2 de Agosto: Celebremos el ritmo del cajón peruano

A menudo se menciona que es necesario recuperar la noción de identidad desde las escuelas, desde las aulas. Y uno de los elementos más fuertes en la generación de identidad en un pueblo es su música. Si los argentinos se identifican con el bandoneón, los brasileños con la cuica y los venezolanos con la tambora, nosotros tenemos al cajón como la más grande contribución peruana al mundo de la música y los instrumentos de percusión. Un orgullo nacional con el que nos relacionan en el mundo entero, como ocurre con la marinera, el huayno y el pisco sour. El cajón peruano fue declarado, el 2 de agosto del año 2001, Patrimonio Cultural de la Nación. En esta nota encontrarás interesantes datos que puedes compartir con tus alumnos en clase:

 

¿Sabían ustedes que el cajón surgió en el siglo XVII como una creación ingeniosa de los esclavos negros peruanos durante el virreinato, ante la prohibición de tocar tambores dada por un edicto del virrey? Efectivamente, la iglesia -principal fuente de poder de los conquistadores- consideraba que el toque de tambores de procedencia africana era una práctica pagana, además de ser peligrosa pues permitía la comunicación de mensajes a larga distancia entre los esclavos, y fue prohibido. Entonces las poblaciones negras, buscando un vehículo para expresar rítmicamente sus vivencias, comenzó a usar cajones de madera en los que llevaban frutas. Poco a poco, su uso se fue extendiendo y su forma, modificándose, en una evolución que terminó por convertirlo en símbolo de nuestra música negra, a nivel nacional e internacional.

Obviamente muchos años han pasado desde aquellos tiempos. Hoy, el cajón es un instrumento global, sofisticado y admirado por músicos de los cinco continentes. Y es que su capacidad sonora y expresiva es rica en matices y sumamente orgánica. El cajón es el único instrumento en el mundo en el cual el músico se sienta para tocarlo, trasmitiendo su propio ritmo corporal a las vibraciones que se producen al pulsarlo con ambas manos de manera cadenciosa, dosificando la fuerza de acuerdo al sonido que se quiere crear. Sin embargo, la técnica inicial para tocar el cajón era llevándolo de pie.

El cajón moderno, tal y como lo conocemos, tiene las siguientes medidas: una base de 35 c.m. x 20 cm. de ancho, y una altura de 46 cm. El espesor de la madera es de 12 a 15 mm. Mientras más antigua sea la madera -y mejor si es de árboles como el cedro o la caoba- su sonido será mejor. En la parte trasera el cajón tiene un agujero central, que le da resonancia. Por ello, cuando el cajonero -así se llama al músico que lo toca- pulsa con la palma de la mano la parte central del cajón, el sonido es más grave. En la parte alta están los tonos más agudos, mientras que a los costados y áreas concéntricas se alcanzan sutiles matices y tonalidades medias. Los maestros del cajón peruano como Álex Acuña, María del Carmen Dongo, Juan "Cotito" Medrano, Eusebio "Pititi" Sirio o los ya fallecidos Rafael Santa Cruz y Julio "Chocolate" Algendones, entre muchos otros, generan diversos patrones rítmicos combinando toques a mano abierta y con los dedos, como un tamborileo.

¿Y cómo llega el cajón peruano a los escenarios del mundo? A través del recordado guitarrista español Paco de Lucía, genio de la música flamenca, quien recibió un cajón de manos de los músicos peruanos José "Pepe" Torres, Álvaro Lagos y Caitro Soto, durante una de sus visitas a Lima en los años setenta. De Lucía incorporó el cajón a sus conjuntos flamencos y desde entonces su fama se extendió en el mundo entero. Incluso durante un tiempo, públicos de Europa pensaban que el cajón era español pero los nuevos tiempos de la información a través de internet recuperaron los datos correctos y hoy nadie duda de la nacionalidad de este cajón, orgullo peruano.

 

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