¿Y quién fue Antonio Ruiz de Montoya?
Continuando con nuestra serie biográfica “¿Y quién fue?”, presentamos ahora la vida e influencia histórica de don Antonio Ruiz de Montoya, nombre que hoy identifica a una universidad privada regentada por sacerdotes jesuitas. Cada personaje que rescatamos en esta serie de biografías representa un capítulo importante de la historia de nuestra evolución como sociedad, tanto en lo educativo como en lo político y social, y constituye un trabajo de valor para preservar aquellas personalidades que dieron forma a nuestra nación desde distintos ámbitos. Si no hubiesen tenido trascendencia, ninguno de estos nombres identificaría en la actualidad diversos centros educativos, culturales, calles, plazas e incluso regiones enteras. Derrama Magisterial, a través de esta bitácora virtual, tiene el propósito de seguir recordando a aquellos peruanos ilustres que ofrecieron todo su talento y buena fe para engrandecer nuestro país.
Antonio Ruiz de Montoya fue un clérigo peruano de la orden de los jesuitas, que se caracterizó por una profunda y genuina preocupación por las tribus indígenas, en especial por los guaraníes del Paraguay; rasgo que definió la personalidad de este filántropo.
Ruiz de Montoya nació a finales del siglo XVI (1585) en Lima, Perú. Hijo de un rico español y de una mujer criolla, quedó huérfano a muy corta edad. Los tutores que se encargaron de su formación se responsabilizaron también por hacer cumplir la voluntad de su padre: Antonio Ruiz de Montoya debía estudiar en el colegio San Martín (institución educativa jesuita) para que, una vez culminados sus estudios, emprendiera el viaje rumbo a España.
El futuro sacerdote jesuita, hizo mal uso de la herencia familiar en un primer momento y producto de algunas malas experiencias a causa de los excesos cometidos, decidió abrazar la fe, uniéndose a la Compañía de Jesús.
Ruiz de Montoya estudió filosofía y teología en la ciudad argentina de Córdoba, y tras concluir dichos estudios, fue enviado a las reducciones del Paraguay para laborar con los indígenas guaraníes. El sacerdote pronto comenzó a aprender la lengua de los nativos y a adquirir sus costumbres a fin de interrelacionarse con ellos de la mejor manera. Antonio Ruiz de Montoya fundó 13 misiones para que los indígenas fueran evangelizados.
A Ruiz de Montoya se le atribuye la proeza de haber logrado que doce mil indígenas guaraníes cruzaran mil kilómetros (desde la Guayrá en Brasil hasta Misiones en Argentina) para salvarse de los Bandeirantes, una agrupación de hombres que se dedicaba a capturar nativos para luego venderlos como esclavos a los terratenientes locales de la época.
En 1637, Antonio Ruiz de Montoya partió rumbo a España con el objetivo de empezar gestiones que le permitieran salvaguardar la integridad de los indígenas que venían siendo muy maltratados por los colonizadores. De esta época en España datan sus obras: Conquista espiritual, Tesoro de la lengua Guaraní, Arte y Vocabulario y el famoso Catecismo. En estas obras, Ruiz de Montoya resume y documenta todo su trabajo con los nativos exponiendo la fundación de las misiones y el trabajo realizado por los misioneros para evangelizar a poblaciones con otras lenguas.
En 1643, el clérigo Jesuita parte del puerto de Cádiz con rumbo a Perú. De su estadía en el Perú colonial data una obra espiritual muy importante, El Silex. Esta obra representa un escrito que delinea y describe las distintas etapas a recorrer antes de unirse a Dios. La esencia mística de este libro de Ruiz de Montoya sintetiza la filosofía de vida de este altruista peruano porque muestra el interior de un hombre maduro que había encontrado el camino hacia el creador.
La vida de Antonio Ruiz de Montoya, inspiró al director de cine Roland Joffé para llevar a la pantalla grande la historia de las reducciones o misiones que este fundó. En la película The mission (La misión), que se hizo acreedora a la Palma de Oro en el prestigioso Festival de Cine de Cannes del año 1987, el espectador es testigo del trabajo y esfuerzo realizado por los misioneros con los indígenas en la región fronteriza entre los actuales territorios de Argentina, Brasil y Paraguay.
La perfidia de los Bandeirantes y las injustas condiciones de vida a las que eran sometidos los habitantes originarios de las Américas, son también muy bien retratados en la conmovedora cinta.
Antonio Ruiz de Montoya murió a la edad de 77 años en 1652 en la misma ciudad que lo vio nacer. Su restos fueron acompañados por comitivas (estaban conformadas por misioneros e indígenas) especialmente venidas desde las reducciones y misiones que él se encargo de crear en la actual república del Paraguay.
En épocas en que la política colonialista de las monarquías europeas daba muy poca importancia a las tradiciones, costumbres, cosmovisión y forma de vida de las poblaciones que habitaban en la América del sur del siglo XVII, el trabajo y obra de Antonio Ruiz de Montoya fue de una vital importancia porque ayudo a conseguir un entendimiento más profundo y preciso de la perspectiva de los indígenas sudamericanos.
La vida y obra de Antonio Ruiz de Montoya es de una profunda riqueza porque cuenta con un aspecto empírico, basado en las experiencias del clérigo con los nativos, pero también presenta un aspecto espiritual que fue el resultado de los ejercicios de introspección a los que se sometió el sacerdote peruano.
Estuve por dos veces en Iguazú y en San Ignacio Mini; vi el filme y visité las ruinas. Conocí guaraníes de hoy. El millar de quilómetros Paraná abajo con los guaranies del GUAYRA es una epopeya heroica, y me gustaría saber más detalles.