De mujer a mujer: Reflexiones acerca de qué se celebró el 8 de marzo
Bombones, ramos de flores, promociones en spa, personajes femeninos en la televisión y el cine que ofrecen paradigmas de consumo, liberación, independencia económica que, la mayoría de las veces, se encuentran en las antípodas de una generación que aun ve casos de extrema pobreza, discriminación racial, abuso psicológico, físico y sexual y muchas otras aberraciones en el tratao hacia la mujer. El abandono de las mujeres en zonas marginales de nuestra ciudad capital, o peor aun en las lejanías del interior del país, nos ponen frente a la necesidad de continuar reflexionando sobre este tema, el Día Internacional de la Mujer, aun cuando la celebración oficial, la de los discursos oficiales y los reportajes de índole comercial, se produjo hace una semana. La población magisterial está conformada en su mayoría por mujeres y es a ellas, maestras del Perú, a quien van dirigidas estas palabras, escritas por una mujer como ellas, que se plantea interesantes cuestiones de cara a lo que se ve en el común de la gente cuando se habla de «celebrar a la mujer moderna».
Reflexiones acerca del Día Internacional de la Mujer
por Lic. Yvette Irán Ubillús
Somos mujeres y, hoy, algunas de nosotras tenemos la oportunidad de realizarnos como personas, en lo profesional, intelectual, familiar, económico y todos los etcéteras que queramos añadir. Pero esas mujeres somos unas pocas en comparación a la población femenina que habita este planeta y que cada 8 de marzo tal vez no tiene siquiera la oportunidad de reparar en la existencia de un día es su honor.
Algunas mujeres hemos alcanzado metas y hemos conseguido ser autosuficientes, sin embargo, esas victorias en el terreno personal también tienen matices que prueban que aún nos queda un largo camino hacia la meta de ser más que mujeres u hombres, verdaderos seres humanos.
No me lo puedo callar. Las quiero mucho, pero no me lo puedo callar: casi ninguna tiene conciencia de para qué existe un día dedicado a la mujer. Y lo primero que se les viene a la mente es lo mucho que se lo merecen aunque no puedan fundamentar sus motivos, casi todas empiezan a pensar en lo duro que trabajan, en las labores del hogar, en todo lo que tienen que hacer. Pero eso es de lo que debemos estar orgullosas, de nuestra capacidad, está bien el reconocimiento pero tampoco es para llegar a extremos. Muchos hombres también hacen grandes esfuerzos y sacrificios a diario.
Entonces ¿para qué tanto Día de la Mujer? ¿Para salir corriendo a comprar ropa o zapatos porque nos los merecemos? ¿Para molestarnos si nuestro enamorado, novio o esposo no nos hace un regalo o no nos lleva a celebrar? ¿Para reafirmarnos en que somos fantásticas, bellas, modernas y demás perlas? ¿Para creer que siempre tenemos la razón?
Yo soy una de las primeras en reclamar cuando nos quieren minimizar, eso no está en discusión, una mujer no debe ser ignorada, ni subvalorada de ninguna manera, pero vamos a tomarnos un minuto para pensar que tampoco quedamos muy bien con este derroche de disfuerzos femeninos que en muchos casos rozan con el delirio y el engreimiento.
Todas las que pueden leer este artículo con fluidez ya deberían darse por bien pagadas, pues en el mundo existen más de 500 millones de mujeres analfabetas. También podríamos sentirnos afortunadas por la salud que tenemos porque al menos 800 mujeres mueren al día por temas relacionados al embarazo y otras 20 soportan sufrimiento por el resto de su vida debido a esto. Eso sin contar a las mujeres que viven en zona de guerra, en países aquejados por la hambruna, el frío y en otros donde abunda la trata de blancas desde que son niñas.
Y así podría seguir enunciando casos, pero claro no quiero deprimirlas en su día, ni mucho menos echarles a perder el relax en el spa, ni su maratón de The Sex and the City. Lo único que quiero es que no hagan el papelón de todos los años. Está bien que se quieran y se cuiden, qué bueno si podemos hacerlo porque contamos con los medios. Tampoco les pido que se enrolen en el Ejército de las Naciones Unidas para salvar a las mujeres del mundo. Para nada. Solo les pido que cuando les sobrevengan esas pequeñas tonterías o grandes momentos en los que hay que ser valientes no se desesperen, para eso somos mujeres y lo vamos a poder afrontar.
En el Día de la Mujer sería fantástico dar muestras de que cada vez somos más humanas, mejores madres, mejores amigas, mejores personas. Que podemos combinar nuestras obligaciones con todo lo que venga porque esa cualidad es inherente a nuestra naturaleza femenina y si bien necesitamos apoyo, como cualquier persona, no estamos en competencia con nadie por ser más poderosas, ni más influyentes, ni más determinantes, simplemente somos personas en búsqueda de un mundo mejor.
No se trata de negar que necesitamos descanso y trato amable de los demás, mismo que debemos retribuir a quienes nos rodean y si logramos ser más solidarias entre nosotras entonces haremos honor a este día, en el que se recuerda a mujeres que lucharon para ir conquistando derechos fundamentales y que hace más de cien años obtuvieron sus primeras reivindicaciones.
Es muy cómodo tener un día para nosotras por el que hemos luchado poco o nada. Muchas mujeres son madres, trabajan, cuidan de sus padres, administran un presupuesto reducido, mantienen el hogar cuidado y en orden y mil cosas más. Pero también muchas son abusadas físicamente, psicológicamente, sufren discriminación y muchas atrocidades más.
Mujeres, no nos distraigamos tanto con los brillos y las luces, basta de estar deslumbradas admirando a algunas marionetas televisivas que están más huecas que un abismo. Nos merecemos lo mejor que podemos ser nosotras mismas, en nuestra propia piel, en nuestra vida real. Merecemos tener más tiempo para compartir con nuestra familia, más tiempo para hacer algo por los demás, menos horas desperdiciadas en chismes ajenos y malos ejemplos.
¿Queremos que las mujeres sufran menos? Hagamos una lista de acciones que podemos poner en práctica con obtención de resultados reales y dejemos de pegar tanto afiche en internet con pensamientos muy bonitos pero que no llevan a la acción. En realidad estos esfuerzos se pueden aplicar del mismo modo para los hombres porque el ideal debería ser que no fuera necesario un Día de la Mujer, porque hemos alcanzado el equilibrio y la armonía en la humanidad.
Si ese es nuestro compromiso podríamos empezar por:
- Inspirar a las niñas a tener sueños personales, a no cimentar toda la felicidad en una relación de pareja, que es importante pero que puede y debe convivir con la realización individual.
- Hablar de sexo con las jóvenes, de manera respetuosa e informada, para disminuir el embarazo adolescente que tanto afecta la vida de estas niñas y la de los hijos que traen el mundo.
- Apagar esa televisión local que le muestra a nuestras niñas tanta frivolidad y superficialidad, donde se idealiza lo irreal porque los modelos de su admiración son simples asalariados de la televisión, que viven del escándalo barato.
- Inculcar el amor hacia nosotras mismas, con la cara que tenemos, con nuestro color, nuestra talla, para que esos temas no se conviertan en piedras en el camino a la realización de una estabilidad emocional sana y con mejores perspectivas para el futuro.
- Enseñar el valor de ser feliz con lo que tenemos. No está mal esforzarse por mejorar en la vida pero no debemos vivir lamentándonos de lo que nos falta, debemos sacarle provecho a lo que nos ha tocado y si podemos compartir no dudemos en hacerlo de manera solidaria. Lo material va y viene y no garantiza la felicidad.
- Demostrar que nos preocupa la situación de la mujer manteniéndonos informadas, informando a otras mujeres, preparándonos cada vez más para procurarnos una vida mejor.
- Tomar decisiones producto de la reflexión y no empeñarnos en repetir como autómatas que “lo queremos todo” o que «hacemos lo que queremos», porque tal vez sea mejor querer lo que podemos hacer bien y no sacrificar a otros por no haber planificado nuestra propia vida.
Es un reto estar a la altura de un Día de la Mujer pero sería mejor ser una mujer plena cada día común y corriente.
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