4 de Julio de 1776: Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica
Amados por unos y odiados por otros, los Estados Unidos de Norteamérica son, hasta ahora, la principal potencia económica, comercial y militar del mundo. A pesar de su historia relativamente reciente y sus enormes problemas en cuanto a política exterior y vicios sociales, ha desarrollado un sistema que demuestra buen funcionamiento y orden, particularmente en temas relacionados al ejercicio de la ciudadanía, la convivencia, la urbanidad y aspectos más modernos como la cultura de calidad en la atención, la industria del entretenimiento y el comercio. José Ortega y Gasset decia que, a diferencia de los grandes imperios monárquicos europeos de los siglos 17 y 18, los EE.UU. eran una potencia débil porque “carecía de historia”. Sin embargo, esta historia, construida a retazos por sus inmigrantes, se mantiene a flote sobre la base de un modelo consumista que nos envuelve a todos, casi sin excepción. Tierra de grandes músicos, actores, artistas e íconos de la cultura pop contemporánea, hoy celebran un año más de independencia del Imperio Británico. Recordemos un poco su historia:
Tras una larga lucha en la búsqueda de la independencia de Estados Unidos de la Gran Bretaña, los delegados de las trece colonias británicas, reunidos en Filadelfia en un Congreso Continental, aprobaron un 4 de julio del año 1776, y después de firmado el Tratado de París, la Declaración de Independencia del país norteamericano.
Los deseos de independencia de las trece colonias estadounidenses, que se forjaron durante años de conflicto con los británicos por sus medidas impositivas y monopolistas (hubo varios levantamientos e incidentes como por ejemplo el del Motín del Té), estallaron finalmente el 18 de abril de 1775 cuando se produjo otro incidente en Lexington: unos soldados británicos que viajaban de Boston a Concord, para confiscar municiones, disparó contra un grupo de milicianos de la población de Lexington, haciendo así saltar la chispa que dio comienzo a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.
La rebelión de las trece colonias americanas contra Gran Bretaña fue la reacción contra un sistema de defensa de las rentas y sus utilidades. Los intereses comunes de estas colonias eran constantemente perjudicados por la política colonial de Jorge III. El gobierno británico decidió imponer a los colonos nuevos impuestos directos (sobre el papel sellado o timbre y el azúcar), que iban en detrimento de la capacidad de desarrollo de la economía local.
Los comerciantes, muy disgustados a causa de estas medidas, rechazaron las nuevas leyes por las que no habían votado al no tener representantes en el Parlamento de Londres (las leyes tampoco habían sido aprobadas por las asambleas coloniales). Como muestra de su desacuerdo, los colonos se lanzaron a las calles para protestar en sendas manifestaciones y negándose a la importación de mercancías inglesas.
En 1774, los colonos se habían reunido en Filadelfia, a fin de convocar el Primer Congreso Continental, para pedir respeto a los derechos de las colonias; pero reconociendo todavía la autoridad del rey de Inglaterra. Entre los participantes del Congreso figuraron personajes como: George Washington, Thomas Jefferson, Patrick Henry, John Adams y Benjamin Franklin, los padres fundadores de los Estados Unidos de Norteamérica.
George Washington fue nombrado jefe del ejército americano para combatir a los ingleses cuando el conflicto se hizo inevitable. Francia intervino, apoyando al ejército americano con el fin de restar a Inglaterra gran parte de su poder e influencia colonial. La guerra duro siete años, hasta 1783, año en que se firma la Paz de Versalles. Inglaterra no tuvo otra opción y reconoció oficialmente la independencia de los EEUU. Había nacido un nuevo país.
Inglaterra creyó que bastaría con el bloqueo de los puertos norteamericanos para someter a las colonias. Su ejército estaba compuesto, mayoritariamente, por mercenarios alemanes que no conocían bien el terreno donde luchaban. Los patriotas, por su parte, estaban desorganizados y no contaban con recursos, sus tropas estaban compuestas de voluntarios sin mucha experiencia.
En 1777 los norteamericanos obtuvieron la victoria de Saratoga, con lo que se liberaron las colonias del norte y centro. Benjamin Franklin, famoso científico ilustrado, fue nombrado embajador de Estados Unidos y enviado a París para conseguir aliados. Francia y España entraron en la guerra para perjudicar a su rival, Inglaterra. Los insurgentes recibieron ayuda en forma de material de guerra, empréstitos y voluntarios europeos. Holanda, aunque se mantuvo neutral, también aportó armas y material naval, se estaba gestando un frente común contra los odiados ingleses.
Una vez terminada la cruenta guerra y obtenida la independencia, fue muy difícil que las antiguas colonias se pusieran de acuerdo. En 1787, 55 representantes de las antiguas colonias se reunieron en Filadelfia para redactar una constitución. De esta forma se creó un único gobierno federal, con un presidente de la república y dos cámaras legislativas (Cámara de Representantes y Senado).
La flamante constitución estaba inspirada en los principios de igualdad y libertad que defendían los ilustrados de Francia y se configuró de manera tal que fuera la primera carta magna que recogía los principios del liberalismo político estableciendo un régimen republicano y democrático. La independencia y democracia estadounidense causó un notable impacto en la opinión y la política de Europa.
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