César Vallejo: Un verdadero orgullo nacional
El 15 de abril de 1938 falleció, en París, César Abraham Vallejo Mendoza, uno de los peruanos geniales que más orgullo debería despertarnos. Y decimos debería porque, habida cuenta del lamentable descenso de la cultura general en nuestra sociedad, la figura de Vallejo, aunque sigue siendo reverenciada en círculos literarios y cultos, es absolutamente desconocida para las juventudes, atrapadas (a plena voluntad y gusto, por cierto) por las banalidades y vulgaridades de una televisión pensada y desarrollada desde la más tenebrosa infamia combinada con un obsesivo sentido comercial, incapaz de crear espacios para mantener vivo el recuerdo de quien es considerado, por otros países, como “el poeta más universal después de Dante”.
Vallejo murió de una enfermedad relacionada al paludismo, mientras ejercía la docencia en una universidad en la capital de Francia, país al que llegó en 1923, a los 31 años de edad. Dictaba la cátedra de Lengua y Literatura. Vallejo había huido del Perú, de la mediocridad del país en el que nació, agobiado por las deudas, la depresión y la necesidad de encontrar los ámbitos apropiados para que sus vuelos artísticos terminaran de florecer. Murió en París, como lo vaticinara en su famoso poema Piedra negra sobre una piedra blanca, pero no en jueves ni con aguacero. Era viernes, Viernes Santo para más señas. Y Vallejo, aunque sus apreturas económicas jamás lo abandonaron, había encontrado cierta estabilidad emocional junto a su amada Georgette.
La poesía de Vallejo, condensada en Los heraldos negros, Trilce (publicados en 1921 y 1922 respectivamente), Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz (ambos publicados póstumamente en 1939, un año después de su muerte); es una combinación de romanticismo y vanguardismo, que pone a prueba la capacidad de entendimiento de todo lector, la sensiblidad humana y las múltiples posibilidades de interpretar lo que los seres humanos comunes y corrientes conocemos como “tristeza”. Esas simas insondables de oscuridad a las que unos versos pueden conducirnos son las que precisamente definen como genial la pluma de este hijo de La Libertad.
Pero Vallejo, la persona, tal y como recuerdan diversos admiradores y estudiosos de su vida y obra, no era una persona triste. Era ocurrente, observador y muy alegre en sus círculos más cercanos. Esa dualidad, producto de su vida difícil, generó en él un permanente estado de creatividad, que se desbordó no solo en la poesía sino también en la prosa (como El tungsteno y Paco Yunque, de innegable corte social) contienen también mucho ingenio y crítica. La literatura peruana hasta entonces habia tenido una producción básicamente localista, aun en sus exponentes más cosmopolitas. Con Vallejo, el mundo se enteró que en el Perú también había escritores.
Tras setenta y cinco años, la poesía de César Vallejo languidece, paradójicamente, a causa de los medios de comunicación masiva, cuya avidez por lo comercial excluye en todos sus horarios la posibilidad de seguir cultivando su obra. Felizmente, su legado sigue vivo entre quienes amamos la literatura y, desde aquí instamos a los profesores a inculcar en sus alumnos el conocimiento y la admiración por César Vallejo. Es una tarea pendiente e imperativa de todos.
Uno de los grandes poetas peruanos..
Todo un maestro de Lengua Y Literatura..
Considerado entre los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX.
César Vallejo es ejemplo de la cultura Andina de La Libertad y del mundo de la Globalización, un hobre que lucho sin reclamar dadibas de nadie, parece que sigió los pasos de Jesucristo, por que él no amuerto sigue vivo, para mí fue un verdadero comunista y sigo sus pasos, sus obras es como la biblia,cada cual lo interpreta a su manera.