Reflexiones Magisteriales: La docencia y el patriotismo
Hablar de patriotismo en estos días debe concitar en nosotros una profunda reflexión acerca de qué entendemos por Amor a la Patria. Mientras que los noticieros nos muestran diariamente casos de corrupción en las instituciones y violencia en las calles y casas; y las agencias de publicidad llenan todos sus anuncios de escarapelas y banderas blanquirrojas para ofrecer y vender en cantidad; hay miles de maestros y maestras que inculcan el verdadero sentimiento nacional a través del afianzamiento de valores como la honestidad, el respeto hacia los demás y la convivencia pacífica entre los pueblos. Solo recuperando el valor de la honestidad y la buena convivencia seremos capaces de celebrar Fiestas Patrias sin sentir que no es más que un feriado largo y una fecha en la que se cumplen ciertos protocolos sin sustancia verdadera.
Cada vez que llegan estas fechas de Fiestas Patrias, en las cuales se celebra al país y se resaltan sus valores y riquezas, sobreviene un tema que a muchos nos lleva a la reflexión e incluso al debate: ¿Cómo se debe enseñar a los niños y jóvenes el amor a la Patria? ¿Es positivo infundir sentimientos patrióticos en los alumnos? ¿Es posible darles esta enseñanza, a pesar de que hay carencias y dificultades que muchas veces nos limitan en la jornada diaria?
Los maestros tenemos en nuestras manos a los futuros ciudadanos del país. Después del hogar, la escuela es el lugar donde nuestros niños son expuestos a sus primeros acercamientos con el concepto de Patria y la importancia de amarla y respetarla. Los pequeños aprenden los versos del Himno Nacional y es frecuente verlos muy emocionados en los izamientos de la Bandera, cantando con fervor y portando su escarapela.
Los preparamos cuando pequeños para representar a los personajes más notables de la lucha por nuestra independencia y, cuando ya están un poco más grandes, muchos optan por integrar la banda musical del plantel para interpretar las marchas y temas que distinguen al Perú.
Todas estas acciones tienen como objetivo principal inculcar en nuestros alumnos el amor a nuestro país y, sin duda, eso es positivo. Pero, tal vez, deberíamos pensar un poco más allá de los actos conmemorativos y las celebraciones protocolares para preguntarnos si eso es suficiente y en qué medida es bueno que las personas resaltemos con tanta devoción nuestro nacionalismo.
Nuestros alumnos deben aprender que el amor a la Patria se expresa en cada cosa que hacemos en nuestro día a día. Si somos honestos, si trabajamos con dedicación desde el puesto que tengamos, si respetamos las leyes y no cometemos actos de corrupción, si somos solidarios y cuidamos nuestro patrimonio, estamos amando al Perú incluso más que cuando lo decimos o lo evidenciamos con carteles, banderines o afiches que dicen Te Amo Perú en internet.
Si digo que amo a mi país, no llego tarde a mis compromisos; si amo a mi país, cumplo con sus leyes y normas; si amo a mi país, no le hago trampa ni en la escuela, ni en la calle, ni en casa; si amo a mi país, no me aprovecho de la situación, ni soy desconsiderado con los demás. En todas esas cosas y en muchas otras más podemos profesar y demostrar nuestro amor por el Perú.
Por su parte, los padres en casa deben ayudarnos a completar estas tareas de amor a la Patria, dándoles a sus hijos ejemplos de cómo ser buenos ciudadanos, enseñarles el respeto y la solidaridad con las demás personas y un buen concepto de lo que significa querer a su país. Los padres no solo deben quedarse en la celebración y el entretenimiento que se practica en estos días de fiesta, la peruanidad es más que un comercial de algún producto comercial.
Los maestros peruanos que amamos y hacemos respetar a nuestro país, lo hacemos con las armas más sublimes, que son la educación y el progreso. Porque sabemos lo que significa querer al suelo que nos vio nacer somos comprensivos con las personas de otra nacionalidades, no alimentamos odios, ni incitamos a la violencia, no apoyamos ni admiramos a quienes alcanzan fortuna y éxito profesional sobre la base de delitos y arreglos indignos. Enseñemos a nuestros niños a dejar en alto el nombre del Perú.
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