César Vallejo (1892-1938): Una tristeza con matices

César VallejoDice el periodista César Hildebrandt que el Perú se comporta como «madrastra de sus propios hijos». Esta dura frase cobra sentido cuando uno revisa el archivo epistolario de nuestro gran poeta César Vallejo, en que cuenta sus penas a su gran amigo y también poeta Pablo Abril (hermano de Xavier Abril). Estas penas no eran solo de artista atribulado y melancólico por estar lejos de su patria (en ese entonces Vallejo vivía esforzadamente en París) sino que eran, básicamente, económicas, ya que nuestro célebre escritor andaba, como se dice coloquialmente, «con las justas», sin que nadie le reconociera su profunda valía en vida. Hoy que todos reconocemos y valoramos la obra poética y narrativa de Vallejo, a partir de análisis de expertos tanto nacionales como extranjeros, quienes lo catalogan como uno de los más finos cultores del vanguardismo y la poesía social, se habla mucho de «la tristeza vallejiana» como si únicamente se tratara de una característica de su naturaleza artística, cuando al parecer tenía origen en cuestiones más tangibles: la incertidumbre de no tener techo propio, el mal sueño, el hambre. Y como nada es lineal en el ser humano, tuvo también momentos de alegría en plena crisis, como demuestra el libro de Reynaldo Naranjo titulado César Vallejo en el Siglo 21. Aquí les ofrecemos una nota sobre este libro, publicada en el Diario La Primera por el periodista Marco Fernández:

A inicios de los ochenta, el poeta Reynaldo Naranjo recibe la visita del famoso fotógrafo “»Chino»” Domínguez. Entonces publicaba Naranjo con la revista “Talleres de Comunicación”. La fotografía refleja a un hombre en sus treintas, serio, en su ambiente de trabajo. Dista de la imagen de aquel escritor que, en entrevista, le bromeara con las respuestas al peruanista francés Roland Forgues y le contara, como recuerda, “puras mentiras”. No sabía entonces quién era ese francesito y las mentiras se publicaron junto con algunas verdades en el libro “Palabra viva” y se siguieron publicando y difundiendo en la última edición del mismo. Y Naranjo no ha tenido hasta ahora el ánimo para decirle la verdad a Roland Forgues.

Sin embargo, y paradójicamente, Naranjo ha aprendido temprano que a los escritores no se les conoce por su obra. La paradoja radica en el hecho de que para conocer, por ejemplo, al peruano César Vallejo no debemos equipararlo con la voz poética de “Poemas humanos” o con alguno de “Los soras”. Literatura es ficción. Así que se animó a contar algunas verdades desmintiendo la supuesta tristeza de Vallejo (un acierto) o la idea que tenemos sobre que murió abandonado por el Estado peruano (aunque suene a broma de buen gusto).

En 1978, por encargo de la Unesco, Naranjo investigó para “César Vallejo en el siglo XXI”, pero recién ahora pudo publicarla. La segunda edición se presentó la semana pasada, en vista de que la primera se acabó ni bien salió, dice.

Habla Naranjo
“Yo vivía en París en 1975 y me reunía mucho con Julio Ramón Ribeyro, que era agregado cultural del Perú en Francia. Y de ahí partió la idea de reconstruir el itinerario de Vallejo en Europa. Visité los dos cementerios donde peregrinó su muerte. Pude entrevistar a Alejo Carpentier, entonces agregado cultural en Francia; a Elsa Henríquez, hija de Helba Huara, que era la compañera de Gonzalo More, el más íntimo amigo de Vallejo. Cuando dicen que César Vallejo murió abandonado, de hambre, es mentira. En los archivos de la Embajada del Perú en Francia, yo pude rescatar algunos documentos. Está la relación manuscrita del secretario de la Embajada que llevó las cuentas de lo que gastó la Embajada del Perú y el Gobierno peruano en los cuidados de Vallejo. Quizá al único escritor que el Gobierno peruano ha querido tanto ha sido a Vallejo”.

La verdad de las mentiras
Parte de esta investigación fue publicada en “Culturas” de la Unesco o en “Camp de l’Arpa” de Barcelona, y más. Ahora, luego de más de 30 años, ha logrado recibir el apoyo de la Universidad César Vallejo para editar este libro.

“A inicios de los 30, se hizo tres o cuatro ediciones de ‘Rusia en 1931’, de Vallejo”, recuerda Naranjo: “Y jamás le pagaron sus derechos de autor. Vallejo le pedía incluso a Federico García Lorca que haga los trámites para que le pague esta editorial. Igual en ‘Variedades’, no le pagaban. Era pobre no porque no trabajara, sino porque no le pagaban”.

Un poema de Abraham Valdelomar a César Vallejo; la foto del solar en Barrios Altos donde Vallejo tuvo un romance con Otilia Villanueva, la mujer que quedaría embarazada del vate y de cuya suerte nunca más se supo, entre otras anécdotas, ha recogido Naranjo en este libro que recorre París, Madrid, Barcelona, Valencia; Barrios Altos, Santiago de Chuco…

Es el Vallejo que cocina; que baila y canta huaynos; el Vallejo dandy, como el que posa en La Moncloa (Madrid, España) y que aparece en la portada del libro, a sus 35 años de edad, gracias a la cámara de Emilio López de Romaña. “Paraba con la pituquería. Es un ‘dandy’”, asegura Naranjo.

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One Response to César Vallejo (1892-1938): Una tristeza con matices

  1. REYNALDO NAUPAY IGREDA dice:

    Modestamente quisiero decir que la alta sensibidad de las obras insigne bate, hace que pocos las entenderan. Gloria para Él.

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