Reflexiones Magisteriales: Educación, cultura general, tecnología y género

En la semana dedicada al Día del Maestro, es necesario reflexionar sobre aquellos temas que forman parte de la agenda educativa actual. ¿Somos mejores maestros solo porque seguimos al pie de la letra un currículo? ¿Cómo adaptamos los conocimientos clásicos de las corrientes pedagógicas –constructivismo, conductismo- al vértigo de la tecnología del S. XXI? ¿Estamos listos para afrontar el manejo de las redes sociales, los debates sobre equidad de género, la influencia de los medios de comunicación? ¿Para qué sirve la cultura general actualmente? La docencia atraviesa un importante momento de transición y es nuestro deber estar preparados.

 

Ser docente en estos tiempos modernos es todo un reto ¿verdad, colegas? Probablemente siempre haya sido así, pero hoy, más que nunca, tenemos que adaptarnos a una época que no solo está en permanente cambio sino que propone un horizonte incierto. Los avances vertiginosos de la tecnología afectan el modo en que se relacionan las personas, las familias, los sistemas tradicionales en los que nos formamos como profesionales. Y eso, sin lugar a dudas, repercute en nuestro trabajo diario. Como manifiestan diversos expertos, que ejercen la docencia en países tan diferentes al nuestro como EE.UU. Finlandia o Corea del Sur: Estamos educando para un futuro que somos incapaces de anticipar.

Hace 40 años las cosas eran diferentes, ya que más o menos podíamos prefigurar cómo iba a ser el mundo que nuestros alumnos iban a encarar una vez terminada la escuela. Sin embargo, la tercera y cuarta revoluciones industriales –la era de la internet y la inteligencia artificial- han producido cambios absolutos, no solo tecnológicos (que son, por lógica, los más obvios) sino también sociales y de relaciones humanas. Eso nos coloca en una situación de incertidumbre pero también de oportunidades: la actualización y, sobre todo, la formación integral que nos consolide como profesionales de la educación son las claves que nos permitirán adaptar nuestros conocimientos en la didáctica a las exigencias y características del alumnado del siglo XXI.

Por ejemplo, tomemos el tema de la equidad de género. Vivimos en tiempos en que, supuestamente, han desaparecido los tabúes en nuestras sociedades. Sin embargo, nos resulta difícil llegar a un consenso y más aun, somos testigos de la aparición de posturas que afectan el avance hacia una educación integral en la que primen el respeto, la tolerancia y el criterio. Y tanto sectores de la gestión pedagógica como padres de familia y maestros muestran serias deficiencias al momento de abordar estrategias para una educación que oriente mejor a niños y adolescentes sin recurrir a imágenes inapropiadas o conceptos que aun no están preparados para comprender.

Formar identidad sexual en estudiantes de Educación Básica Regular no pasa por la mostración gráfica de aquellas cosas que, por su edad, les son desconocidas. Pasa por aprender a respetar(se) mutuamente y entender que nadie merece ser discriminado. Más allá de conocer al detalle las orientaciones sexuales cada vez más diversas del mundo actual, niños y adolescentes necesitan consolidar sus afectos, sensibilidades y criterios, así como crecer mental y corporalmente, con el apoyo de maestros y padres, preparándose para posteriores etapas naturales de su desarrollo.

Otro tema de actualidad para nosotros es la influencia de los medios de comunicación y la tecnología. Si antes la información solo salía de libros y clases en el aula, hoy los alumnos reciben todo tipo de fuentes de noticias, conocimientos e información, desde las más confiables y provechosas hasta las más irresponsables y dañinas. Medios tradicionales como el cine o la música han perdido capacidad de ser fuentes adicionales de educación por su marcado perfil comercial de entretenimiento; mientras que las redes sociales e internet tienen un rango ilimitado de datos, tanto positivos como negativos. Todo este grueso volumen de información necesita una orientación por parte de los docentes. Y muchas veces no estamos preparados para ser esa guía que el alumno requiere para no desarrollar necesidades o adquirir adicciones que alteren su comportamiento y su formación integral.

Finalmente, la cultura general ha sufrido un serio desprestigio en tiempos modernos, en nombre de la practicidad que exige el mercado laboral moderno. Sin embargo, cuestiones como la ortografía, la cultura general (histórica, geográfica, artística, musical, cinematográfica, literaria) que se adquieren con el hábito de la lectura y la exposición a manifestaciones culturales diferentes a las que se venden normalmente como las más populares, son fuente inmejorable para el desarrollo del pensamiento crítico, la sensibilidad y la capacidad para comprender las cosas, características que finalmente marcarán la diferencia al momento de que nuestros alumnos salgan de las aulas para convertirse en padres de familia, profesionales, artistas, científicos, deportistas o autoridades.

En el Día del Maestro, esperamos que estas reflexiones –muchas de las cuales forman parte de la agenda de debates permanentes de entidades multinacionales preocupadas por la educación como Unesco, Unicef, TED y demás- sirvan para que todos exploremos y profundicemos más nuestro rol en estos tiempos, para conseguir resultados positivos en nuestra carrera docente.

 

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