Es bueno mirar la llegada del Año Nuevo con optimismo, pero ese optimismo debería venir en concordancia con actitudes más cuidadosas y consideradas con el entorno en el que nos movemos a diario. Los rituales celebratorios de la modernidad llegan cargados de excesos, bajo la premisa de que todo está permitido si se trata de “botar el Año Viejo” y en el camino, esos excesos pueden traer consecuencias funestas que echen por tierra los buenos deseos con los que comenzamos la fiesta. Por eso es necesario recibir el Año Nuevo con moderación, sin importar que la publicidad nos diga que hay que lanzar todo por la borda y entregarse a las interminables e ilimitadas fiestas, sin ningún autocontrol.
No se trata de no festejar, sino simplemente de hacerlo de manera juiciosa. Desde siempre hemos celebrado la llegada del Año Nuevo con reuniones familiares o entre amigos, fuegos artificales y brindis en los que prima la felicidad y la buena onda, además del alivio que genera que el año anterior se termine, de una vez, llevándose consigo todos los problemas y correrías que nos angustiaron en los meses pasados.
Pero ¿qué sentido tiene eso si durante la celebración misma nos exponemos a que nos suceda algo, a nosotros o a nuestros amigos? Las noticias del 1 de enero son siempre las mismas: accidentes trágicos en las carreteras, incendios a causa del uso indiscriminado de pirotécnicos, colapsos por excesos de todo tipo. Comenzar el año en los pasillos de un hospital no parece ser lo que uno quisiera al momento de hacer el primer brindis ¿verdad?
Dejémosles a los medios de comunicación los recuentos de noticias trágicas y recibamos este 2015 con esperanza y moderación, para que realmente comience en paz y tranquilidad. Celebrar es bueno, pero excederse puede resultar fatal.
¡¡¡ FELIZ AÑO NUEVO 2015 A TODOS NUESTROS AFILIADOS, LECTORES Y SEGUIDORES !!!
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