Reflexiones Magisteriales: La educación desde los ojos de una bailarina
La mayoría de nosotros, cuando vemos las gráciles evoluciones y delicados movimientos de las bailarinas de ballet pensamos, desde nuestra óptica como espectadores, que se trata de una expresión artística sublime, un momento de iluminación, incluso se nos puede llegar a ocurrir que se trata de seres sobrenaturales, que vuelan y se contorsionan con facilidad. Esta visión excelsa, suprema, nos aleja de una realidad concreta, y que está estrechamente ligada a nuestra profesión docente. En esta oportunidad les dejamos unas interesantes reflexiones magisteriales desde el punto de vista de una bailarina de ballet, que nos presenta este arte corporal maravilloso desde la óptica de su enseñanza: un maestro o maestra de ballet reúne en su diario quehacer una serie de experiencias, técnicas y sobre todo, emociones y objetivos que podrían -y deberían- ser aplicados en toda aula de clase: la disciplina, el esfuerzo, la autoridad, la constancia y el profundo amor por lo que se hace, aquellas cosas que hacen posible que un bailarín de ballet se destaque del ser humano común y corriente.
¿BAILAR PARA LA VIDA? EL BALLET CLÁSICO COMO PROCESO EDUCADOR
por Lic. Yvette Ubillús
Sin profundizar en los elementos de valoración de la danza clásica en sí misma, en esta oportunidad deseo llamar la atención acerca de la influencia del proceso de enseñanza y aprendizaje que se produce en el ballet que es, como en otras disciplinas sin duda, un trabajo de filigrana que teje el maestro o maestra para ir, paso a paso, edificando a un bailarín o bailarina sin perder de vista que tienen a un ser humano y su futuro en sus manos.
Los maestros marcan la vida de los bailarines de ballet, hombres y mujeres. Todos los que hemos vivido esa experiencia guardamos recuerdos de quien fue nuestro primer profesor o profesora, recordamos los toques de su bastón sobre el piso de madera de la clase de baile, marcando el tiempo del ejercicio aun en ausencia de música.
El maestro de ballet es la autoridad que nadie cuestiona y que, además, concita atención y admiración, porque con su persona dicta el ejemplo de lo que puede llegar a hacerse realidad. Es, en suma, a quien no queremos cuestionar sino de quien queremos aprender todo lo posible, y más, para alcanzar nuestra meta.
Es verdad que algunos podrían calificarlos de dictatoriales, pero hay revelaciones que ellos nos llevarán a descubrir por nosotros mismos. Los alumnos deben cuestionar para aprender, ya habrán sentenciado muchos, pero en el ballet todo llega en su momento, todo tiene un tiempo, cuanto más se impone la autoridad del maestro y sus enseñanzas, más crece en el alma del alumno el deseo de llegar a ese momento en el que, usando lo aprendido, podrá encontrar sus propias respuestas. No muere el cuestionamiento, se alimenta para contar con todos los elementos necesariospara contestarlo con criterio y experiencia, por uno mismo.
Precisaré, en este punto, que la etapa de aprendizaje del ballet clásico se inicia a muy tierna edad, por lo cual se convierte en ese espacio de formación que transcurre paralelo a la edad en la cual la disciplina define los usos y costumbres que acompañarán a la persona durante su vida, por lo cual, aunque un alumno o alumna no llegue a ser figura de una compañía de ballet, habrá experimentado un proceso de afianzamiento en aquellas prácticas que canalizarán sus ímpetus.
Por esta razón, a los 15 años ya tendremos a un adolescente que ha pasado, de absorber el conocimiento puro y duro del maestro, a un bailarín o bailarina que está en la puerta de la experimentación personal y la búsqueda del estilo propio, porque el momento de cuestionarse ha llegado y cuenta ya con las armas para salir a descubrir y conquistar su propia realización.
En el camino, muchos de los alumnos decidirán hasta dónde quieren llegar, algunos por las circunstancias lo tendrán que abandonar, otros continuarán y algunos llegarán a la cima, como sucede en todos los otros campos de la vida. Pero no será posible coronar el éxito en este campo con esfuerzos de mediano alcance, en el ballet clásico solo hay dos respuestas: Sí o NO a la decisión de hacer de la danza tu vida y tu carrera. Porque en este escenario la figura estelar no es la única que ha batallado para llegar.
Entonces cuando estamos frente a este despliegue de movimiento, música y color no solo estamos frente a personajes animados que ejecutan una técnica, estamos al frente de almas que se han doblegado a sí mismas en la búsqueda de un ideal, estamos frente a cuerpos que atraviesan y vencen el dolor y el cansancio para crear belleza, estamos frente a sueños que se hacen realidad en un ser humano que danza.
El proceso es tan virtuoso, cuando los maestros son los indicados que, llegado el momento, el alumno podrá decidir si desea partir al descubrimiento de nuevos retos: la danza moderna, las variaciones contemporáneas o cualquier otra rama de su pasión, porque el ballet clásico es como la vida misma: quien aprende bien las bases puede conquistar y tener éxito en las opciones que se le presenten a lo largo del camino.
El maestro fue alumno y el alumno se convertirá en maestro, ese es el compromiso del ballet clásico, una vocación de servicio a la pasión de nuestras vidas, un deseo de que nunca se extinga, un conocimiento y una práctica que se ama y bien vale todos los esfuerzos. Esa es la razón principal de aquel que forma a los futuros bailarines, formar también a quién un día habrá de transmitir sus conocimientos, formar a otros maestros.
Es cierto que esta vehemencia puede llevar a excesos, pero también en eso juega papel importante la guía de quien educa, para saber acompañar a sus alumnos en sus necesidades de balance emocional y físico. Una disciplina tan demandante requiere que el maestro sea consciente de que sus alumnos necesitan tanto de alimento para el alma como para el cuerpo y que el soporte familiar es vital para el logro de resultados integrales.
Lamentablemente, en nuestros países, los factores de gestión y económicos han sido siempre los grandes impedimentos para que el ballet clásico se enseñe y se cultive con el más alto nivel como sucede en otras latitudes. Y es una lástima porque los profesores de la escuela que comparten alumnos con los maestros de danza clásica cuentan con grandes aliados para complementar la formación de sus estudiantes.
El ballet clásico, sus maestros y sus alumnos son una maravillosa metáfora de la necesidad de contar con el ejemplo para enseñar y aprender; con la experiencia y la integridad para ser guía y modelo de los que son nuestros alumnos; de los resultados maravillosos que se pueden lograr aunque el camino sea difícil; de la necesidad de establecer cimientos fuertes para resistir el camino de la vida, para que no se pierdan los conocimientos que aportan valores a nuestra sociedad y la enriquecen; para nunca perder de vista que los éxitos se construyen con paciencia y mucho esfuerzo.
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