Curiosidades: Una historia de amor inspiradora

Curiosidades: Una historia de amor inspiradoraEn estos tiempos, la tecnología y su uso exagerado han alejado a las personas. Paradójicamente, esos aparatos que nos permiten estar comunicados e interconectados todo el día nos hacen más individualistas y solitarios, con los ojos pegados a una pantalla de 10 pulgadas y reemplazando la palabra al oído, la mirada cómplice y el abrazo por los emojis y carcajadas escritas (JAJAJA) que tipeamos con el rostro serio. Por eso es necesario reconectarnos con aquellas historias de amor que nos puedan inspirar, como la que nos cuenta el escritor y periodista ecuatoriano Carlos Suasnavas en esta nota publicada originalmente en el semanario Hildebrandt en sus Trece, donde se mezclan amor, inclusión y tragedia.

AMOR A PRUEBA DE GORILAS

por Carlos Suasnavas

En junio de 1963 Mildred Loving, de 22 años de edad, se sentó en la banca de un parque con un arrugado cuaderno entre sus manos y, entre lágrimas y sollozos, escribió una carta que decía lo siguiente:

"Mi marido es blanco y yo soy afroamericana. Nos casamos hace cinco años en Washington, porque sabíamos que en nuestro condado del estado de Virginia había una ley que prohibía los matrimonios interraciales. Al regresar a casa, recién casados, fuimos encarcelados, juzgados y obligados a abandonar el estado".

Su petición era sencilla: "Sabemos que no podemos vivir allí, pero nos gustaría volver juntos por última vez para despedirnos de nuestras familias y amigos". La carta estaba dirigida al entonces secretario de Justicia, Robert Kennedy, quien remitió la petición a la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos.

Hacía poco tiempo, un juez de Virginia les había dicho que si ponían un pie juntos nuevamente en el estado serían arrestados y encarcelados por un año. Se les acusaba de "cohabitar como marido y mujer, contrariando la paz, dignidad y buenas costumbres de la comunidad", de acuerdo con la legislación de Virginia, que condenaba los matrimonios interraciales. El juez además estableció que este destierro debía durar 25 años.

Mildred y Richard Loving se casaron en 1959 en el distrito de Columbia justamente porque sabían del impedimento para hacerlo en Central Point, Virginia, pueblo donde nacieron, se conocieron y se enamoraron. Apenas regresaron casados, empezaron a vivir como marido y mujer. Una noche, tres agentes allanaron la casa de la madre de Mildred, donde se instalaron, e irrumpieron en la habitación donde dormían Mildred y Richard. Los despertaron con la cegadora luz de una linterna y los sacaron como a vulgares delincuentes.

Ella tampoco quiso escribir en su carta sobre la humillación que sintió al pasar cinco noches en una cárcel infestada de ratas mientras su marido, porque era blanco, pasó solo una noche tras las rejas. Los Loving residieron en Washington durante cuatro años, rompiendo la prohibición de Virginia, que en aquellos años estaba vigente en 17 estados, hasta que Mildred se animó a pedir ayuda en su desesperada carta. 

El 12 de junio de 1967, casi 10 años después de su boda, la Corte Suprema eliminó la ley discriminatoria y dictaminó que cualquier prohibición o veto legal a los matrimonios interraciales era anticonstitucional. Solo ahí pudieron Mildred y Richard regresar juntos a su pueblo natal como marido y mujer.

Luego de la sentencia favorable el matrimonio rechazó innumerables solicitudes de entrevistas, apariciones públicas y homenajes. Mildred Loving solo se dedicó a seguir asistiendo a su iglesia y atender a su familia. Nunca se consideró una heroína ni nada por el estilo. Ella solo decía que lo hizo por amor. Decidieron seguir viviendo como una familia común y corriente, y lo lograron. Richard trabajaba duro en el área de la construcción que estaba en todo su apogeo en aquella época. Fueron un matrimonio feliz que llegó a tener tres bellos hijos y una casa con un gran jardín.

Lastimosamente todo era demasiado bello para ser cierto. Una tarde de 1975, Mildred y Richard iban en su automóvil por la carretera cuando de repente fueron embestidos por un conductor en estado de briedad. Él falleció y ella perdió el ojo derecho. Mildred nunca se volvió a casar a pesar de que enviudó a los 35 años. Pasó el resto de su vida asistiendo a la iglesia, educando a sus hijos y luego mimando a sus nietos. Cuando la acosaba la nostalgia solía tomar una foto de la pareja recién casada y una jarra de café para sentarse en el portal de su casa y recordar todo lo que tuvieron que luchar para ser felices, aunque esta dicha le fue efímera.

Desde entonces el 12 de julio se celebra el histórico fallo que reconoció su matrimonio. Se le conoce en Estados Unidos como el Loving Day, un día de celebración para las parejas interraciales.

Aunque Mildred falleció en mayo del 2008 se fue dejándonos un legado muy importante. Demostró al mundo y sus absurdas leyes que cuando amas de verdad no existen trabas ni murallas.

 

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