Roberto Gómez Bolaños “Chespirito” (1929-2014): El arte de educar a través del humor
En tiempos en que México se ha convertido en sinónimo de criminalidad, corrupción y delincuencia, tras la matanza insana de 43 estudiantes de educación en la provincia de Iguala, estado de Guerrero; el fallecimiento del Super Comediante Chespirito sacó de sus casas al verdadero pueblo mexicano, en una demostración multitudinaria de sensibilidad, amor y admiración por un artista que solo ofreció mensajes positivos y sano entretenimiento a través de su humor blanco e inteligente. Uno de los aspectos poco explorados de su desarrollo como humorista es su capacidad para educar, no solo en valores como la amistad, la generosidad o el respeto; sino a través del uso de canciones y las referencias a personajes de la historia clásica y contemporánea en muchas de sus producciones televisivas. En ese sentido, Chespirito tiene también una dimensión pedagógica, ausente en la comedia actual.
Gómez Bolaños, el pequeño Shakespeare como lo apodara un productor de televisión en sus inicios, destacó como guionista, escritor, actor, humorista, compositor y productor de cine, teatro y televisión. En sus personajes, diálogos, adaptaciones y libretos, Chespirito demostró un gran sentido de lo que era hacer humor con elementos educativos, tanto a nivel de valores como de apreciación artística, adaptada al público infantil al que se dirigía. Los programas de Chespirito no solo divirtieron a los niños sino que además les ofrecieron cultura musical, cinematográfica, histórica y literaria.
Por ejemplo, el tema musical central de El Chavo del Ocho, programa que conquistó los corazones de millones de seres humanos en el mundo -fue traducido a más de 50 idiomas- es una adaptación de una melodía compuesta por Ludwig van Beethoven, aproximadamente en 1811. La versión que se escucha al inicio de cada capítulo se titula The elephant never forgets (El elefante nunca se olvida) y fue grabada originalmente en 1970 por el músico francés Jean-Jacques Perrey (actualmente de 85 años de edad). Otra melodía de Perrey, titulada Baroque hoedown (Contradanza barroca), de 1967, se hizo popular como la música que sonaba en los créditos finales de El Chapulín Colorado, otro de los célebres personajes de Chespirito.
Asimismo, la música que identifica cada aparición de El Chapulín Colorado, tras ser invocado por las personas que necesitan su ayuda –“oh, y ahora ¿quién podrá defenderme?”– podemos escuchar una melodía épica, espectacular, escrita originalmente para el clásico del cine The Ten Commandments (Los Diez Mandamientos) de 1956 por el compositor norteamericano Elmer Bernstein. El extracto de esta banda sonora que todos conocimos por primera vez viendo al único superhéroe de Latinoamérica, se titula Red Sea (Mar Rojo) y se escucha en la mítica escena de este film, protagonizado por Charlton Heston en el papel de Moisés, en la que el patriarca bíblico abre las aguas del Mar Rojo, con el poder conferido por Yavé, para permitir la huida del pueblo judío de Egipto.
Pero no solo es el uso de canciones y melodías de calidad, compuestas por artistas reconocidos. Gómez Bolaños también compuso una gran cantidad de temas, para sus diversos programas y personajes, que contienen letras para niños muy didácticas, divertidas y originales, con mensajes positivos entre los que destacan la amistad, la solidaridad, la unión familiar y el respeto por los demás, al estilo de ese otro mexicano compositor de música infantil, el popular Francisco Gabilondo Soler, más conocido como Cri-Cri.
Además de sus programas más conocidos –El Chavo del Ocho, El Chapulín Colorado, El Dr. Chapatín– Roberto Gómez Bolaños realizó una serie de adaptaciones, siempre en clave humorística, de biografías y momentos específicos de la historia, la literatura y el cine. De esta forma, y bajo el rótulo “la historia no como fue sino como pudo haber sido”, quienes vimos estos programas pudimos conocer a Cyrano de Bergerac, Napoleón Bonaparte, Don Juan Tenorio, Federico Chopin, Don Quijote de la Mancha, Sansón y Dalila, Romeo y Julieta, Blanca Nieves y los Siete Enanos, El Gordo y El Flaco, Charles Chaplin, Cleopatra, Guillermo Tell, Nerón, Cristóbal Colón y muchos otros.
Esta preocupación por difundir cultura general a través de sus programas, no solo revela el profundo conocimiento que él tenía, como escritor, de estas historias. También se convierte en una excelente manera de introducir a los niños en estos capítulos de la historia de la humanidad de manera sana y divertida. Con la orientación de un buen profesor, estos divertidos programas son una excelente herramienta para fijar datos, valorar situaciones y comprender hechos históricos, así como para despertar interés en el cine clásico, la comedia en sus mejores expresiones y la literatura del período dorado de las letras.
Las manifestaciones multitudinarias de la población mexicana frente al fallecimiento de este genial artista, que tuvimos el privilegio de conocer y entender en nuestro idioma son la demostración de que su propuesta fue más allá de la risa fácil que se arranca con golpes sin sentido, vulgaridades y malos ejemplos. Una propuesta que hoy se hace extrañar en la televisión “para niños y adolescentes” cargada de antivalores, personajes grotescos y lenguaje destrozado. En ese sentido, no solo ha partido un actor cómico, sino que Roberto Gómez Bolaños es un maestro del humor latinoamericano.
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