriculares y aspectos lúdicos asociados al uso de la tecnología de la información; todo esto combinado con la duración cada vez más corta e imperceptible de las vacaciones tal y como las conocíamos -que los alumnos estén pensando antes de iniciarse en enero, en si tendrán cupo o no el próximo año lectivo-, si realmente tiene sentido hablar de la existencia y utilidad de las vacaciones útiles hoy en día.
Ustedes ¿qué opinan?
Deja una respuesta