La historia de Perogrullo ¿quién era?

1Seguro que más de una vez hemos escuchado la frase “esa es una verdad de Perogrullo”. La escriben en periódicos, la dicen en reportajes, la mencionan personajes de la política y otros profesionales. Nuestro idioma es muy rico en variaciones y giros expresivos. En ese sentido, es necesario conservar el uso y la vigencia de expresiones que le dan más prestancia al castellano, sobre todo en esta época en que todo parece reducirse a combinaciones de teclas e íconos. Como maestros, inculquemos en nuestros alumnos esta clase de conocimientos, es vital para conservar la riqueza de nuestra lengua romance. Sin embargo, muy pocos saben su verdadera procedencia y significado. En esta nota, tomada del blog Quiero Hablar, un didáctico repaso por el origen de esta curiosa frase, usada habitualmente para denominar un hecho o afirmación que es demasiado obvia o que peca de redundante. Tengan por seguro que en estos tiempos de campaña electoral, las perogrulladas serán moneda corriente en las pantallas de televisión, las páginas de periódicos y cabinas radiales. Estarán a la orden del día.

“Es una Verdad de Perogrullo”. Miles de veces hemos escuchado y/o leído a periodistas, escritores, analistas, políticos, columnistas y demás profesionales ligados al ámbito de las ciencias sociales utilizar esa frase. Y por lo general, tiene un sentido abiertamente despectivo, como para desautorizar o minimizar el peso de alguna declaración del interlocutor, cuando éste pertenece al bando contrario. Más aún, el adjetivo que la frase de marras ha generado -la “perogrullada”- cumple con mayor efectividad esa función de ataque. Efectivamente, en el mundo de los debates ideológicos en nuestro país – o mejor dicho, debates politiqueros – considerar que los argumentos del opositor constituyen meras “perogrulladas” es más que suficiente para dejarlo sin piso o en todo caso, para decirle entre líneas a la opinión pública: “este señor está hablando piedras”.
Según el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española), el término “perogrullada” sirve para denominar “una verdad o certeza que, por notoriamente sabida, es necedad o simpleza el decirla”. Nótese que no necesariamente se trata de un error como la “paparruchada” (“noticia falsa y desatinada de un suceso, esparcida entre el vulgo”, definición del mismo diccionario) o de un enredo como la “cantinflada” (osea el hablar como Cantinflas, el célebre cómico mexicano). Sin embargo muchos “expertos” contendores de florido verbo parlamentario atacan a sus rivales usando indistintamente los tres términos como si se tratara de sinónimos.

Por otro lado también hay una especie de fascinación en utilizar la frase original – “esa es una Verdad de Perogrullo” – con el objetivo de parecer versado o de contar con recursos técnicos capaces de desbaratar cualquier argumento sin necesidad de ampliar el análisis. Poco a poco, el uso indiscriminado – y desinformado – de esa y de muchas otras alocuciones provenientes de los primeros estadíos de nuestro riquísimo idioma ocasiona que cambien los sentidos y se tergiversen por completo alterando para siempre su significado original. Las verdades de Perogrullo abundan en los discursos de mucha gente pero ¿alguna vez alguien se ha dignado a explicarnos quién es Perogrullo, el dueño de tantas y diversas verdades? ¿Quién es Perogrullo?

Para empezar, Perogrullo no es nada más ni nada menos que un personaje de ficción. Aunque siempre se dice que no se conoce al 100% la verdadera historia con respecto de su existencia, la información apunta más a aceptar que, en efecto, Perogrullo vivió en la imaginación de un poeta y cómico bufonesco español del siglo XV. Según diversos investigadores, las primeras verdades de Perogrullo tenían que ver con asuntos demasiado obvios para ser mencionados, que podían provenir de: a) alguien que se encontrara lo suficientemente distraído como para decir algo así o de lo contrario, b) alguien dispuesto a hacer reír a los demás. Ejemplos clásicos de Verdades de Perogrullo: “Si hace calor no hace frío”, “mañana por la noche el sol no saldrá” o una de las mejores que he escuchado – y pertenecientes al segundo grupo de opciones – “si esa pelota entraba al arco era gol” (cortesía de Israel, saludos a la distancia). Los maestros del humor lingüístico-musical, Les Luthiers, en su rutina La Tanda, perteneciente a su espectáculo Hacen muchas gracias de nada (1979), nos regalan esta maravillosa Verdad de Perogrullo: “De cada diez personas que ven televisión, cinco… son la mitad”.

En ese sentido, la verdad de Perogrullo puede ser libremente asociada a la redundancia y al pleonasmo, recursos lingüísticos válidamente utilizados tanto en la poesía como en la prosa humorística, como podemos comprobar en diversos textos de autores como Quevedo, Juan de Encinas (en el mundo de lo clásico) o creadores contemporáneos como los mencionados Les Luthiers o el mexicano Roberto Gómez Bolaños, más conocido como “Chespirito”. Pero en ningún momento asume un uso agresivo o de crítica. A lo mucho puede generar sonrisas o extrañeza, pero por muy obvio o necio que sea lo dicho, en todo caso, no se trata de un error. Pero volvamos un poco a la historia de Perogrullo.

En un texto llamado La Profecía que data de de 1460 aparece la que para muchos es la primera referencia de este poseedor de verdades. El autor, bajo el pseudónimo de Evangelista, nos habla en su relato de un ermitaño poeta de Galicia que se divierte anunciando sucesos o diciendo cosas que, usando otra expresión bastante popular, se caen de maduras: “El primero día de enero que vendrá será primero día del año… Este día amanecerá al alba… Vendrá una niebla tan grande y tan oscura que cubrirá el cielo, y no habrá hombre, por ciego que sea, que vea las estrellas á medio día”. Esas vendrían a ser las primeras verdades de Pedro Grullo, siglo después conocido como Perogrullo. Es más, hay estudios que afirman que algunos pasajes bíblicos están plagados de notables perogrulladas, motivadas por las malas traducciones que han llegado a nuestras manos. Por ejemplo, en Zacarías 9,9 puede leerse lo siguiente: “Regocíjate mucho, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén. Mira que tu rey vendrá a ti justo y salvador; vendrá pobre y sentado sobre un asno, sobre un pollino, hijo de asna“. ¿Reprochable? No. Gracioso o anecdótico, a lo mucho.

La perogrullada es un elemento más de nuestro idioma, válido para ser aplicado como absurdo para hacer reír, sea esto intencional o no, pero no para descalificar o desautorizar un discurso. En todo caso, para quienes se exceden en la redundancia o en la mención de situaciones demasiado obvias se les puede calificar de no contar con argumentos fuertes o pesados, mas no como una persona que está equivocada o que no sabe lo que está diciendo. Si no recordemos al fallecido periodista e histórico narrador de noticias de Canal 4, don Arturo Pomar, que cerraba sus despedidas con el clásico: “Quien dice la verdad, no miente”.

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One Response to La historia de Perogrullo ¿quién era?

  1. […] una verdad de Perogrullo (ver aquí el significado de esta expresión) decir que el agua es fundamental para nuestra vida. Los datos generales ya los conocemos: el 96% […]

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