¿Cómo hacer para que nuestras clases sean emocionantes?
Ahora que está comenzando un nuevo año lectivo, miles de maestros deben estar haciéndose preguntas como estas: ¿Cómo conseguir que mis alumnos no se aburran en clase? ¿cómo consigo emocionarlos con lo que les voy a enseñar? La educación no solo es, como se viene diciendo desde hace algunos años ya, un acto mecánico de transmitir conocimientos, datos, fechas, conceptos. Esta transmisión será más efectiva si apelamos al aspecto emocional de los niños y adolescentes que tenemos en el aula, seres humanos en formación que reciben permanentemente estímulos externos que afectan su forma de ver el mundo a diario. La internet, la dependencia de los aparatos tecnológicos que caracteriza a la vida moderna son, de primera mano, grandes aliados para enriquecer la preparación de clases. Sin embargo, si el maestro no consigue emocionar a su público -sus estudiantes- todas las innovaciones tecnológicas pueden convertirse en agentes de distracción que impidan un buen aprendizaje. Ahora, el exceso de emoción también puede jugar en contra pues puede percibirse como una sobreactuación, un artificio, como los capacitadores en ventas que se la pasan gritando consignas, supuestamente para llamar la atención hacia una actitud positiva, generando en sus oyentes todo lo contrario. Las emociones humanas -la empatía, la sinceridad, la confianza- se cultivan, estimulan y transmiten con la mirada, con el tono de voz, con la sonrisa (el famoso efecto espejo según el cual si sonríes a los demás, los demás te sonreirán por reflejo e identificación) pero a través del tiempo, no de buenas a primeras. Y dominar este manejo de emociones es también una habilidad pedagógica que debemos desarrollar con metodología y respeto por quienes tenemos al frente (alumnos, colegas, padres). En este artículo, escrito por el experto español Francisco Mora de la web Educación Tres Punto Cero), se dan algunas claves sobre cómo aprende emociones el cerebro de un alumno:
Para Francisco Mora, la clave no está en fomentar las emociones en el aula, sino en enseñar con emoción. Por eso, un “profesor excelente es capaz de convertir cualquier concepto, incluso de apariencia sosa, en algo siempre interesante”.
A lo largo de su trayectoria profesional, Francisco Mora ha alternado su labor como docente -es, además de doctor en Medicina y Neurociencia, catedrático de Fisiología en la Universidad Complutense de Madrid y profesor adscrito de Fisiología Molecular y Biofísica en la Universidad de Iowa, en Estados Unidos- con la de investigador (en España y Estados Unidos) y la de divulgador. Tanto en sus conferencias, como en sus artículos y libros, se centra sobre todo en el funcionamiento del cerebro, en cómo aprendemos y la influencia que tienen las emociones en este proceso. El objetivo: acercar los avances de la neurociencia al público.
¿Cómo aprende el cerebro?
Aprender es un proceso que ya viene programado genéticamente en el cerebro de todos los organismos. Es la base de la supervivencia del individuo y de la especie, como lo puede ser comer, beber o la propia sexualidad. Aprender y memorizar en su esencia significa hacer asociaciones de eventos que producen cambios en las neuronas y sus contactos con otras neuronas en redes que se extienden a lo largo de mu-chas áreas del cerebro. Y, en su esencia, todos los cerebros usan los mismos mecanismos neurales de aprendizaje.
Y, en el caso concreto de un niño, ¿cómo aprende?
Un niño comienza a aprender desde el mismo momento del nacimiento, si no antes. Aprende en los primeros años a través de esos mecanismos básicos que son la imitación, la atención compartida y la empatía, como explico y pongo ejemplos en uno de mis últimos libros titulado Neuroeducación: sólo se puede aprender aquello que se ama.
¿Qué papel juegan los padres y los docentes en el aprendizaje de un niño?
Un papel trascendente, sobre todo en el aprendizaje de valores y normas. Los padres, con su lenguaje, su conducta y, con ella, el respeto a ciertos valores y normas, moldean, cambian la estructura física y química del cerebro del niño de una forma casi definitiva y, por tanto, su futura conducta. El maestro, definitivamente, colabora en ese proceso de manera esencial.
Ilustrador el artículo para los maestros que estamos en búsqueda de nuevas estrategias y como hacer que nuestros estudiantes aprendan con alegría y que estudiar sea un placer.
Interesante la orientación del profesor Mora, en verdad para motivar a los estudiantes tenemos trabajar con emoción.
Hoy que hablamos de resultados de las evaluaciones, es tan oportuno el artículo, a razón que muchos profesores, desconocen la estrategias metodológicas de enseñanza; aburriendo tantas veces a los estudiantes a diario. Solo imponen carácter ¿enseñanza represiva?