Libros de colegio con errores: ¿En manos de quiénes estamos?
Desde hace aproximadamente tres décadas, una de las principales frases hechas de presidentes, congresistas, alcaldes y de autoridades no electas en procesos electorales ciudadanos (ministros, jueces, etc.) es que “su preocupación es mejorar la educación en nuestro país”. En las campañas previas a una votación, la tan mentada “mejora educativa” figura en todos los programas, es materia del 80% de promesas y resuena en cada discurso o entrevista de los candidatos, ávidos de poder. Paralelamente, un sustrato de permisividad, desregulación y abiertas actitudes delictivas ha promovido el establecimiento del desorden y la informalidad en todo orden de cosas. ¿Realmente debemos sorprendernos tanto después de ver que una “editorial” lanza al mercado libros de colegio con errores de cálculo (en los de matemáticas), ortográficos y sintácticos?
En nombre de la “libertad de mercado” llegan a cometer despropósitos muy nocivos, capaces de sepultar varios metros bajo tierra las buenas intenciones de una minoría, aun preocupada por brindar información de calidad, cultura, desarrollo. Subtítulos de noticieros que no respetan concordancias de género (“las reuniones del CADE estuvo abarrotada”), que se saltan las más elementales normas de la ortografía (“escencia” en lugar de “esencia”, por ejemplo), son pan de cada día en nuestras pantallas. Del mismo modo, columnas en los principales medios escritos que parecen escritas por un simio, sobre temas irrelevantes, abundan semana a semana.
Y lo que es peor, los programas “de entretenimiento” hacen rating mostrando la más absoluta e irritante ignorancia de sus concursantes y personajes de la “intelligentsia periodística” como el conductor del noticiero matutino de Canal 4 afirma que no se les debe criticar “porque no son candidatos al Premio Nobel”. Podríamos seguir mencionando ejemplos al respecto, pues somos víctimas de la incultura mediática que genera, por conclusión lógica, ciudadanos incultos.
Todos estos dislates, que son transmitidos y replicados cotidianamente por internet y que se reproduce en las sobremesas, en las conversaciones a través de mensajes de texto, etc., se van asentando en el inconsciente colectivo hasta producir una generación completa de analfabetos funcionales que, con un poco de dinero y los contactos necesarios, descubren que hay un “negocio seguro” en la venta de textos escolares y así, literalmente sin saber leer ni escribir, fundan una editorial y como nadie los controla, venden sus libros a colegios “privados” y cumplen, una vez más, el sueño del emprendedor, tan de moda por estos días.
Si a la absoluta falta de seriedad de estos empresarios – tratándose de una actividad tan importante para la sociedad como es la edición de textos escolares que serán leídos por niños – le sumamos la inacción de las autoridades, que no pueden aplicar ninguna clase de regulación ni control pues se trata de “empresas privadas”, tenemos el resultado que Panorama, programa dominical de noticias, mostró el último fin de semana: una serie de publicaciones que, de haber sido sometidas a la más leve revisión previa a su venta, habrían terminado en el tacho de basura más cercano.
La pregunta es si resulta creíble tanto asombro. ¿No aceptamos a diario que nuestros alumnos se embrutezcan viendo programas de televisión en los que dicen, entre bromas, barbaridades de toda clase, desde las mayores vulgaridades posibles hasta inaceptables errores en datos de cultura general?
Desde Derrama Magisterial esperamos, de todo corazón, que el peso de la ley caiga íntegro sobre estos difusores de ignorancia, incapaces de sentir vergüenza ante el inmenso daño que hacen a quienes, en sus campañas publicitarias, no dudan en llamar “el futuro del Perú”.
Desde que nos dejamos arrebatar la producción intelectual de nuestras respectivas áreas de enseñanza, por las grandes editoriales, nos imponen de manera compulsiva contenidos que no necesariamente compartimos.
Sería muy oportuno que la Derrama convoque a los docentes a producir textos y que luego de sendos concursos se aprueben los mejores.Tengo la seguridad que como en anteriores publicaciones la aceptación de la masa docente sería gol empresarial y de aporte al cambio educativo.
La verdad es una vergûenza, no se como indecopi, el Ministerio de Educación deja que estos libros circulen y no dicen nada.
Una verdadera informalidad, no me sorprende.
es un gran error de parte del ministerio en no ver semejante falta matematica k pasa con el gobierno donde esta el avance de la educacion y k pasa con los directores de los colegios k recomiendan los textos y obligan comprar . Asi no se avanza se retrocede sñres la educacion empieza x el gobierno los directores profesores y padres pongamonos las pilas con nuestros hijos y alumnos
Los colegio y las editoriales deberían ser multados por el Ministerio de Educaión, son más de 200 colegios una vergüenza.
Cuñando cambiará esto en el país, nunca.
Mucho más control con eso y denunciar a los responsables.
Libros con errores en Perú , eso no es de ahora siempre ha pasado esto y nadie dice nada.
Los errores en los libros solo demuestra el grado de cultura que tienen los que los fabrican.
Se tiene que multar a las escuelas y la UGEL debería iniciar una investigación para llegar con los responsables.