Reflexiones Magisteriales: Día de la Mujer o el día que naciste mujer
Como cada año desde 1910, hoy se “celebra” el Día Internacional de la Mujer. Son tiempos difíciles para el género femenino aun cuando, en la superficie, pareciera que han avanzado mucho en los últimos 106 años en materia de sus derechos civiles. Hoy las mujeres estudian, trabajan, votan, dirigen empresas y hasta países. Pero también hay una tendencia, acicateada desde los submundos de la farándula y la moda, a retroceder a pasos agigantados en cuanto al uso sexista de la mujer, que es reducida a imagen publicitaria u objeto de prácticas aun peores que denigran su individualidad y derecho a ser tratadas con respeto. Pero lo peor de todo ello es que ese retroceso es alentado por las propias mujeres que han visto en esto de “hacerse famosas por sus atributos físicos” -que es lo mismo contra lo que las mujeres por las cuales se instituyó este día lucharon durante décadas- una forma de lograr ascenso social y económico, fama y fortuna fáciles de alcanzar pero cuyo más alto precio es la pérdida de la dignidad. Esta, que es una realidad global, alcanza ribetes de escándalo en el Perú, nuestro país, cuando vemos que incluso son las propias madres las que celebran el exhibicionismo en el que caen sus hijas porque eso les asegura aparecer en titulares, emparejarse con alguien “rico y famoso” sin importar los efectos colaterales de todo eso en el concepto que la sociedad se forma de ellas. Esta explotación del género femeino, promovida por las propias mujeres, es un retorno a la barbarie de sociedades que han humillado física, sexual y psicológicamente a las mujeres en la antigüedad con prácticas insanas, muchas de ellas aun vigentes en pleno siglo 21. De este tema tratan estas Reflexiones Magisteriales, una entrega nueva de nuestra colaboradora, Lic. Yvette Ubillús.
Día de la mujer o el día que naciste mujer
Lic. Yvette Irán Ubillús Mimbela
Desde el momento de su nacimiento las mujeres han soportado, a lo largo de la historia, el infortunio de ser discriminadas, reprimidas y eliminadas por una infinidad de razones determinadas por quien ostentaba el poder y la mayor fuerza física.
Ha sucedido en todas las culturas, como la China del siglo III antes de Cristo, donde se ordenaba la muerte de las recién nacidas. En las antiguas Grecia y Roma se daba preferencia a los varones y se desechaba a las niñas mujeres. En las zonas árabes antes del Islam se les enterraba vivas por nacer mujeres. En la India donde, si alguien no las escogía como esposas para el futuro, se le asesinaba de inmediato con un cuchillo. O las recién nacidas de tribus esquimales dejadas a su suerte para morir congeladas, hasta hace relativamente poco tiempo.
La historia de nuestro mundo es la historia de una evolución plagada de ideas mágico religiosas y sociales que, si bien es cierto, también han causado el abuso y la muerte de niños varones, se ha ensañado particularmente con la mujer.
Los motivos por los que esto ha sucedido son muchos y de los más variados, en la antigüedad se creía que un varón podía aportar más a la economía familiar, otras sociedades eliminaban a las mujeres como una forma de control de la natalidad, están los sacrificios a dioses y elementos de la naturaleza y las supersticiones que muchas culturas han personificado en el género femenino como la brujería, la mala suerte, entre otras.
Luego con los albores de la modernidad, la mujer pasa a ser sujeto de utilidad para las tareas de la casa, de las granjas, de los campos de cultivo, de la guerra, etc. En pocas palabras las mujeres se hicieron necesarias para llevar adelante toda clase de tareas al servicio de los hombres de su sociedad. Son pocos los casos en los que esto no haya funcionado así, excepciones que casi siempre han tenido que ver con las líneas de sangre transmitidas a través de la madre.
En el mundo contemporáneo aún persisten muchas de estas sociedades donde la existencia de la mujer es explícitamente considerada como inferior y está sometida a la absoluta voluntad de los hombres, empezando por sus padres, hermanos, esposos e hijos. Sociedades en las que las mujeres pueden morir porque dejaron ver un tobillo, porque no se cubrieron el cabello o porque se negaron a casarse con un desconocido, por nombrar solo algunas razones.
Las cifras de muerte en la mujer siempre son mucho más altas. Como población vulnerable, las mujeres junto con los niños, son las más afectadas en los países que sufren la guerra, en las crisis migratorias que estas provocan, en la pobreza, en el analfabetismo, en la desnutrición, en el abuso sexual, en la esclavitud y otros flagelos que aquejan al mundo hasta la actualidad.
Una mujer siempre lleva las de perder, triste conclusión que nos recuerda que cada vez se necesita más y más trabajo de concientización hacia la construcción de una sociedad más justa y equitativa, que permita desterrar estos rezagos de nuestra conducta primaria y sin evolución, para dejar de una vez por todas que las mujeres vivan a la par de oportunidades y posibilidades de cualquier hombre sobre el planeta.
Los usos y creencias de los pueblos deben ser acometidos por sus propias poblaciones con la ayuda de la información, cada pueblo atraviesa su propio y singular proceso, pero es la difusión de los derechos que asisten a las personas los que las ayudan a pelear por ellos, a reivindicar sus causas y finalmente coronarlas con las libertades individuales.
Quienes no formamos parte de esa estadística somos las más indicadas para entender y difundir la realidad que viven estas otras mujeres sin tanta suerte, hay que llamar la atención de la sociedad, hay que mostrar lo que sucede, hay decir con claridad que aún hay mucho sufrimiento para estos seres humanos y valorar que nuestra vida es excepcional en un mundo tan desigual para el género femenino.
Razones sobran para indignarse entonces, cuando cada vez un número más alto de estas mujeres con suerte de haber sobrevivido al nacimiento, que no viven en guerra, que no son esclavas en ningún lugar; se esclavizan a sí mismas tomando decisiones que las hacen retroceder en la evolución, ligándose por decisión propia a hombres golpeadores, viciosos, sin responsabilidad que solo buscan en ellas desahogar sus propias frustraciones y carencias.
Indigna que, como sociedad, no logremos formar mujeres con personalidades más contundentes, que las mujeres desde niñas reciban información desechable acerca de lo que son y de lo que deben aspirar a ser, enfurece que sean sus propias madres quienes las exhiban y si pueden sacar provecho económico de eso mejor aún.
Indigna porque ya no se trata de una tribu alejada, en la que por una costumbre ancestral los padres entregan a sus hijas niñas a hombres adultos, por citar un ejemplo. No, se trata de niñas nacidas en familias de todos los sectores del abecedario social, las niñas ricas que se ridiculizan y exhiben como estrellas del espectáculo y sus telespectadoras que sueñan con tener la misma suerte, y la misma fortuna para invertirla en cirujanos plásticos, que las ayuden a ponerse en venta.
Paradójico, un día nacieron mujeres, con todo en contra, pero nada más trágico que estar en contra de una misma. Volver a la barbarie, a la utilización, al alquiler voluntario que viene con golpes, humillaciones, abandonos, todo incluido, siempre y cuando la ganancia valga la pena.
Con esos modelos qué podemos pedirles a las mujeres de pocos recursos, sin muchos estudios, ni soporte familiar, ni económico, ni criterio formado. Así solo podemos resignarnos a ver cada año cómo aumentan las cifras de embarazo adolescente, cómo llega cada vez más gente que nadie quiere realmente a este mundo y cómo entre esas personas nacen más niñas para engrosar las estadísticas de la violencia contra la mujer.
La mujer de un mundo evolucionado, debe tener derecho a escoger su destino basada en las oportunidades apropiadas, estas deben provenir de formarse en un clima de armonía y estabilidad familiar que moldee su carácter y su emotividad, de manera tal que pueda abrirse paso en la vida conforme a sus ideales y sus valores éticos. Una vez fortalecida en estas bases, las conquistas laborales, la búsqueda de la equidad y el lugar que merece en la sociedad serán parte de esa agenda permanente que nos llevará a una convertirnos en una mejor sociedad.
Ni inferiores, ni superiores, ni siquiera iguales, pero integrantes de una sociedad equitativa, que valora las diferencias entre hombres y mujeres y no las usa para ejercer discriminación. Un mundo en el que no existan mujeres que sufran todos los días, incluidos los 8 de marzo, por haber nacido mujeres.
Sugiero que para los próximos años en este día se publiquen casos de MAESTRAS mujeres que hicieron historia por sus buenas prácticas educativas contadas por sus propios alumnos. Tal vez por anticipado deberían hacer un concurso de ensayos para estudiantes de todas las edades y lugares del PERÚ, los casos ganadores deberían ser verificados por la DM y publicados como ejemplos de vida. Estoy segura que hay muchos pero nunca se difunden ni se estimulan.