Cuando alguien realiza algo sin tomar medidas o pesos, se dice que lo ha hecho “a ojo de buen cubero”.
Antiguamente, los cuberos eran los que fabricaban las cubas, como su nombre deja intuir. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, una cuba es “un recipiente de madera, que sirve para contener agua, vino, aceite u otros líquidos. Se compone de duelas unidas y aseguradas con aros de hierro, madera, etc., y los extremos se cierran con tablas. También se hace modernamente de chapa metálica”.
Por aquel entonces, no existía una reglamentación específica sobre las medidas y capacidades que debía tener cada cuba, pero se intentaba estandarizar, para que así todas fuesen más o menos iguales.
Esa capacidad de fabricarlas en serie y prácticamente iguales, sin utilizar ningún tipo de medida, hizo que se popularizara la expresión “a ojo de buen cubero” como símbolo del buen ojo que tenían estos artesanos a la hora de realizar su trabajo.
Por eso cuando alguien dice lo de “a ojo de buen cubero” se refiere a que se hace de forma aproximada, sin precisión exacta y sin usar ningún instrumento o herramienta de medición.
El cubero –no confundir con el habitante de la isla caribeña Cuba, cuyo gentilicio es “cubano”-era quien hacía las cubas, las cuales antiguamente se hacían artesanalmente una a una, sin otra forma de medir su tamaño (capacidad) que con la habilidad y el “buen ojo” del cubero, quien debía tener buena vista para poder calcular el tamaño de las distintas cubas para que fueran todas ellas más o menos iguales. Y así, cuando algo se hace “a ojo” (sin medir, sin usar ninguna herramienta de medición), se presta a la comparación del ojo de buen cubero.
Los cuberos eran artesanos muy solicitados debido a que el trasiego de líquidos –particularmente agua y vino- era una de las principales actividades en zonas urbanas y rurales. Por eso las cubas de madera servían como unidad de medida y su exactitud permitía el comercio y transporte de estos y otros líquidos, de manera más o menos controlada. Las cubas de licor dieron origen a otra expresión, popular, que refiere al estar pasado de copas: “cuando un individuo ha consumido mucho alcohol se dice de él que “está como una cuba”. A buen entendedor, pocas palabras.