¿Y quién fue Juan Antonio Álvarez de Arenales?

Juan Antonio Álvarez de ArenalesLa avenida Arenales es una de las más transitadas de nuestra capital, Lima. Es paralela a la Av. Arequipa (antes llamada Av. Augusto B. Leguía) y a la Av. Petit Thouars. Y como esta última, su denominación corresponde a la de un apellido célebre, un personaje que, a pesar de ser extranjero, fue gravitante en las luchas independentistas nacionales de las primeras décadas del siglo 19. En la década de los años 80 -cuando aun en Lima no abundaban los centros comerciales, tiendas por departamentos y supermercados que hoy son moneda corriente entre nosotros- hubo una galería de tiendas muy conocida ubicada en toda una cuadra de su extenso recorrido, que se llamaba, naturalmente, Centro Comercial Arenales y fue, durante años, uno de los puntos de reunión más concurridos del distrito de Lince y tenía, además de establecimientos de venta de ropa, accesorios y electrodomésticos, una serie de locales como restaurantes, cine, librerías, juegos electrónicos, entre otros, donde familias y grupos de amigos se reunían los fines de semana, días feriado y ocasiones especiales. Hoy aprenderemos acerca de la vida y carrera de este influyente militar argentino cuyo apellido ha superado la prueba del tiempo como identificación de esta conocida arteria.

Juan Antonio Álvarez de Arenales Gonzáles, nació en  Villa de Reinoso, Castilla, o bien Salta,Argentina, 13 de junio de 1770 – fue un militar argentino. Se cree que nació en España en la localidad denominada Villa de Reinoso, en Castilla.

Contaba tan sólo 24 años de edad, cuando el Virrey del Río de la Plata don Nicolás de Archondo lo distinguió con el grado de teniente coronel de milicias de Buenos Aires.

En 1809 se iniciaron en el Alto Perú –hoy Bolivia- los movimientos independencia revolucionaria. En ese momento Arenales ejercía allí funciones. Aún así, adhiere al primer levantamiento libertario producido el 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca. Fue gobernador de Salta (1824) y también de Cochabamba. Con éxito evidenció sus aptitudes militares en la primera y segunda “Campaña a la Sierra” encabezada por San Martín.

La historia inmortalizó su nombre al comandar al ejército patriota que triunfó en la batalla de “La Florida” en 1814. El historiador salteño Roberto Vitry refiriéndose a tan arrolladora victoria afirmó: “El triunfo de la Florida” casi termina con la vida del prócer: Arenales, solo ya, sigue peleando sin pensar en rendirse. Brigadier General de las Provincias Unidas del Río de la Plata; Mariscal de campo y benemérito de la Legión de Honor en Chile y congratulado Gran Mariscal del Perú.

Durante la primera campaña logró cuatro victorias en Palpa, Nazca, Cuesta deTarma y, la más importante, la batalla de Cerro de Pasco. Logró tomar varias provincias para los patriotas: Ica, Huamanga, Huánuco, Huancavelica y Pasco. Los realistas temieron perder contacto con el interior. En 1819 se incorporó al Ejército de los Andes en Chile. El general José de San Martín lo designó al mando de una división para su expedición libertadora al Perú. Regresó a su provincia en la época de la guerra civil de 1829, pero no actuó en política. Después de la derrota de los unitarios en la batalla de La Ciudadela, se marchó a Bolivia “a visitar unos parientes”.

Siguiendo sus mar­chas encuentra la división enemiga del Gene­ral O’Reilly que había salido de Lima a batir­lo. El General Arenales dispone y ordena sus tropas que ejecutan movimientos estratégicos antes de lanzarlas al combate, y no sin haber precedido un previo reconocimiento practicado por el jefe en persona, del paraje Serro de Pasco. La fuerza de O’Reilly es de 1,200 hombres de batalla, y la patriota de 860. Iniciada la lucha por parte de Arenales su resultado es obtener un triunfo espléndido.

Esta jornada costó al enemigo 58 muertos incluso un oficial, 18 heridos con otro oficial, y 343 prisioneros, inclusos 23 oficiales desde la mayor graduación. Se tomó además dos piezas de artillería, de trescientos a cuatro­cientos fusiles, todas las banderas y estan­dartes, pertrechos, equipajes, música y cuan­to tuvieron que perder, sin haber fugado cinco hombres reunidos.

En la persecución cayó prisionero el mismo O’Reilly. En ho­nor de los vencedores San Martin dio el de­creto que sigue en la orden del día 13. “La división libertadora de la Sierra, ha lle­nado el voto de los pueblos que la esperaban: los peligros y las dificultades han conspirado contra ella á porfía; pero no han hecho mas que exaltar el mérito del que la ha dirigido, y la constancia de los que han obedecido sus órdenes: para unos y otros, se grabará una medalla que represente las armas del Perú por el anverso y por el reverso tendrá la ins­cripción: A los vencedores de Pasco. El general y los jefes la traerán de oro, y los oficiales de plata pendiente de fina cinta blan­ca y encarnada; y los sargentos y tropa usa­rán al costado izquierdo del pecho un escudo bordado sobre fondo encarnado con la leyen­da: Yo soy de los vencedores de Pasco.” El nombre de esta acción y el del general son las partidas de bautismo de dos calles de esta ciudad.

Termina con esta victoria la prime­ra Campaña á la Sierra. Diremos aquí que los territorios de la Sierra son grandes desiertos arenosos cuyo suelo ardiente que­ma la planta de los pies, y la atmósfera es un horno de reverbero. En la Sierra la ra­refacción del aire y el reflejo de los hielos pro­ducen enfermedades penosas. Pues bien: por estos ingratos parajes la división anduvo cientos de leguas en una y otra expedición.

La división se incorporó al ejército en Enero de 1821: su presencia trajo á la me­moria de todas las fatigas, los riesgos y la gloria de que se había cubierto: el ejército la saludó triunfante, y con los honores que se tributan á los vencedores. Ella presentó a San Martín 13 banderas y 5 estandartes, entre las que se habían tomado en las provincias de su tránsito, ó en el cam­po de batalla. En Abril del mismo año se abre una nueva campaña á la Sierra; la anuncia el general San Martin a los habitantes de Tarma en una proclama, de la que, tomamos estos párrafos: “Allá os envio una división de guerreros invencibles, destinada a no abandonaros hasta haber puesto vuestra existencia y liber­tad al abrigo de la opresión. A su cabeza está el general Arenales, vuestro protector, y el azote de los tiranos del Perú: ya le cono­céis.  Seguid á Arenales; ved cual vuela de triunfo…”

Falleció en la localidad de Moraya, Bolivia, en 1831, en la casa del coronel José Manuel Pizarro. Fue sepultado allí en el osario común a excepción del cráneo, conservado por el coronel Pizarro y entregado en la ciudad de Buenos Aires a doña Josefa Arenales de Uriburu, su hija y madre del futuro presidente José Evaristo Uriburu. En mayo de 1959 llegaron a Salta sus restos, siendo depositados en el “Panteón de las Glorias del Norte de la República”, tras cumplirse una emotiva ceremonia cívico militar en el templo mayor de la catedral de Salta.

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