Perfiles: María Reiche (1903-1998), protectora de Nasca
Un 15 de mayo, hace 116 años, en 1903, nació María Reiche. Esta matemática, arqueóloga y experta en idiomas (hablaba hasta cinco lenguas) llegó desde su natal Dresde –ciudad alemana ubicada en el borde oriental del país germánico, cerca de la frontera con la República Checa- hasta las pampas de Nasca para convertirse en símbolo de la protección y estudio de sus fantásticos geoglifos, conocidos internacionalmente como las Líneas de Nasca, uno de los principales atractivos turísticos del Perú. Durante más de cinco décadas, dedicó su trabajo y su vida al conocimiento de estas enigmáticas figuras, al punto de ser reconocida como “la Dama de las Líneas”. Hoy la recordamos al cumplirse su natalicio.
En 1974, la matemática y arqueóloga alemana María Reiche, a los 71 años de edad, publicó el primer mapa de las líneas de Nasca, fruto de casi tres décadas de meticuloso y solitario trabajo midiendo, limpiando, observando y protegiendo los enigmáticos geoglifos que, según sus fundamentadas teorías, habían sido utilizados por los habitantes precolombinos de esas calurosas pampas como sistema astronómico, calendario de lluvias y planificación de cosechas. En una nota publicada en la web de El País se recopila un análisis de la figura de la parihuana o flamenco, escrito por la investigadora: “si nos paramos en su cabeza en las mañanas del 20 al 23 de junio y seguimos con nuestra mirada la dirección del pico, podremos observar claramente la salida del sol, exactamente en un punto de un cerro ubicado en esa dirección”.
Es clásica la imagen de María Reiche, sentada en lo más alto de una escalera de mano, con sus binoculares, mirando al horizonte. La alemana se había establecido en Ica en la década de los años cuarenta, como asistente del arqueólogo norteamericano Paul Kosok, quien observaba las líneas para conocer su origen. Previamente había trabajado en Cusco y Lima como tutora de los hijos del cónsul alemán y profesora de inglés, respectivamente. Cuando Kosok abandonó el Perú, María decidió quedarse pues ya había quedado fascinada por esas líneas fantásticas, las cuales estudió y protegió hasta su muerte, a los 95 años, en 1998.
Hoy, las Líneas de Nasca son motivo de admiración en el mundo entero, e incluso de modernas y estrambóticas teorías que las relacionan con la vida extraterrestre. Sin embargo, como menciona la nota de El País: “Investigaciones posteriores a las de Reiche apuntan a que los geoglifos son manifestaciones de una tradición de organización social, así como de prácticas religiosas y conceptos culturales que desaparecieron debido a la desertización de la zona, aunque las figuras han llegado hasta nuestros días gracias a las condiciones climáticas especiales que se dan allí”: Precisamente ese tema, el de su permanencia hasta nuestros días, es el que más misterio suscitan. Como sabemos, estos trazos únicos (cada figura es un solo surco sobre la arena) datan de la época que va desde el año 200 a.C. hasta el 700 d.C., periodo en el que habitó la cultura Nasca.
María Reiche, quien tuvo que soportar al principio la hostilidad de los habitantes de las pampas –la llamaban “bruja” cuando la veían caminar sola, con sus instrumentos rudimentarios de medición-, fue con los años reverenciada por su dedicación a este lugar histórico. Se nacionalizó peruana en el año 1993, tras ser nombrada Ciudadana Honoraria del Perú un año antes. Gracias a su esfuerzo, las Líneas de Nasca fueron denominadas Patrimonio Cultura de la Humanidad en 1994. La investigadora que develó el misterio de las líneas para el mundo recibió diversas condecoraciones del Estado peruano, entre ellas las Palmas Magisteriales, Grado de Doctora Honoris Causa en diversas universidades como San Marcos, la UNI, entre otras.
Su vida fue extremadamente austera y frugal. Vivió durante más de 25 años en una humilde choza, sin agua ni electricidad, para no alejarse de sus queridas arenas y luego, en los últimos años de su vida, se mudó a una habitación del hotel de turistas de Nasca (hoy DM Hoteles Nasca, administrado por la Derrama Magisterial), donde residió con su hermana Renata, quien la asistía a causa del Parkinson y la ceguera que padecía. Cuando tenía 95 años de edad, el 8 de junio de 1998, María Reiche falleció en Lima víctima de un cáncer. Su funeral fue el 10 de junio en el Museo Nacional de Lima y María Reiche fue enterrada en Nasca. La choza donde vivió es hoy un museo y el aeropuerto de Nasca lleva su nombre como homenaje. Un mes después de su fallecimiento se inauguró en Lima el Parque María Reiche, ubicado en Miraflores, donde pueden apreciarse las figuras de Nasca trabajadas a escala pero realizadas con flores para recordarla.
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