Enfoque de género: Un tema trascendente
Las recientes declaraciones de una congresista de la República, según las cuales "la ideología de género produce enfermedades como cáncer y sida", en el contexto de argumentación de un proyecto de ley ponen sobre la mesa la urgente necesidad de superar diversas vallas de educación, cultura, respeto y sentido común antes de siquiera sentarnos a discutir sobre un tema tan elemental y trascendente como el de la búsqueda de igualdad o equidad de condiciones y oportunidades para los géneros masculino y femenino, además de estimular, en una sociedad educada y consciente de sus múltiples dimensiones, el respeto a la orientación sexual en ámbitos sociales, laborales. Asimismo, demuestra que estamos todavía muy lejos de alcanzar una línea de base mínima que nos permita legislar y comportarnos como una sociedad capaz de erradicar los crimenes contra mujeres (feminicidios), abusos de todo tipo y fobias anacrónicas y poco sostenibles desde un punto de vista humanista.
"Hipersexualizar a la niñez y la adolescencia" es una de las frases más usadas por colectivos de raigambre religiosa, utraconservadora para atacar a un sistema educativo, aun no establecido, que busca colocar entre sus líneas directrices el denominado Enfoque de Género, como está contenido en el últmo texto revisado del nuevo currículo para la Educación Básca Regular, el mismo que por este tema ha tenido diversos cuestionamientos que solo han ocasionado el atraso de su necesaria implementación. Sobre la base de una supuesta "ideología de género" esta postura ha generado diversas, variopintas y en muchos casos exageradas y pintorescas conclusiones respecto a la famosa "hipersexualización", un hecho que sí existe pero cuyos agentes no se encuentran en las aulas ni mucho menos.
Los educadores que poseen una clara concepción del respeto y las diferencas elementales -biológicas, fisiológicas, emocionales- entre hombres y mujeres saben que la principal intención del enfoque de género aplicado a la currícula escolar es brindar una enseñanza que promueva las relaciones horizontales entre niños y niñas, para alcanzar un estado de cosas en el cual se erradiquen o reduzcan a su mínima expresión aquellos estereotipos sociales que, en mentalidades retorcidas o anacrónicas, terminan sirviendo de enfermiza "justificación" para el abuso sexual, físico o psicológico, el maltrato familiar e incluso para el asesnato artero y cruel. Estereotipos que tienen que ver con roles familiares y de pareja, pero también con capacidades intelectuales o psíquicas, que deben desaparecer para garantizar la equidad entre mujeres y hombres, tanto como la tolerancia a las diferentes orientaciones sexuales existentes, más allá de opiniones y debates sobre el tema.
Es curioso que, en ninguno de los discursos que hablan de la "hipersexualización de niños y niñas", aparezcan los principales promotores de este estímulo precoz del despertar sexual: los medios de comunicación masiva. Programas que bajo la fachada de "concursos y competencias físicas" muestran a diario relaciones fuertemente marcadas por aspectos relacionados a la imagen atractiva, la sensualidad e incluso la vida íntima, mostrando las idas y venidas, cambios de parejas, encuentros, desencuentros y reencuentros sexualizados cuyo público objetivo son niños y adolescentes a nivel nacional. Las imágenes llegan a ser tan grotescas que varias veces se han alzado voces de protesta frente a su elevado rating, publicidad y vigencia. Sin embargo nadie los señala bajo mla coartada del "control remoto". Incluso una de las productoras de estos espacios declaró en una ocasión que sus propios hijos no veían esos programas porque "ella no se los permitía".
En las aulas de colegios mixtos, los maestros se enfrentan a esta fuerte resistencia que impide que sus esfuerzos por educar en la tolerancia y la vivencia de una niñez normal, que no se adelante a su propio desarrollo: lo que los alumnos ven y consumen en televisión y redes sociales. Ninguna lectura ni análisis, ningún curso intensivo será capaz de ubicarse por encima de estos contenidos difundidos a todas horas en las preferencias infanriles. Si a eso sumamos el sistema de prejuicios instalado en nuestras sociedades, en el que predominan el machismo, el clasismo y la homofobia como formas normales de comportamiento, el panorama se presenta cada vez cuesta arriba para quienes soñamos con una educación y una comunidad libre de estas taras sociales.
El documental La escuela del silencio (Unicef, 2015) es un buen ejemplo de cómo los prejuicios frente a qué corresponde a cada género afecta la educación de niños y niñas en el interior del Perú. La postergación de un enfoque de género, que debe estar en permanente desarrollo, análisis y evolución, solo retrasa las cosas. En lo que va de este 2019 -casi veinte días- ya hemos visto siete casos de feminicidio. Por otro lado, la existencia de orientaciones sexuales alternas a lo masculino/femenino no puede seguir siendo pasada por alto o mal definida, pues se genera más confusión entre los más pequeños.
El enfoque de género requiere de educadores con buena información, cultos y de sentido humanista, que se apoyen en legisladores y autoridades gestoras que tengan las mismas características, para que se dirijan adecuadamente a las verdaderas fuentes del problema y no se pierda tiempo valioso en discusiones que van de lo erróneo a lo disparatado, para dar a este tema la dimensión trascendentalo que tiene y merece.
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