Pisco Sour: La historia de un coctel netamente peruano

Pisco Sour: La historia de un coctel netamente peruanoEste fin de semana es el "Día del Pisco Sour", una fecha que se creó en el año 2004 para aprovechar el boom comercial de este delicioso coctel que se ha convertido, con el paso de los años -y con mayor fuerza en las últimas dos décadas- en símbolo turístico de peruanidad, como bebida asociada a la también exquisita gastronomía que nos llena de orgullo y cuyas bondades en sabores y variedades no admiten discusión. En esa fecha, productores y consumidores se únen en un frenético consumo de pisco sour y sus calculadas variaciones -con maracuyá, chicha, y otras cada vez más extravagantes- y, aunque eso no solucione problemas ni cambie actitudes negativas, todos se sentirán "más patriotas" al brindar una vez más al grito unísono de "¡El Pisco es peruano!". Aquí les contamos la historia de este refrescante y sofisticado trago nacional.

La combinación parece perfecta, como si se tratara de un mandato divino: la fuerza alcohólica del pisco, ese aguardiente de uva quebranta cultivada en los soleados campos de Ica que, tras ser destilado en alambiques artesanales, obtiene en su primera pasada ese color que, más que transparente como el agua, es como si fuera la versión líquida de una fina joya de plata (también peruana) se modera gracias al ácido penetrante de nuestro limón. único en el mundo, mientras que el huevo aporta ese calor proteínico y cuerpo que nos permite paladearlo más que pasarlo como cualquier otro coctel internacional pero que más parecen aguas pintadas con colorantes. El Piso Sour es, por eso, un homenaje a la naturaleza y al sol del sur del Perú. Y hoy es producto exportable al mundo entero y a la vez, bebida común en nuestras mesas y restaurantes.

No fue tanto así en el pasado. Si bien es cierto son conocidas las historias de grandes personajes del cine y la literatura mundiales -como son el caso del director cinematográfico Orson Welles, la diva de Hollywood Ava Gardner o el maestro de las letras Ernest Hemingway- que fueron conquistados por la frescura y alto octanaje del piso sour hace más de medio siglo, esta bebida no llegaba así nomás a las casas de las poblaciones rurales y urbanas de clase media para abajo. Todo lo contrario.

Creado en el Morris Bar, ubicado en la cuadra 4 del Jirón de la Unión en el Cercado de Lima (las antiguas Galerías Boza), allá por el año 1916 por su dueño, el barman Victor Morris Jones, se convirtió en el trago estrella de dos de los hoteles más sofisticados y costosos de Lima, el Maury y el Bolívar. Morris, que había inventado el pisco sour casi por accidente, pues se le había acabado el whisky que era el insumo original del coctel que preparaba para los mineros en Cerro de Pasco, es hoy reconocido como el padre del pisco sour, aun cuando su nombre no resuena tanto entre nosotros como las actuales marcas que ofrecen pisco, de distintos niveles de calidad.

Hoy, además del Día del Pisco Sour, tenemos el Día del Chilcano y el Día del Pisco, así a secas. Todas son estrategias tanto de reivindicación -frente a la constante amenaza de apropiación de la denominación de género que pretende Chile- como de explosión comercial que aprovecha la moda para vender a raudales y no siempre con estándares de calidad aceptables. Pero más allá de esas consideraciones, siempre vale la pena disfrutar de un buen vaso de pisco sour en estos días de calor. ¿Se anima este fin de semana, maestro?

 

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