La historia de la pizarra: La principal herramienta de un docente
Antes de la aparición de la pizarra, los maestros dialogaban con sus alumnos, contándoles historias y transmitiendo saberes de manera oral, a veces en tono de conversación, a veces a gritos (no había micrófonos ni nada ligeramente parecido a ello). Establecida la idea moderna de la educación -en las ágoras griegas y los salones y liceos de las civilizaciones antiguas- el docente se apoyaba en su propia retórica y, en algunos casos, las paredes eran el espacio donde podían escribirse o graficarse algunas ideas, escenas de la vida cotidiana, para que los estudiantes observaran y fijaran mejor los conocimientos que se les impartían a través de discursos. Con la revolución industrial llegaron las famosas pizarras verdes (en algunos casos eran negras) con las cuales muchos de nosotros, ya en el siglo 20, estudiamos. En los 90s llegaron las pizarras acrílicas (blancas, sobre las cuales se escribe con plumones) que han coexistido -y coexisten todavía- con las clásicas superficies verdes y sus complementos naturales, las tizas de colores y motas para borrar. Hoy los profesores de colegios y universidades con mayores posibilidades en términos de infraestructura, han reemplazado las pizarras físicas con las proyecciones, los power points, los prezis y demás herramientas de la educación multimedia cargada de gadgets y artilugios que forman parte de las denominadas TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) aplicadas a la tarea de educar. Sin embargo, la imagen de la pizarra es probablemente la que mejor representa al maestro de aula. Conozcamos su historia y evolución:
Nada más aterrador para un alumno con dificultades en matemáticas que lo saquen a resolver un problema en la pizarra. La tensión de ver cómo pasan los segundos sin que el joven estudiante, dando la espaldas a la asamblea de compañeros de salón, sea capaz de empezar siquiera a resolver la ecuación que el profesor escribió sobre aquella superficie verde, es una de las escenas más recurrentes en nuestra vida escolar. Otra famosa escena relacionada con la pizarra verde es aquella en la cual, después de ser descubiertos en alguna travesura inocente, la profesora nos mandaba a borrar la pizarra. O, por el contrario, a escribir sobre ella 100 veces «no debo hacer tal o cual cosa». La pizarra es, como vemos, el elemento que definió al salón de clases durante años y, de alguna manera, lo siguiente siendo.
En algunas escrituras de la India del siglo 11 se menciona el uso para la enseñanza de pequeñas tablillas hechas de roca pintada de negro. El maestro sostenía la tablilla con una mano, frente a los alumnos, y con la otra escribía o dibujaba aquello sobre lo cual trataba la lección. Durante la Edad Media el uso de estas tablillas se hizo más extenso por Europa, aunque no hay registros históricos que confirme, con fechas exactas, en qué lugar del mundo estuvo el primer salón que utilizó una pizarra.
La invención de las pizarras pintadas de verde se le atribuye a un educador y experto en geografía nacido en Escocia, James Pillans, quien además habría inventado la primera receta o fórmula para hacer tizas, material complementario que le da razón de ser a la pizarra -¿con qué escribir sino sobre esta superficie pintada hecha de piedra? Pillans incluso habría sugerido que las pizarras, inicialmente negras, fueran verdes ya que este color es menos duro para la vista y permite que resalte la tiza blanca y sus variables. Las tablillas aumentaron de tamaño y empezaron a colgarse en la pared. Había nacido la pizarra tal y como la conocemos.
Martin Heit, un fotógrafo coreano, inventó la pizarra blanca acrílica. La idea se le vino a la mente al notar que podía escribir sobre los negativos de las fotos que tomaba, con plumón, y borrar los trazos con paños húmedos. Inicialmente Heit utilizó estas pizarras acrílicas en su ámbito personal, ubicándolas en su estudio para anotar fechas, detalles de sus actividades, etc. Sin embargo en la década de 1960 vendió su invento a Dri-Mark, una compañía que comenzó a comercializarlas, pero tomaron recién fuerza a partir de los años 90, por su elevado precio de costo y las dificultades de colegios y universidades para equipar sus aulas con las nuevas pizarras.
El uso de las clásicas pizarras verdes se había extendido en todo el mundo educativo y académico. El maestro se hizo inseparable de su pizarra y sus tizas. Sin embargo esto tuvo también una consecuencia negativa: el riesgo de sufrir afecciones respiratorias a causa del polvillo que las tizas soltaban en cada escritura y borrado de la pizarra. Esto motivó que las pizarras acrílicas blancas fueron vistas como un adelanto tecnológico que libraría a los docentes de este problema y, poco a poco, según el tipo de escuela, las pizarras blancas fueron reemplazando a las verdes, generando toda una revolución tanto en el aspecto del aula como en las industrias asociadas a las pizarras: plumones, motas para plumones y otros accesorios novedosos surgieron como parte de este cambio que todo docente de más de 50 años de edad debe recordar bastante bien.
En pleno auge de los adelantos tecnológicos, los cambios de herramientas se hicieron más y más vertiginosos, aunque nunca dejamos de ver en los salones de colegios, universidades y hasta en las salas de reuniones empresas o instituciones estatales, una o varias pizarras listas para las anotaciones de puño y letra de profesores, alumnos, gerentes y jefes de equipos de trabajo. Junto a las pizarras hoy contamos con proyectores (que también tuvieron una evolución propia), uso de equipos multimedia que integran la reproducción de DVDs, archivos digitales en vídeo y uso de presentaciones en diapositivas que, más que reemplazar, interactúan y se combinan según las necesidades de cada clase.
Excelente
Excelente el uso de las pizarras acrílicas, para mí que sufro de asma, el polvillo de la tiza era una tortura.
Interesante, me ha hecho recordar los viejos tiempos y la llegada de nuevas herramientas con la tecnología.
Felicitaciones al maestro que indaga y socializa estas significativas historias de los instrumentos y/o equipos que revolucionaron la educación, sinceramente motiva a los que estamos comprometidos con esta noble tarea: educar e instruir…me comprometo a imprimir este relato y socializar a mis colegas y otros maestros…ok…bien…bien.
Excelente!
Todo cambia gracias a las necesidades del hombre.
me sirvio demasiado gracias