El yaraví: Orgullo musical de Arequipa
Hace unos días, el 15 de agosto, nuestros hermanos de las regiones de Arequipa y Huánuco celebraron un año más de sus respectivas fundaciones. Y así como de Huánuco nos llegan las tradicionales y coloridas danzas de los matraqueros, desde Arequipa tenemos al melancólico y sentimental yaraví, expresión musical de larga historia y significado. La semana pasada recordamos al poeta y héroe Mariano Melgar -que fue además cultor del yaraví– y esta nos dedicamos a este género musical netamente peruano.
Cuando hablamos de folklore peruano, la mayoría de personas piensa en el vals, el huayno, la marinera y el festejo. Sabemos que la variedad es mucho más amplia, pero por alguna razón -popularidad, difusión en medios de comunicación de sus principales exponentes, etc- estos cuatro géneros son los más reconocidos por el público. Sin embargo, hay formas musicales de extrema belleza interpretativa, como el yaraví, que en otras épocas también tuvieron enorme protagonismo y presencia en los hábitos de consumo musical en el Perú, principalmente en Arequipa, donde se cultivó más gracias al aporte invalorable del joven poeta Mariano Melgar. C
Como es obvio, no existen grabaciones de la voz de Melgar entonando alguno de los intensos yaravíes que escribió, pero se le reconoce a través de la historia como uno de los impulsores de este romántico y triste canto popular, que en las décadas de los 50s y 60s tuvo intérpretes de fuste como Los Dávalos, El Trío Yanahuara, El Dúo Paucarpata, entre muchos otros. En esta nota les contamos la historia y desarrollo del yaraví:
En tiempos de la Colonia, las expresiones musicales incas se fusionaron con las españolas, como parte del proceso de transculturización que vivieron las poblaciones andinas entre los siglos 15 y 16. A las quenas, antaras, pututos y estructuras musicales pentatónicas sin notación, se unieron los cantos trovadorescos de la soldadesca realista, a menudo acompañados con vihuelas o bandurrias (antecedentes de la guitarra). En cada zona del diverso Tahuantinsuyo, las sonoridades fueron generando estilos musicales nuevos, cada uno con personalidad y características propias.
En Arequipa surgiría, en ese sentido, el yaraví, castellanización del término quechua "harawi" -escrito también "jarawi" o "arawi"- que significa "poema". La historiografía musical ubica los primeros rudimentos del yaraví mestizo en los siglos 17 y 18, como cuenta Aurelio Miró Quesada en su libro Historia y Leyenda de mariano Melgar (Lima, 1978). Sin embargo, en las crónicas de Inca Garcilaso de la Vega y Guaman Poma de Ayala ya se habla del harawi original, y se le describe como expresiones de todo aquello que significara una pena profunda, tanto individual como colectiva.
Esta naturaleza melancólica y quejumbrosa del yaraví se mantuvo en su evolución y desarrollo como género musical en Arequipa, particularmente en las provincias de Cayma, Sachaca y Yanahuara. Cuando Mariano Melgar, joven y apesadumbrado poeta, quiso musicalizar sus doloridas odas dedicadas, primero a Melisa y luego, a Silvia (ambos nombres inventados por él para ocultar las verdaderas identidades de sus musas: Manuela Paredes y María Santos Corrales, respectivamente), encontró el sonido ideal para ello en los yaravíes que se cantaban en las picanterías y noches bohemias en las que él mismo participó. En su breve y heroico paso por este mundo, Melgar enriqueció el yaraví con su talento para la palabra romántica.
Pero el yaraví tal y como lo conocemos ahora existe desde las primeras décadas del siglo 20, gracias al trabajo del músico arequipeño Benigno Ballón Farfán, quien inicia una nueva, prolífica y última era, en la que el yaraví es arreglado, traducido al pentagrama musical, orquestado y grabado para su conservación. Desde entonces las grabaciones a dos voces y dos guitarras (una estructura similar al pasillo ecuatoriano y la vidalá uruguaya) han permitido que las obras de Melgar superen el paso del tiempo y, asimismo, asomaron a través de las décadas, nuevos compositores e intérpretes del yaraví, que hasta hoy es muy popular en Arequipa y que también se cultiva en otras regiones como Ayacucho, Cusco, Huánuco e incluso Lima. Este canto mestizo se emparenta con el "triste" que se cultiva en La Libertad, Lambayeque, Piura y Cajamarca (sierra norte), y con la "muliza" de Cerro de Pasco y Junín (sierra centro).
A la tarea emprendida por Benigno Ballón Farfán le han seguido, desde entonces, innumerables dúos, tríos y cuartetos que han plasmado en el disco de vinilo los más memorables yaravíes. Estos conjuntos, todos ya desaparecidos y que han salvado el yaraví arequipeño de su extinción son: El dúo Cerpa y Llosa (luego El Trío Yanahuara), Los Hermanos Delgado, Los Hermanos Portugal, Los Hermanos Dávalos, El dúo Paucarpata, entre otros, que realizaron sus grabaciones en las décadas de los años 50, 60 y 70.
Escuchemos Amargura, un moderno yaraví compuesto por Lionel Cuadros del Carpio e interpretado por la cantante Rebeca Pacheco (CD Arequipa la brava, 2008):
¿triste? no es la naturaleza del ser humano estar triste porque sufrir en medio de la tristeza es lo que tratamos de evitar y escapar; somos lo que queremos ser : alegres o serenos (porque hay alegría artificial aparente como risa que más abajo le espera lo triste), y no somos: lo que no queremos ser. En el mejor de los casos estar tristes es como la flecha que nos indica sairte de donde estás.
Expresion de tristeza a traves de la cancion.