Raúl Porras Barrenechea: Un maestro ejemplar
Un 27 de septiembre de hace 59 años falleció, en su casa de la calle Colina, distrito de Miraflores, Lima, el ensayista, catedrático, historiador y político peruano Raúl Porras Barrenechea, forjador de generaciones de intelectuales y recordado orador de gran capacidad analítica. Su acogedora casa-biblioteca hoy alberga al Instituto que lleva su nombre, lugar que ha sido y es el hogar espiritual de muchas promociones universitarias a las que ofreció su consejo y orientación permanente hasta su muerte en 1960, a los 63 años de edad.
Aun hoy hay intelectuales que fueron sus alumnos en la década de los años cincuenta. El escritor Mario Vargas Llosa, por ejemplo, o el historiador Pablo Macera, se cuentan entre aquellas personalidades de la cultura y el arte peruano que todavía pueden dar testimonio de sus clases magistrales en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la que se formó como filósofo y donde ejerció como docente de literatura.
Para cierto grupo de personas interesadas en la lectura y el conocimiento del Perú, la sola mención del nombre Raúl Porras Barrenechea es motivo de añoranza y admiración, como una de las últimas figuras que adecentó e iluminó el ejercicio político y diplomático. Sin embargo, para la gran mayoría de peruanos modernos es una persona totalmente desconocida, que perteneció a un mundo hoy muerto, el mundo del pasado.
Es 100% seguro que muchos jóvenes en edad escolar e incluso universitarios ni siquiera lo reconozcan cuando revisan los billetes de 20 soles que a diario intercambian para sus compras y actividades. Ni se imaginan que fue él quien escribiera la frase “el río, el puente y la alameda”, que luego Chabuca Granda utilizó en el conocido vals La flor de la canela (que tampoco conocen algunos).
Entonces, cabría preguntarse: ¿Para qué seguir recordando a una persona que ya casi nadie, entre las nuevas generaciones, recuerda? Y la respuesta tiene que ver con aquello que declaramos como nuestra principal preocupación, la educación. Desde la perspectiva de nuestra profesión, cuando es ejercida con vocación de servicio, mística e inteligencia, el rescate de las enseñanzas de Porras Barrenechea –y de otros como Basadre, González Prada, Arguedas, Mariátegui, Cisneros, etc.- es fundamental para recobrar los sentidos, hoy embotados y enceguecidos por las noticias sobre inseguridad ciudadana, corrupción política, entretenimientos baratos y consumismo tecnológico. Parecen palabras duras, pero tienen relación directa con las nuevas teorías educativas de las que hablamos siempre en congresos, seminarios y demás.
El pensamiento crítico y la inteligencia emocional son dos de los componentes básicos de la trayectoria intelectual y política de don Raúl Porras Barrenechea. Sus escritos, discursos y fragmentos de clases deben ser revisados y estudiados por las nuevas generaciones de maestros y alumnos, para dar forma a la base que nos librará de las problemáticas que hoy nos aquejan. Si no entendemos eso, como maestros, como profesionales de la educación, nuestro camino hacia la salida será aun más difícil para nosotros y para los futuros profesionales de la educación.
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