Reflexiones Magisteriales: ¿Son las redes sociales reflejo de la realidad?
Los terribles acontecimientos que han conmocionado al mundo el pasado fin de semana abrieron un debate que es, en apariencia, superfluo y poco importante dadas las dimensiones de la tragedia experimentada por la población de París, una de las capitales occidentales más admiradas y significativas por su historia, su belleza arquitectónica y su presencia permanente en nuestro imaginario colectivo a través de obras de arte, películas, libros e íconos culturales. El debate tiene que ver con las reacciones a través de redes sociales, específicamente en el Facebook, que inmediatamente después de conocida la noticia lanzó una aplicación para actualizar las fotos del perfil de sus usuarios, instándolos a colocar como fondo difuminado de su fotografía la bandera de Francia, en señal de apoyo. Sin embargo, en la misma red social, utilizada por millones de personas en todo el mundo, surgieron al instante quienes consideraban efectista y discriminatorio este sistema de «apoyo virtual» ya que, desde hace años, poblaciones de países orientales como Siria, Líbano, Irak o africanos como Nigeria, Ruanda, Somalia, entre otros; padecen bombardeos, matanzas y tragedias similares -y en algunos casos hasta peores- sin que a la multimillonaria página de contacto, interacción e intercambio de fotos, mensajes y enlaces, se le ocurriera generar la misma cadena de apoyo con las banderas de esos u otros países cuando han atravesado por estos momentos violentos y tristes. ¿Cómo tomamos este tema y lo convertimos en fuente de aprendizaje para nuestros alumnos y para nosotros mismos?
El viernes pasado la capital de Francia, París, una de las ciudades europeas más conocidas del mundo, sufrió ataques terroristas simultáneos que han puesto en alerta a la humanidad. En distintos foros académicos y analistas del orden mundial se habla de una Tercera Guerra Mundial en ciernes, y la reacción del ejército francés, bombardeando sin clemencia a poblaciones civiles de los países en los que se ocultan las bases del Estado Islámico -organización que se ha atribuido estos inaceptables ataques- parece confirmar estos oscuros temores que ponen nuevamente en jaque la seguridad y tranquilidad del mundo entero.
Lejos de entrar en detalles respecto de las motivaciones para este intercambio violento que genera la muerte de personas inocentes, muchas de las cuales son jóvenes y niños de ambas partes, quisiera detenerme en un aspecto que resulta, a primera vista, secundario y hasta superficial, pero que encierra una problemática ligada estrechamente a cómo se maneja la información, desde dónde y con qué propósitos en términos de generar identificación o rechazo con determinadas posturas políticas, ideológicas, religiosas o culturas.
La internet es un invento 100% occidental, proveniente de los Estados Unidos. Por ende, todos los metalenguajes, códigos de comportamiento online, prioridades y reglas de juego nos llegan establecidas desde ese país, con todas las connotaciones positivas y negativas que esto pueda tener. Sin embargo, en poco tiempo la internet -y en especial el Facebook, la red social con mayor cantidad de usuarios en el mundo entero- se convirtió en un producto global, pasando a formar parte casi inherente a la vida de la gente.
En el Facebook los seres humanos vuelcan sus actividades diarias, muchas de ellas intrascendentes; pero también en Facebook se expresan sentimientos, sueños, formas de pensar, posturas ante las cosas importantes. Independientemente de que un post, una foto, un video o un enlace no represente más que una acción pasiva que no conduce a ninguna acción real, es evidente que se ha convertido en un canal para emitir opinión, algo que termina deslizándose incluso cuando la intención original al publicar algo no sea necesariamente hacer eso.
Por ello es que el debate respecto de las «fotos perfil» que Facebook programó, con el fondo de la bandera francesa, como opción para que sus usuarios la coloquen en señal de apoyo y solidaridad con Francia es importante, porque nos permite ver una dimensión diferente de lo que significa la vida en las redes, y cómo uno puede contribuir a la desigualdad o la discriminación aun sin darse cuenta, a través de un acto que pareciera incuestionablemente positivo: mostrar empatía y dar consuelo a los atacados.
Dos semanas antes de los ataques en París, bombardeos israelíes en la Franja de Gaza, sobre poblaciones árabes, azotaron a cientos de personas, muchos de ellos niños. Sin embargo nadie colocó alguna bandera de Palestina como muestra de pena por la muerte de pequeños seres humanos por causa de la insanía terrorista y el enfrentamiento bélico que tiene décadas en esa zona del mundo. Lo mismo se puede decir de casos como el Líbano o Siria, que desde hace cuatro años vive inmersa en una sangrienta guerra civil que deja víctimas todo el tiempo. Las banderas de estos países ni siquiera se conocen en el Facebook, y solo ahora frente a la avalancha de usuarios con su foto de perfil mostrando la bandera francesa, han aparecido como contraparte de lo que algunos consideran una campaña encubierta de discriminación y desprecio frente a la vida humana cuando esta no proviene del mundo occidental.
Quizás no sea tan grave, pero sí es necesario que nosotros, maestros de escuela, orientemos adecuadamente a nuestros alumnos sobre estos temas, en especial que se trata de un asunto de actualidad, materia de los noticieros de todos los días, y no un capítulo de algún viejo tomo de la historia universal, curso que debería regresar a la currícula ya que desde ahí parten todas las explicaciones históricas, sociales, políticas y religiosas para entender por qué se forma el estado Islámico, por qué escogieron Francia para desatar su violencia y por qué es negativo que Francia responda con la misma ferocidad.
Las redes sociales permiten que todos nosotros tengamos a la mano toda clase de información, de manera inmediata, en tiempo real. Sin embargo, es necesario estar muy bien equipados en cuanto nuestros propios conocimientos para saber procesar esa enorme cantidad de información y no ser presa fácil de campañas que terminen manipulándonos hasta el punto de asumir posturas que, sin querer, den una idea equivocada de lo que queremos expresar sobre tal o cual asunto. En gran parte, la lógica de la vida en redes sociales tiene su fundamento en la lógica publicitaria: a mayor repetición, mayor cantidad de adeptos. Y lo que es seguido y aceptado por la mayoría se convierte en tendencia, en decisión unánime, en pensamiento único.
Por eso al mostrar «solidaridad» y difundir esa solidaridad expresada en una foto trucada con sistemas de diseño gráfico, desde la comodidad de un computador, respecto delo que ha pasado en Francia y no haber hecho nada similar con respecto a las tragedias que enlutan a miles de familias que no hablan nuestro idioma, no profesan nuestras creencias religiosas o no forman parte de lo que llamamos «cultura occidental» a la cual pertenecemos, se termina enviando un mensaje diferente, que puede ser malinterpretado por aquellas familias afectadas por bombardeos que salen de cuarteles y armas europeas.
La vida humana es valiosa sea de un francés, de un libanés, de un cajamarquino o de un moscovita. Y los actos de terrorismo deben ser condenados sin importar quiénes son los atacantes y quiénes los atacados. Aprovechemos esto horribles sucesos para reflexionar entre colegas, con nuestros alumnos y familias, y saquemos una buena enseñanza de todo esto, si eso es posible.
De acuerdo con la publicación. Todo esta preparada por los países, es decir por un capitalismo en crisis y por un pueblo indefenso que se levanta, reclama y protesta frente a los abusos de los mas poderosos, seria necesario recoger la opinión de los países africanos frente a esta medida de castigo.
Así es. La muerte es muerte en donde sea y en todo lugar es dolorosa. Pese a que la muerte parece la mas democrática de los fenómenos humanos,somos los humanos los mas dicriminadores, sobretodo si nos consideramos poderosos y superiores o «otros». Internet y la televisión, evidencian su visión euro occidental, minimizando y soslayando el valor de las culturas orientales y africanas. Creo que sobre la orientación occidentaloide de la televisión no podemos hacer nada en contrario por que sus dueños definen los contenidos de sus programas y noticieros.Los periodistas tienen que seguir a pie de juntillas lo establecido por los poderosos dueños. sin embargo en internet algo se puede hacer, pues permite hacer un esfuerzo de reorientacion de las noticias y comentarios, como este por ejemplo. Utilicemos esto en tanto se pueda y haya un margen de libertad.