Grandes Personajes de la Humanidad: John Dewey (1859-1952)
En el universo de las ciencias pedagógicas, como en todas las demás actividades y profesiones humanas, existen personajes que marcaron la pauta en las épocas en que estas disciplinas recién estaban tomando forma dentro de la sociedad moderna, que hoy se encuentra en la llamada Era de la Información. Los educadores que pusieron la primera piedra en cuanto a formalizar la docencia no solo como transmisión de conocimientos sino que herramienta para consolidar valores colectivos como la democracia, el bien común; e individuales como la liberación personal a través del aprendizaje, hoy son considerados como los padres fundadores de nuestra profesión y, aunque sus enseñanzas vienen siendo atropelladas por el utilitarismo de maestrías sin sustancia, colegios y universidades guiadas por criterios comerciales de negociante y una plataforma de medios de comunicación que se erige como principal enemigo de la buena educación, aun resuenan en las mentes y corazones de los buenos docentes, que conservan la mística educativa y la combinan con los adelantos tecnológicos y cambios sociales de nuestro tiempo. A ese grupo de padres fundadores pertenece John Dewey, educador norteamericano de gran influencia en los primeros años del siglo 20.
John Dewey fue un filósofo, psicólogo y educador norteamericano cuyas ideas han sido muy influyentes en la educación y la reforma social. Dewey es una de las principales figuras asociadas a la filosofía pragmática y es considerado uno de los fundadores de la psicología funcional. Conocido intelectual de su tiempo, fue una voz importante en la educación progresiva y el liberalismo. Aunque Dewey es básicamente conocido por sus publicaciones acerca de educación, se ocupó también de otros temas como la epistemología, la metafísica, estética y arte, lógica, teoría social y ética.
El tema transversal de los escritos de Dewy fue su profunda convicción democrática, ya sea aplicada a la educación, la política, la comunicación o el periodismo. Como él mismo dijo en 1888, mientras estudiaba en la Universidad de Michigan: «La democracia y la idea ética de humanidad son sinónimos para mí». Conocido por su defensa de la democracia, Dewey consideraba a las escuelas y la sociedad civil como dos temas importantes que necesitaban reconstruirse para estimular la inteligencia experimental y la pluralidad de ideas. Dewey sostenía que la democracia completa no solo consistía en extender el derecho al voto político sino también en asegurar que exista una opinión pública formada, a través de la permanente comunicación entre ciudadanos, expertos y políticos, siendo estos últimos sujetos de escrutinio público por sus actos y decisiones.
Resulta notable comprobar la actualidad del pensamiento pedagógico de John Dewey. Sus escritos resultan una fuente inagotable de ideas, conceptos y propuestas que, a casi un siglo de ser elaborados -recordemos que Educación y democracia, seguramente su obra clave, fue escrita en 1916- siguen interpelando agudamente nuestras prácticas. La escuela como motor de transformación social democrática, el lugar que los intereses de los alumnos pueden ocupar en la práctica cotidiana en el aula, el rol creativo de los docentes, entre otras cuestiones, plantean aún hoy desde los textos de Dewey interesantes desafíos a quienes se interesen por su obra.
Dewey afirmaba, por ejemplo, que el alumno es un sujeto activo, y que es tarea del docente generar entornos estimulantes para desarrollar y orientar esta capacidad de actuar. De este modo, es el maestro quien debe conectar los contenidos del currículum con los intereses de los alumnos. También entendía que el conocimiento no puede ser impuesto desde afuera o transmitido en forma repetitiva, dado que en esa imposición ciega el alumno pierde la posibilidad de comprender los procesos que permitieron la construcción de ese conocimiento. Según Dewey, «El diálogo no agota la experiencia cuando esta se hace común, ni aquel cesa entonces, sino que la comunicación es dialéctica y reconstruye la experiencia, es decir, la inquieta, la motiva a renovarse. Por ello, el maestro debe obrar de tal manera que aumente el significado de la experiencia presente».
También es sorprendente que, mientras Dewey postulada estas ideas educativas en los Estados Unidos, en años previos a la Gran Depresión de los años 20, en nuestro país tuvimos también mentes preclaras capaces de elaborar ideas similares, de estimulación a la libertad y el aprendizaje basado en la experiencia y el respeto al alumnado, como José Antonio Encinas, promotor de la Escuela Nueva, que desde la década de los años 30 enarboló, desde Puno, una transformación de nuestra forma de educar, transformación que aun hoy, 80 años después, no solo no ha ocurrido sino que ha sido puesta de lado para privilegiar un modelo educativo con parámetros numéricos y absoluta carencia de profundidad analítica, artística, emocional y técnica-laboral.
La escuela, según John Dewey, debe concebirse como una herramienta de reconstrucción de la sociedad, y el docente se convierte en el guía y orientador de sus alumnos. En ese sentido, pretendía formular sobre nuevas bases una propuesta pedagógica en oposición a la escuela tradicional y antigua. Pensaba que la nueva educación tenía que superar a la tradición no sólo en los fundamentos del discurso, sino también en la propia práctica. Sin embargo, no existe un método Dewey para ser aplicado. Dewey estima que la praxis educativa implica un manejo inteligente de los asuntos, y esto supone una apertura a la deliberación del educador en relación con su concreta situación educativa y con las consecuencias que se pueden derivar de los diferentes cursos de acción.
La propuesta metodológica de Dewey consta de cinco fases:
- Consideración de alguna experiencia actual y real del niño.
- Identificación de algún problema o dificultad suscitados a partir de esa experiencia.
- Inspección de datos disponibles, así como búsqueda de soluciones viables.
- Formulación de la hipótesis de solución.
- Comprobación de la hipótesis por la acción.
Dewey mostró un sentido práctico para planificar y desarrollar un currículum integrado de las ocupaciones (actividades funciones ligadas al medio del niño), incluyendo previsiones de desarrollo del programa en ciclos temporales cortos.
«Una inspección cuidadosa de los métodos que han sido permanentemente exitosos en la educación formal revelará que su eficiencia depende del hecho que ellos vuelven a la situación que causa la reflexión fuera del colegio en la vida ordinaria. Le dan a los alumnos algo que hacer, no algo que aprender; y si el hacer es de tal naturaleza que demanda el pensar o la toma de conciencia de las conexiones; el aprendizaje es un resultado natural.”
John Dewey falleció el 1 de junio de 1952, a los 92 años de edad.
Excelente esta página, que nos hace evocar la trayectoria de Jhon Dewey y su valioso aporte a la Educación, hoy en día decimos experiencia vivencial y el decía partir de la experiencia del niño, de lo que le interesa para lograr aprendizaje, también partir de un problema y formular hipótesis, luego comprobar con la acción o sea demostrar la posible respuesta. Un legado de 92 años de trayectoria en la investigación, es un honor para todos los educadores conocer la vida de este insigne personaje. Felicitaciones a la Derrama Magisterial por este B
log.
muy interesante así es , a través de la educación es relevante fomentar la cultura dela democracia.