Reflexiones Magisteriales: La vocación no lo es todo

La vocación no lo es todoEn esta entrega, nuestra especialista nos ofrece una mirada introspectiva acerca de nuestro desempeño docente, con miras a iniciar un examen personal que contribuya a plantear mejor nuestro desarrollo profesional. Todas estas reflexiones están abiertas al enriquecimiento e interacción, a través de sus comentarios, sugerencias y experiencias de trabajo y personales, las cuales pueden ustedes remitir como respuesta a este artículo o en cualquiera de nuestras redes sociales. Derrama Magisterial, institución de Seguridad Social del magisterio nacional, busca hacer que nuestra comunidad virtual de docentes siga creciendo como hasta ahora para compartir con más colegas, a nivel nacional, información de calidad y utilidad para revalorar la profesión docente. Y en esta semana, que es de celebración para toda la comunidad docente, es una excelente y propicia oportunidad para renovar nuestros compromisos como pedagogos, conscientes de la importancia que tiene para el desarrollo de nuestra sociedad nuestro rol como formadores de las nuevas generaciones, no solo para distribuir o brindar conocimientos sino, y sobre todo, para inculcar valores y servir de apoyo a los padres de familia en esta ardua tarea en un mundo cada vez más relativizado y sometido a los dictados de la modernidad, muchos de los cuales parecieran estar en las antípodas de lo que significa educar y valorar la integridad humana de los seres humanos a quienes nos toca servir como profesores. Feliz día a todos ustedes, maestros del Perú.


LA VOCACIÓN NO LO ES TODO EN LA LABOR DE UN MAESTRO

Lic. Yvette I. Ubillús

Pasado el primer momento de reflexión, en el que hemos organizado nuestras ideas y sincerado nuestros sentimientos acerca de las razones que nos motivaron a seguir la carrera magisterial, estamos un poco más claros acerca de lo que nos hace felices o no de esta profesión tan especial.

En esta ocasión continuaremos en esa dirección y vamos a darle a nuestras primeras respuestas el sentido que merecen, de tal manera que podamos hacer de ellas mejores recursos para nuestro desarrollo personal y profesional, y para disminuir los impactos negativos que nunca faltarán, como en todos los aspectos de nuestra vida.

Hoy que soy maestro o maestra me enfrento a diario a una jornada llena de retos. Es cierto que la mayoría de las profesiones tienen sus exigencias pero, sin duda, la labor de educar nos sitúa en una posición trascendental, pues de nuestro buen desempeño dependen no solo nuestras familias a través de los ingresos que generamos sino que en nuestras manos se encuentran los destinos de muchos niños y jóvenes en proceso de formación.

Por lo general, la opinión de las personas con respecto a nuestro desempeño como maestros está dividida: están los que pueden concluir que somos buenos profesores porque sus hijos rinden bien en clase o porque les gusta nuestro método de enseñanza, etc. Pero también están los descontentos por los resultados deficientes de nuestros alumnos, porque no concuerdan con nuestras prácticas educativas o porque tienen una escasa comunicación con los docentes.

En cualquiera de las dos posiciones, los maestros nos enfrentamos a la crítica, constructiva o no, a la mirada atenta de los padres, de la comunidad escolar, de la sociedad que demanda de nosotros altos perfiles de rendimiento en situaciones que no siempre son las mejores.

Mientras tanto, nosotros los educadores tenemos que llevar adelante nuestras clases con entusiasmo y metodología, capacitados apropiadamente, actualizados constantemente, manteniéndonos a la vanguardia para desarrollarnos laboralmente a plenitud. Por lo menos ese es el ideal de todo profesional que aprecia y disfruta su carrera.

Pero, en medio de todas estas exigencias personales y sociales, muy pocos se acuerdan de que los maestros también somos seres humanos, aspiramos ser más que los comunes y corrientes pero no estamos exentos de los avatares de la vida diaria en familia, entre amigos o en cualquier otro entorno en el que nos desenvolvamos.

Se exige mucho del maestro pero no se toma conciencia de que, en muchos casos, los profesores atravesamos por momentos difíciles que alteran nuestra estabilidad ya sea emocional, económica, familiar o en cualquier otro aspecto de nuestra existencia. Existen casos de maestros que tenemos que hacer lo mejor que podemos para cumplir con nuestras obligaciones con muy pocos o casi nulos recursos o en ambientes complejos por sus limitaciones.

Si somos sinceros, tal vez tendremos que aceptar que nuestra actitud muchas veces no es la mejor debido a que estas circunstancias adversas que podemos estar atravesando nos indisponen y hasta desaniman cuando el cansancio, la preocupación y la falta de mejoras se hacen constantes en nuestra rutina como educadores.

Quiere decir, entonces, que se trata de una realidad en la que hay más de un punto de vista y por ello una gran necesidad de crear conciencia acerca del mejor ambiente y condiciones para que todos los involucrados obtengamos lo mejor de esta valiosa labor. Todos debemos recibir alicientes y alcanzar logros pero juntos: maestros, alumnos, padres de familia, autoridades educativas y finalmente nuestra sociedad entera, pero siempre sobre las bases de una actitud sincera, abierta y transparente para llegar a los mejores resultados.

Por esas razones, en esta ocasión vamos a plantear una lista de 5 preguntas que nos ayudarán a examinar en qué punto se encuentra nuestra situación actual y cómo podríamos contribuir a mejorarla por nuestro bien y el de todos los demás:

1. ¿Me siento reconocido y valorado en mi labor como maestro?

2. ¿Corresponden mis expectativas de reconocimiento y valoración a mi labor docente con mis esfuerzos personales y profesionales por ser un mejor maestro en todo momento?

3. Cuando recibo críticas a mi labor docente ¿soy capaz de escucharlas sin resentimiento y con calma de tal manera que eso me sirva para descubrir mis errores o para reafirmar mis aciertos?

4. ¿A veces mis alumnos son los más afectados con las dificultades que me aquejan?

5. Si los demás reconocen y rectifican sus errores ¿yo estaría dispuesto a asumir los míos y hacer todo lo posible por mejorar?

Agradecemos sus numerosos mensajes, contándonos sus experiencias y como ya saben, si prefieren, convérsenlo en la comodidad de su círculo más cercano, familiares o amigos, más aún si lo consideran tan íntimo que no quieren compartirlo públicamente con nadie. En ese caso, solo reflexiónenlo personalmente y lleguen a una conclusión clara y sincera que les ayude a proseguir en este camino de autodescubrimiento.

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3 Responses to Reflexiones Magisteriales: La vocación no lo es todo

  1. Juan Pablo Matta Figueroa dice:

    El maestro debe despojarse de dogmas.

  2. Vicente Azañero Carmona dice:

    SI PARA SER UN VERDADERO MAESTRO HAY QUE LEER MUCHO A LOS GRANDES ESTUDIOSOS COMO: ENCINAS, VALLEJO, ARGUEDAS, FLORÍAN, EMILIO BARRANTES, JOSÉ INGENIEROS, ANIBAL PONCE, MARTÍ, MARÍA MONTESSORI ENTRE OTROS; Y EL AMOR POR LA EDUCACIÓN CAERÁ POR SU PROPIO PESO.

  3. David Figueroa Bedriñana dice:

    Respetable Educador, aprende a escuchar los consejos de los educadores y no la crítica de los que no lo son. Los primeros te enseñan sabiduría, los segundos hablan de lo que no han hecho nunca. La perfección espiritual de un educador es pretender ser un MAESTRO, esta majestad, es todavía, todavía un sueño que nace del corazón que dona la vida por la humanidad. Camino de dolor y lágrimas, de desencantos e ingratitudes, pero el oriflama que orla nuestra mente y nuestra vida entera, está más allá del Sol, pleno de felicidad por haber construido nuestro cielo con el corazón de nuestros niños.

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