1 de diciembre: Día Internacional de la Lucha contra el SIDA
Increíblemente, hablar del Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida-SIDA aun es un tabú en nuestro país. También de forma incomprensible, los niveles de desinformación que pueden corroborarse entre las poblaciones más jóvenes son muy altos, a pesar de vivir en una época en que se pueden conseguir toda clase de datos, crónicas, estadísticas, historias y consejos a través de la internet. Esto, además de reflejar lo mal orientados que están nuestros niños y adolescentes en relación a su manejo de la tecnología, propone un desafío para todos los educadores que entienden la necesidad de orientar a las nuevas generaciones para que cuiden su integridad física y salud. El VIH, es decir, el Virus de Inmunodeficiencia Humana que ocasiona el síndrome, continúa siendo una de las epidemias más nocivas en el mundo entero, en especial en poblaciones donde reina la extrema pobreza, la baja calidad de la educación y la promiscuidad. Hoy, Día Internacional de la Lucha Contra el SIDA, presentamos algunas reflexiones y datos sobre esta enfermedad que afecta a más de 66 mil peruanos, según datos del Ministerio de Salud.
Desde que el VIH-SIDA cambió la forma en que la humanidad veía las relaciones sexuales, hace más de tres décadas, se han realizado campañas informativas, películas, libros y propalado cientos de testimonios respecto de cómo prevenir y proteger nuestra salud. Los sociólogos pensaron que la mal llamada “peste rosa” -por su asociación con el ejercicio de la homosexualidad- contribuiría a reducir la escalada de promiscuidad que, por aquellos años, era ya un problema común en diversas sociedades.
Sin embargo, y a medida que se difundía información sobre el tema, las masas de los países industrializados le fueron perdiendo el miedo y el comercio sexual no solo no se detuvo sino que aumentó en proporciones inimaginables. Una tergiversada noción de autosuficiencia combinada con la imposición de modelos de comportamiento orientados al descontrol, sobre la base de que “cuidándose” no habría problemas, hicieron que la cantidad de pacientes con SIDA se incrementara también. Y nuestro país no fue la excepción.
¿Sabía usted que, hasta el año 2012, solo 23,500 casos de VIH-SIDA estaban recibiendo atención en los sistemas de salud pública nacional? De esta cantidad, alrededor de 19 mil eran atendidos por los hospitales de Salud Pública administrados por el Ministerio de Salud y el resto, esto es 4,500, por la red de EsSalud. Aunque no se manejan cifras oficiales y actualizadas, el grueso de los afectados -más de 40 mil personas en todo el país- pertenecen a sectores de extrema pobreza sin posibilidades de recibir ninguna clase de asistencia y solo un breve porcentaje se atiende en clínicas privadas de alto costo.
Los tratamientos para pacientes de SIDA, conocidos como TARGA -Tratamiento Antirretroviral de Gran Actividad- son sumamente costosos y muchas veces, los hospitales de salud pública dependen de donaciones privadas, colaboración de misiones extranjeras y ONG y ayuda voluntaria para mantener sus niveles de cobertura que, como se imaginarán, se encuentran en los sectores socioeconómicos más desprotegidos.
Pero a esta situación que se vive en nuestro país, hay que sumarle la terrible desinformación que hace que muchas familias decidan abandonar a sus seres queridos, cuando ellos padecen esta enfermedad, por considerar que el mínimo contacto con ellos los puede contagiar. La discriminación que sufren aquellas personas que, por llevar una vida desordenada -independientemente de su opción sexual- terminan infectadas con el VIH es uno de los temas de salud pública menos abordados desde el discurso oficial.
Por ello es importante reflexionar sobre estos asuntos hoy, 1 de diciembre, Día Internacional de la Lucha Contra el SIDA, más allá de las campañas comunes y corrientes difundidas en los medios de comunicación nacionales. El objetivo de la ONU es, desde 2011, “llegar a cero”. Esto significa que, según algunos cálculos optimistas, para 2030 se espera terminar con esta epidemia mundial. Pero ese propósito tan loable necesita y merece mayor atención de toda la sociedad que, muestra, a pesar de la gravedad de este tema, un preocupante nivel de indiferencia frente a aquellas cosas que, objetivamente, son las causas de su expansión.
Los estigmas que rodean a esta enfermedad se resumen en dos temas fundamentales: promiscuidad sexual y uso de drogas a través de inyecciones. La prevención no tiene que ver con prohibiciones de ningún tipo pues está comprobado que ese acercamiento al problema lo que hace es empeorarlo. Pero sí es necesario tomar más conciencia respecto de la necesidad de protegerse, en el caso de los adultos; y erradicar las prácticas de intercambio de jeringas para el consumo de ciertas drogas llamadas “duras”.
Por otra parte parece una contradicción ver que, en paralelo con las campañas informativas de prevención y protección dirigidas a los jóvenes -adolescentes de últimos años de secundaria sobre todo- los programas de televisión más sintonizados de la televisión comercial basan sus argumentos en vivencias falsas de personajes que exponen sus intimidades de cara a esos mismos adolescentes a los que luego se les pide control, cabeza fría y consideración de las consecuencias frente a aquello que no les corresponde ni hacer ni vivir aun, según sus edades.
La Lucha Contra el SIDA, más que ser un asunto declarativo de buenas intenciones, debe ser un verdadero llamado a la conciencia, y un compromiso real para contribuir con este propósito de la ONU, en beneficio de los seres humanos del futuro.
Deja una respuesta