Reflexiones Magisteriales: ¿Qué lecciones recoger de la Copa América?

¿Qué lecciones recoger de la Copa América?La selección peruana de fútbol obtuvo el pasado fin de semana un logro muy significativo, llegar a la final de un torneo importante a nivel de la región, compitiendo en igualdad de condiciones y haciendo méritos sobre la base de una mentalidad positiva, responsable. ¿Cómo podemos llevar esta noticia deportiva más allá de lo que corresponde a la explosión de alegría que expresaron hinchas, hombres y mujeres de todas las edades, para convertirla en herramienta de aprendizaje para nuestros alumnos? ¿Qué podemos recoger de este subcampeonato que nos permita trascender su significado en términos de motivación y ejemplo a seguir?

 

Dicen que el fútbol es el deporte más popular del mundo. También el más rentable y visible, si tomamos en cuenta la diversidad de medios de comunicación de la que hoy disponemos. Por ello, sus alcances trascienden lo deportivo para convertirse en fuente de aprendizajes múltiples: desde la posibilidad de aprender nombres de países, sus capitales, banderas e himnos, hasta el hecho de identificarse con valores como el trabajo en equipo, el juego limpio, la solidaridad y la disciplina.

En ese sentido, lo conseguido por nuestra selección el pasado fin de semana es notable, no solo por los aspectos futbolísticos –la primera final a la que se ha llegado tras cuatro décadas y media, el haber eliminado a dos equipos fuertes que eran principales candidatos al título- sino, desde el punto de vista educativo y humanístico, por aspectos relacionados a la recuperación de la autoestima, la vergüenza deportiva, la mentalidad positiva que se repone a adversidades.

Los alumnos de hoy suelen identificarse con estrellas de farándula, personajes superfluos y procaces que basan su éxito en cuestiones externas: dinero, poder, lujos, hombres rodeados de mujeres hermosas y mujeres rodeadas de galanes millonarios. Estos modelos de identificación distorsionan la escala de valores de niños y niñas, adolescentes en formación que van  creando universos paralelos en los que ellos quieren ser como sus admirados íconos, exacerbados por la publicidad y el contraste con sus propias realidades, lo cual genera necesidades que, al no poder cumplirse, frustran y entristecen a los jóvenes, que terminan desarrollando complejos o desordenes de comportamiento a la larga nocivos para su estabilidad emocional.

Por el contrario, esta nueva generación de futbolistas que acaban de lograr el subcampeonato, han mostrado cualidades que bien haríamos nosotros, los maestros, en resaltar y colocar en las mentes que formamos desde las aulas, como verdaderas fuentes de inspiración: la disciplina y la valentía para reponerse tras una derrota (un fracaso, en términos de desarrollo cognitivo, que puede ser un curso desaprobado, una clase que no termina de entenderse bien) y salir airosos cuando se les presentaron nuevas oportunidades. Además el deporte está asociado a la salud corporal y mental, el compañerismo y, en el caso de eventos internacionales, el compromiso con “la camiseta”, una prenda de uso práctico pero que lleva los colores de la bandera nacional, el máximo símbolo del amor a la patria.

Por ese motivo, situaciones como las de la reciente Copa América constituyen un insumo de primera calidad para los educadores. Nuestra nación necesita más niños y niñas que quieran ser como las estrellas del fútbol (Paolo Guerrero), del vóley (Ángela Leiva) o del atletismo (Inés Melchor), porque son ejemplos de perseverancia y responsabilidad, pero también porque representan mejor la propia realidad de nuestros alumnos: de procedencia humilde, estos deportistas salen adelante por su trabajo y talento. O como los extraordinarios casos de superación personal de los atletas paraolímpicos –deportistas con discapacidades de todo tipo- que competirán en nuestro país durante el mes de agosto. Sus historias y logros son dignos de ser conocidos y admirados como ejemplos de aquello a lo que debemos aspirar como sociedad.

 

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