Cleopatra VII: La última reina de Egipto
Se dice de ella que fue una mujer preparada, hábil políticamente y muy astuta, así describen los investigadores a la famosa reina Cleopatra VII, quien tuvo la gran responsabilidad de asumir el gobierno de su reino cuando el Imperio Romano estaba en su mayor apogeo y poder sobre sus colonias, entre ellas Egipto.
Su vida es un relato apasionante de los últimos días del Imperio de las Pirámides y cómo se desintegró la dinastía a la que ella pertenecía. Sin embargo, esta mujer pudo conseguir alianzas con los gobernantes más poderosos de Roma y hasta hacerlos sucumbir a sus caprichos, razón por la cual se ha creado un mito acerca de sus atributos personales.
Lo cierto es que un 13 de agosto, hace casi 2,500 años, la gran Cleopatra de Egipto murió por su propia decisión antes de caer en manos enemigas. Aprendamos un poco más de la vida de este personaje de la historia que hasta hoy fascina a la humanidad.
Cleopatra Filopátor Nea Thea o Cleopatra VII nació en el año 69 antes de Cristo. Sus padres fueron Ptolomeo XII y Cleopatra V, quienes tuvieron varios hijos. Se trató de una mujer sobresaliente para su época ya que se ocupó en muchas materias y llego a tener conocimientos de distintas ciencias como por ejemplo la astronomía y la medicina y hablaba varias lenguas.
Heredó el trono de Egipto a la edad de 17 años, responsabilidad que tuvo que compartir con su hermano Ptolomeo XIV, de 12 años con quien, según una práctica común en la época, se casó. Con ellos terminó la dinastía fundada precisamente por Ptolomeo I, quien fuera uno de los generales de Alejandro Magno. A Cleopatra VII también se le conoce como la última reina del periodo helenístico de Egipto.
La vida de Cleopatra estuvo estrechamente ligada a la ciudad en la que nació, Alejandría, capital del reino creado por la Dinastía Ptolemaica. Desde su fundación en el año 331 por Alejandro Magno, que le dio su nombre, este enclave de la costa egipcia fue uno de los más importantes de todo el mar Mediterráneo.
Alejandría representaba el lujo y riqueza del reino de Egipto. Sus gobernantes, especialmente Cleopatra, se impregnaron del espíritu alejandrino, una esencia que mezclaba lo mejor de las expresiones culturales de Oriente y Grecia. En Alejandría, Cleopatra vivió principalmente las primeras etapas de su vida que formaron su carácter hacia lo que sería su vida como gobernante.
A pesar de la leyenda, la belleza de Cleopatra no debió ser tan espectacular pero la dedicación a los asuntos políticos e intelectuales no fue obstáculo para que dedicara tiempo al cuidado de su aspecto físico. Según los historiadores, se trató de una mujer tan preocupada por su imagen externa que cuando se presentaba en público, siempre prestaba mucha atención a su indumentaria, vestidos y adornos. Se decía que sus ropajes recordaban a las diosas Isis o Afrodita.
Llegó una época en la que el poder del Imperio Romano se encontraba en su apogeo en el Mediterráneo, mientras que la dinastía de los Ptolemaicos en Egipto, por el contrario, se hallaba en franca decadencia. En esas circunstancias, Cleopatra asume el gobierno de su reino. En su familia se había desatado una guerra fratricida luego de que Roma debilitara el poder de su padre Ptolomeo XII y eso creó la situación propicia para que Cleopatra tomara el poder. En una primera acción de inteligencia y tratando de evitar el ambiente hostil que reina en Egipto, Cleopatra se traslado a Siria, desde donde preparo una fuerza armada.
Poco tiempo después, Roma envía a Egipto a César noticia que sorprende a Cleopatra. La llegada del notable general republicano respondía a la tradicional política de Roma en Oriente que constaba en controlar los asuntos internos de sus estados vasallos, protegiendo al gobernante que mejor defendiera sus intereses.
Julio César arribó a Egipto en una misión de persecución de Pompeyo, al que derrotó en la batalla de Farsalia, con lo cual Julio César se convierte en dueño único y absoluto de Roma. Además, se hizo amante de la reina Cleopatra, naciendo de esta unión un hijo que llevaría el nombre de Cesarión. La reina fue dos veces a Roma pero nunca fue aceptada por el pueblo romano, que la miraba con desconfianza.
Tras el asesinato a traición del César, en el año 41 a.C., la reina de Egipto fue convocada a Tarso por Marco Antonio, gobernador de los territorios de Oriente, él también se convertiría en amante de Cleopatra. Ambos regresaron a Alejandría, lugar en el que vivieron juntos durante algunos años y tuvieron varios hijos. En el año 34 a.C., tras una campaña de victorias militares, Marco Antonio dividió el antiguo Imperio de Alejandro Magno entre Cleopatra y sus hijos.
Octavio, el heredero político de Julio Cesar declara la guerra a Marco Antonio por el control de Egipto. De esta confrontación emergen victoriosos los ejércitos de Octavio que finalmente aplastan a la coalición militar de Marco Antonio en la batalla naval de Actio. Marco Antonio es engañado con la noticia falsa de que Cleopatra ha muerto y se suicida. Octavio entra victorioso y sin mayor obstáculo a tomar el control de Alejandría y de todo Egipto.
Ante la marcha triunfal de Octavio en su tierra natal y enterada de que Marco Antonio ha muerto, Cleopatra decide suicidarse un 13 de agosto del año 30 antes de la era cristiana, para evitar la humillación de ser exhibida ante los romanos como prisionera de guerra. Antes de morir, la reina de Egipto escribió una misiva a Octavio en la que le pedía ser enterrada junto a Marco Antonio, y así se hizo. El lugar de su sepultura, a pesar de algunas teorías, es desconocido.
Sin lugar a dudas, dentro de la historia de la antigüedad, Cleopatra fue la mujer más recordada por sus características de liderazgo que han sido muy bien llevadas al cine, por ejemplo. Es preciso referirse a Cleopatra como una mujer inteligente y calculadora que supo hacerse del poder para fortalecer a su reino y darle mayor prestancia a la grandeza de Egipto usando las armas que mejor conocía: la astucia, el conocimiento y la seducción.
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