Camisa de once varas: ¿Conoces el origen de esta frase?
Cuando uno le recomienda a un amigo o familiar cercano que no intervenga en alguna situación que puede traerle problemas suele decir lo siguiente: “mejor no te metas en camisa de once varas“. ¿Qué extraña frase esa, no? ¿Qué es exactamente una “camisa de once varas” y por qué es tan peligroso tratar de meterse en una de ellas? La comprensión del sentido de esta frase, de uso muy frecuente en nuestro idioma español -aparentemente no tendría equivalentes en el inglés, como sí ocurre con otras frases o dichos populares- no es tan difícil como sí lo es determinar su origen, debido a que resulta obvio que, en los contextos en que se pronuncia dicha frase, “la camisa de once varas” es el equivalente a una situación, lugar, discusión o compromiso que contiene potenciales riesgos para quien decide introducirse en ella. aquí te lo contamos…
Una canción muy conocida del salsero nicaragüense Luis Enrique, titulada Date un chance -que cuenta la historia de un amigo que le ruega a otro que se aleje del consumo de drogas- muy popular en los años 90, utiliza esta frase en el mismo sentido, aseverando que el adicto “sigue metiéndose en camisa de once varas“.
El origen de la “camisa de once varas” se sitúa en la Edad Media, en la ceremonia de adopción que se realizaba en Castilla en la Edad Media y que consistía en simular un parto metiendo al adoptado por la manga de una camisa enorme, para sacarlo por el cuello de la misma. Cuando la criatura asomaba la cabeza, el padre lo besaba y quedaba así confirmado como hijo. Quien se metía en esta camisa iba a dar en una familia y a un lugar que no eran los suyos, lo que a veces, como parece sugerir la frase, especialmente cuando se adoptaba a jóvenes o adultos, no salía del todo bien.
El padre adoptivo debía meter al niño por la manga de una camisa grande hecha para la ocasión. Luego lo sacaba por la cabeza o el cuello de la prenda y el padre le daba un fuerte beso en la frente como prueba de la aceptación de la paternidad. En algunas regiones de Europa la ceremonia continúa vigente pero con la madre, con objeto de simular el parto.
Una vara era la medida usada antiguamente para cortar telas y equivale a 83.5 cm. Así, un lienzo de tela de 11 varas, que mediría algo más de 9 metros, se veía como una pieza enorme, larguísima. Por similitud, en la Edad Media se usaba ese término de “once varas” para referirse exageradamente a algo muy grande o muy largo. Y por extensión, el “11” se consideraba un número indefinido usado para expresar la idea de “muchos”.
Ejemplos de esta ceremonia los encontramos en distintas crónicas de la época. Incluso en la literatura, como muestra el romance de los Siente infantes de Lara, en el que se nos cuenta que doña Sancha Velázquez adoptó como hijo legítimo y heredero a Mudarra González, que se convertiría, con el tiempo, en el vengador de sus siete hermanos.
Volviendo a la ceremonia de adopción, la camisa que utilizaban era, por tanto, lo suficientemente grande como para meter la cabeza del niño por la manga y sacarla por el cuello sin problemas.
Sin embargo, como todo en esta vida, a veces las adopciones eran fallidas y el niño o los padres salían problemáticos, haciendo la vida mucho más complicada. Era entonces cuando se sugería al o a los protagonistas no meterse en camisa de once varas, y así evitarse problemas. Aun cuando este origen define la frase tal y como la conocemos ahora –no meterse en líos, no complicarse la vida- en el DRAE se consigna el siguiente significado: “Meterse en camisa de once veces es inmiscuirse en lo que no le incumbe o no le importa. Actualmente el significado es “Meterse una persona en asuntos o problemas que no conoce, que no le competen o que no reportan ningún beneficio”.
Por otro lado, algunos discuten este origen para la conocida frase y proponen uno diferente, a partir de otro dicho muy usado en ciertas regiones españolas: “entrar en cañiza de once varas”. En este caso, el origen puede rastrearse en las actividades pastoriles de la zona de Salamanca, donde los pastores, para resguardar sus rebaños durante la noche, los cercaban en una corraliza desmontable construida de cañas y telas, llamada “cañiza”.
El valor de la vara en España varía de una región a otra; una vara castellana, tres pies castellanos, son aproximadamente 84 centímetros. Con una cañiza de once varas castellanas, puede montarse una corraliza cuasi circular de poco menos de 6 m².El apiñamiento del ganado lanar en tan reducida superficie, hace prácticamente imposible poder desplazarse por la misma, y por ende, dificultoso de salir sin tropiezos.
Adaptado de Muy Interesante.es
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