¿Cómo es el proceso de canonización en la Iglesia Católica?
El último fin de semana, la noticia a nivel mundial fue la canonización de la religiosa de origen albanés Agnes Gonxhe Bojaxhiu, más conocida universalmente como la Madre Teresa de Calcúta, fundadora de la congregación llamada Las Misioneras de la Caridad, activa en 133 países. Más allá de las opiniones a favor y en contra que este nombramiento han generado a diferentes niveles, quienes siguieron la transmisión de la ceremonia en tiempo real fueron testigos de un ritual que parece extraído de otra época. Vivimos en una época en que toda creencia religiosa o espiritual, por lo menos en el mundo occidental, ha quedado en segundo plano frente a cultos más mundanos como los que prodigan las grandes masas al dinero, al poder, a la fama y al lujo. En ese contexto, la aparición de una nueva santa (hace dos años pasó lo mismo con los papas Juan XXIII y Juan Pablo II) puede sonar a estrategia de reposicionamiento de una religión desprestigiada por múltiples escándalos que poco o nada tienen de divino. Sin embargo, en estos tiempos de información e imágenes propaladas en tiempo real -el “gobierno de la imago” como dicen los semiólogos- el mundo pudo observar la ceremonia coreográfica asociada a la canonización, antes solo disponible en crónicas antiguas. Pero ¿cómo funciona el proceso de canonización en la Iglesia Católica? Aquí te lo contamos:
La canonización es un proceso de la Iglesia Católica destinado a darle a una persona fallecida, la condición de Santo. Como resultado de este proceso, la persona canonizada es incluida en la lista de Santos ya existente. La canonización no otorga la condición de divino, lo que reconoce es que, al momento de fallecer, esta persona fue santa. En la antigüedad, las personas no requerían de este proceso para ser considerados Santos, pues era la voluntad del pueblo la que determinaba este nombramiento.
A mediados del siglo III, Cipriano de Cártago, el clérigo y escritor romano, decidió hacer recomendaciones a fin de que no se hiciera entrega del título de Santo a personas que no lo merecieran realmente. Entre sus recomendaciones se encontraba, por ejemplo, la investigación exhaustiva de las circunstancias de martirio de la persona y la indagación sobre el carácter y fortaleza de su fe.
A finales del siglo X, se llevaron a cabo los primeros procesos canónicos de los que se tiene constancia. El primer Santo reconocido mediante el proceso de canonización fue Ulrico de Augsburgo y la primera mujer declarada Santa fue Wiborada. A partir de 1234, el proceso de canonización se reservó únicamente para el papado.
Finalmente, en la segunda mitad del siglo XVI, el Papa Sixto V entregó la celebración del proceso a la Sagrada Congregación de Ritos. En 1969, esta responsabilidad fue puesta en manos de la Congregación para las causas de los Santos. Hoy en día, el proceso ha cambiado y las condiciones impuestas por la iglesia son más rigurosas.
En la actualidad, antes de acceder al proceso de canonización, el candidato o candidata a Santo, debe cumplir con cinco condiciones (además de haber fallecido en el periodo de cinco años antes de iniciar el proceso):
- La etapa inicial: postulación a la causa
- Declaración de la persona como sierva de Dios
- Declaración del candidato como venerable
- La beatificación del candidato (requiere de un milagro)
- La canonización de la persona (requiere de la autenticación de otro milagro)
Después de haber completado las cinco condiciones requeridas para iniciar el proceso final de canonización, existen dos caminos para obtener la declaración final de la persona en su estado de Santo. El primero es el camino de las virtudes heroicas y el segundo es el camino del martirio. Por la vía del martirio se debe comprobar un milagro realizado por la persona candidata y si la vía de las virtudes heroicas es la escogida, el candidato deberá probar dos milagros.
Madre Teresa de Calcúta ha sido canonizada en septiembre de este año por el Papa Francisco. Tras la elevación a los altares de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II, en abril del 2014, esta vendría a ser la tercera canonización celebrada por el primer papa latinoamericano de la historia.
Teresa de Calcúta había sido beatificada en el año 2003, por el papa Juan Pablo II. Previamente había sido galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1979 por su labor pastoral, desarrollada básicamente con las poblaciones pobres de Calcúta, una de las ciudades más grandes de la India. Agnes Gonxhe Bojaxhiu, su verdadero nombre, nació en Albania en el año 1910. A los 36 años, en 1946, fundó la congregación Misioneras de la Caridad, que se diferenciaban por sus sotanas de color blanco y celeste. Falleció a los 87 años de edad, en 1997.
Aun cuando Madre Teresa se convirtió para muchos en símbolo de la compasión y el amor por los más pobres, hubo sectores que comenzaron a difundir, hace algunos años, informaciones relacionadas a las “condiciones” que ella ponía a las personas en extrema pobreza para ayudarlas, como por ejemplo, convertirse al Cristianismo. Otros critican hasta ahora sus posturas contra los métodos anticonceptivos. Sin embargo la devoción hacia ella ha sido grande también, al punto de generar los requisitos mínimos para ser declarada santa, esto es, el reconocimiento de dos milagros por el Vaticano.
En el año 2002, el Vaticano reconoció un milagro que se le adjudicó a la religiosa después de su muerte: la curación en 1998 de Monika Besra, una habitante bengalí que padecía un tumor abdominal. El papa Francisco firmó recientemente el decreto que autorizó la canonización de la Madre Teresa de Calcúta, después de reconocerle un segundo milagro: la inexplicable curación de un brasileño con múltiples tumores cerebrales. Se trató de un hombre de 35 años que se curó de un modo “inexplicable científicamente”. Según el periódico Avvenire de la Conferencia Episcopal Italiana, un panel de expertos reunidos en la Congregación por las Causas de los Santos, le atribuyó la “milagrosa curación” a la monja, luego que su esposa solicitara su intercesión ante la grave enfermedad del paciente.
Deja una respuesta