¿Y quién fue Manuel Vicente Villarán?
Entre los educadores y filósofos más destacados de fines del siglo 19 y principios de 20, destacó don Manuel Vicente Villarán Godoy, una de las mentes más adelantadas en lo referido a planteamientos integrales de la educación, que se alejó drásticamente del modelo elitista y limitante de una educación pensada solo para clases dirigentes. Son históricos los debates que sostuvo con Alejandro Octavio Deustua respecto de este tema, como puede comprobarse leyendo el volumen 8 de nuestra Colección Pensamiento Educativo Peruano, titulado Una educación para recrear el país, 1905-1930, en la que el filósofo Augusto Castro Carpio recopila y rescata el pensamiento educativo villaranista resaltando su naturaleza inclusiva. Hoy convertido en el nombre de una conocida avenida en el distrito de Miraflores, Manuel V. Villarán es uno de nuestros intelectuales más destacados. Aprendamos algo más de su vida y obra en esta nueva entrega de nuestra serie biográfica “¿Y quién fue?”
Manuel Vicente Villarán fue un polifacético intelectual, político, catedrático y jurista de nacionalidad peruana. Hijo de Luis Felipe Villarán, un magnífico abogado, y de Rosalía Godoy, Manuel Vicente Villarán nació en Lima el 18 de octubre de 1873. Villarán personificó el ideal positivista en su lucha por desarrollar a nuestro país a través de la capacitación técnica y científica de la ciudadanía común, a la que consideraba fundamental dentro de la historia del desarrollo de las naciones.
Villarán se formó durante su etapa escolar en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe y culminó sus estudios de derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1893, cuando contaba con 22 años de edad. Fue catedrático en su Alma Mater en los cursos de Derecho Natural, Filosofía del Derecho y Derecho Constitucional.
Para la realidad nacional de finales del siglo XIX, las ideas positivistas atrajeron a muchos dentro de la sociedad peruana. Este tipo de ideas, que sometían los descubrimientos a exhaustivos análisis que comprobaran las teorías e hipótesis formuladas llamaron la atención, sobre todo, de la generación que padeció la guerra contra Chile. Dentro de este contexto, Manuel Vicente Villarán se adhirió al positivismo como una manera de construir a un ser humano integral, un ser completo que, según su perspectiva y forma de ver la vida, era precisamente lo que el Perú necesitaba para emprender el camino hacia el desarrollo y progreso social.
Villarán sostenía que el profesional no debe seguir el camino del burócrata, aquel individuo sentado en un escritorio, cuya mayor responsabilidad era la de firmar papeles, poner sellos e ilusionar a la población con promesas cuya esencia es muy improbable. En ese sentido, pensaba que el tecnócrata no debía ser incluido dentro de lo que se denomina “clase política”. Según la visión de Villarán, en las sociedades modernas el conflicto crucial es el que ocurre entre los empresarios privados y los funcionarios públicos. Por esta razón, este intelectual peruano pensaba que la mejor manera de superar aquella cínica contradicción era buscar que los empresarios privados ocupen los puestos públicos esenciales, a fin de salvaguardar sus intereses y a la vez ayudar a edificar una realidad nacional que permitiera seguir la senda del desarrollo.
Contra lo que pensaban otros importantes intelectuales de la época, como Alejandro Deustua, Villarán no daba tanta importancia ni defendía de manera prioritaria a la educación de las clases altas, supuestamente llamadas a gobernar el país. Al contrario de esta corriente que se difundió de manera muy fuerte en el Perú, Villarán propugnaba una educación de calidad para las clases más empobrecidas, la clase media y la clase popular, porque consideraba que ninguna nación podía darse el lujo de perder y no utilizar el capital humano con el que cuenta.
Según el enfoque de Villarán, cada individuo no podía ser educado de igual forma. El Estado debía establecer los canales de comunicación necesarios a fin de conocer las necesidades de cada educando. Las aptitudes de cada alumno podían ser formadas de acuerdo al intelecto individual, a fin de que la educación resultara algo así como un traje hecho a la medida. En este sentido, una vez que la formación integral estuviera terminada, cada persona formada bajo esta perspectiva sería capaz de retribuir de la mejor forma y dentro de su campo de formación a la nación que ayudó e hizo posible su incremento de sabiduría y realización de capacidad creativa personal, una forma de pensar verdaderamente altruista.
Manuel Vicente Villarán fue un verdadero propulsor de ideas modernas y constructivas dentro del campo de la educación. El Perú le debe importantes enfoques sobre lo que significa la formación sustancial del ser humano. Este insigne pensador, intelectual y político peruano ha dejado una importante marca dentro de la planificación de una educación integral que llegue a todas las clases sociales.
Manuel Vicente Villarán falleció el 21 de febrero de 1958 a los 85 años de edad. Su obra sigue teniendo vigencia hasta nuestros días. Entre sus principales obras podemos mencionar las siguientes: Lecciones de Derecho Natural (1895), Las profesiones liberales en el Perú (1900), Estudios sobre educación nacional (1922), La Universidad de San Marcos, de Lima: Los orígenes, 1548-1577 (1938), Vida y pensamiento de Luis Felipe Villarán (1945), en homenaje a su padre, entre muchas otras. En 1962 fueron publicadas póstumamente sus Páginas escogidas, selección de ensayos escritos en distintas épocas –algunos inéditos–, con prólogo de Jorge Basadre.
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